Desaparece una de las grandes damas del cine mundial
La vieja dama, cuya entereza y resistencia al dolor subrayaban ayer las cr¨®nicas, dio la primera lecci¨®n de inteligencia, modestia y honestidad art¨ªstica cuando, a su llegada a la meca del cine, a principios de los a?os cuarenta, se neg¨® a cambiar de nombre y de imagen, de acuerdo con la tradici¨®n de Hollywood. Ingrid Bergman, en todo este tiempo -y fueron 45 largos a?os los que dedic¨® intensamente al cine y al teatro-, represent¨® el papel de la frescura y la inocencia en las, pantallas, pero, sobre todo, la imagen de una actriz de car¨¢cter y autenticidad, muy alejada de los otros rostros femeninos que compitieron con ella por la popularidad. Siendo tan bella como las otras, no termin¨® en juguete roto como Marilyn, como Rita Hayworth o como Ava Gardner. Prefiri¨® parecerse a la otra escandinava, Greta Garbo.En su vida y su carrera excepcionales, que incluyen tres maridos, cuatro hijos, 46 pel¨ªculas y una docena de obras teatrales, la Bergman estuvo sometida a nu¨ªnerosos altibajos. As¨ª, de la noche a la ma?ana dej¨® de ser, en la Am¨¦rica puritana de los cincuenta, la mujer sin maquillaje ni sofisticaci¨®n, sana e intachable, para convertirse en un monstruo de inmoralidad. Es que se hab¨ªa casado con Roberto Rossellini, al que lleg¨® a amar antes de conocerle, a trav¨¦s de la pel¨ªcula Roma, ciudad abierta. Hasta un senador se levant¨® en el Congreso norteamericano para increparla por esos amores. El incidente obliga a Indrid Berginan a abandonar el cine norteamericano por un tiempo. Eso que gan¨® el europeo, con las cinco pel¨ªculas que rod¨® junto a su nuevo marido.
Ingrid Bergman naci¨® en Estocolmo el 29 de agosto de 1915 e inici¨® su carrera en peque?as compa?¨ªas de teatro de aficionados. Descubierta para el cine por Gustav Molander, con el que rod¨® seis pel¨ªculas entre 1937 y 1939, triunf¨® con dos de ellas, Intermezzo (1936) y Un rostro de mujer (1938), por su madurez interpretativa. Cuando en 1937 contrae matrimonio con un m¨¦dico sueco, Peter Lindstrom, la actriz ya tiene sus esperanzas en Hollywood, donde, David SeIznic le hab¨ªa hecho una buena oferta. Su "sue?o dorado", explic¨® la actriz m¨¢s tarde. En realidad, s¨®lo era una nueva versi¨®n de Intermezzo (1939) aunque esta vez al lado del actor Leslie Howard. Pero inmediatamente llegaron nuevas pel¨ªculas y, en 1944, la que rod¨® a las ¨®rdenes de Cukor, Luz de gas (1944), que le vali¨® el primer oscar, al que sumar¨ªa en 1956 otro m¨¢s con Anastasia (1956), de Anatole Litvak. Entraba en la meca del cine por la puerta grande.
Pero faltaban todav¨ªa obras maestras. Casablanca, junto a Humphrey Bogart -todo un cl¨¢sico del cine-; Juana de Arco en la hoguera (1954), No me digas adi¨®s (1961), El extra?o caso del doctor Jekill (1941), Recuerda (1945), Atormentada (1949), el papel de la campesina espa?ola en la versi¨®n cinematogr¨¢fica de la famosa novela de Hemingway sobre la guerra civil, Por qui¨¦n doblan las campanas (1943), al lado de Gary Cooper... Siempre estuvo dirigida y acompa?ada por. los mejores directores y actores del momento, aunque s¨®lo hace dos a?os que cumpli¨® otro sue?o de su vida: actuar bajo las ¨®rdenes de su compatriota Ingmar Bergman, en Sonata de oto?o.
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