La compa?¨ªa Adri¨¤ Gual estrena 'Dones i Catalunya' en el hervidero internacional del teatro de Atenas
El montaje de Ricard Salvat participa en un festival dedicado a la expresi¨®n de la mujer'
Llueve en Atenas cuando el autocar que transporta a la Compa?¨ªa Adri¨¤ Gual enfila la cuesta que conduce al teatro Aberof. La ciudad se asemeja m¨¢s que nunca a un hangar de color pardo, y hoy padece adem¨¢s el castigo de un atardecer de plomo, nada que ver con la fugacidad rosada que suele transfigurar el cemento. Los de la Adri¨¤ Gual vienen a participar en el Encuentro Internacional de Teatro -es la primera formaci¨®n espa?ola que lo hace-, dedicado a la expresi¨®n de la mujer, y vienen con el espect¨¢culo Dones i Catalunya (Mujeres y Catalu?a), que hace poco se estren¨® en Olite. Esta es una cr¨®nica del estreno ateniense.
La lluvia empapa, casi tanto como la cordialidad de los griegos, a las ocho actrices que forman el reparto: Maife Gil, Carmen Contreras, Pepa Aren¨¦s, Araceli Bru, Mar¨ªa Jes¨²s Andany, Marta May, Raquel Capdet y Mireia Ros. Y al director, Ricard Salvat -que anteriormente estuvo en Grecia montando Yerma con la compa?¨ªa Kassarianis, y que tiene una vieja historia de amor con este pa¨ªs-, quien a duras penas puede disimular su contrariedad, ante el temor a no poder ensayar, dado que el teatro es un espacio abierto, al aire libre, a la libre lluvia.El Encuentro Internacional de Teatro, que se celebra en su segunda edici¨®n, es una iniciativa de la Asociaci¨®n de Teatro Griego, fundada hace seis a?os por veintid¨®s personas de profesiones liberales -abogados, periodistas, ingenieros, arquitectos- unidas por su amor al teatro, por su deseo de renovarlo frente al anquilosamiento oficial. S¨®lo cinco de sus miembros son actores, actrices, escen¨®grafos, directores, un poco Juan Palomos todos ellos, un mucho milagreros a fuerza de tenacidad. Y su sede es la peque?a sala Aberof, verdadero off-Atenas, a pesar de hallarse a pocos pasos de Leoforos Alexandras, arteria principal en donde destacan, reventonas, las fachadas forradas de carteles de producciones como Evita -con la inevitable Aliki Vouyoulaki, algo as¨ª como la Sara Montiel helena-, Chicago -montada por un norteamericano disc¨ªpulo de Bob Fosse- o las t¨ªpicas comedias de tresillo.
Nuevo teatro griego
"Nuestra Asociaci¨®n", dice uno de sus miembros, "surgi¨® de la necesidad que sent¨ªamos de que el teatro griego iniciara nuevos caminos, buscara en sus fuentes originarias con una fuerza distinta. Y los Encuentros son el resultado de nuestro deseo de conocer las formas de trabajo de los otros pa¨ªses de Europa. Si, este a?o, hemos dedicado el festival al teatro de la mujeres es porque el movimiento feminista aqu¨ª, en Grecia, se halla todav¨ªa en sus albores, y nos interesa mucho, sobre todo, saber c¨®mo se expresa teatralmente en otros pa¨ªses".La situaci¨®n teatral no es, en esta tierra, todo lo paradis¨ªaca que podr¨ªa suponerse. Lo explican, con esa exuberancia de que s¨®lo los griegos son capaces, miembros de la compa?¨ªa Kassarianis, que asisten, al d¨ªa siguiente, al ensayo de Dones i Catalunya. "El p¨²blico ha acabado aborreciendo nuestra tragedia, a nuestros cl¨¢sicos, porque el Teatro Nacional se ha dedicado a matarlos d¨ªa a d¨ªa, a?o tras a?o. El teatro griego es, sobre todo, color, pero las obras que se representan en las salas convencionales son grises, anodinas, chatas. Nadie discute en ellas el comportamiento de los h¨¦roes, nadie desmitifica, ni en el fondo ni en la forma. Por otra parte, constantemente surgen grupos independientes, de gente joven que tiene una visi¨®n distinta. Pero no sobreviven, faltos de subvenci¨®n, de ayuda"
?Qu¨¦ hace Melina?
Mientras se monta el decorado, que es como un espectro de la Espa?a de posguerra camuflado en tules blancos y negros, mis interlocutores cuentan c¨®mo se form¨®, hace siete a?os, la compa?¨ªa Kassarianis, que tiene su sede en el barrio comunista, en la misma casa en donde los partisanos se reun¨ªan para conspirar durante la guerra: "Fuimos casa por casa, barrio por barrio, f¨¢brica por f¨¢brica, y dec¨ªamos: 'Dadnos dinero para hacer teatro, un teatro que sea de verdad para vosotros'. Reunimos lo que pudieron darnos, y as¨ª nacimos, as¨ª hemos salido adelante, porque en todo este tiempo s¨®lo hemos recibido una subvenci¨®n de 400.000 dracmas (unas 800.000 pesetas)".Hay ahora, en el escenario, butacas enfundadas en s¨¢banas que parecen recuerdos perversos, un maniqu¨ª manipulado que sirve de soporte a un tel¨¦fono y, al fondo, un ba¨²l que es como un sarc¨®fago del que surgen dos inquietantes piernas ortop¨¦dicas: una escenograf¨ªa que firma otra mujer, Amelia Riera. "?Y Melina?", pregunto. "?Qu¨¦ hace Melina Mercouri, ministra de Cultura, por el teatro?". "Sabemos que est¨¢ de nuestro lado, pero no la hemos visto. Entre ella y nosotros hay toda una clase burocr¨¢tica que desea que nada cambie".
"?Y los autores? ?Hay autores actuales en Grecia?". Nueva sacudida de cabeza, descorazonada: "No tienen el menor inter¨¦s. Se dedican a glosar la figura del magas, que es algo as¨ª como nuestro clochard, un personaje que, originariamente, era sat¨ªrico e inteligente, pero que a fuerza de manipulaci¨®n se ha convertido en un estereotipo folkl¨®rico. Por eso nosotros preferimos dar nuestra visi¨®n de los cl¨¢sicos, como hicimos con Ifigenia, obra que, por cierto, presentamos hace un par de a?os en el Festival Internacional de Teatro de Sitges. O bien realizar montajes cr¨ªticos de obras absolutamente cretinas, pero representativas de lo que queremos destruir".
Un pach¨ªn-pach¨¢n atronador rasga la conversaci¨®n de arriba abajo: es la bater¨ªa de Santi Arisa, que al frente de su grupo Pegasos se encarga de puntuar el progreso de la acci¨®n con canciones que interpretan las propias actrices. Ahora mismo, un terceto de mujeres desbocadas ataca entusi¨¢sticamente el famoso tema que lleva por t¨ªtulo Rascay¨², prohibido por irreverente en su ¨¦poca.
Tatuaje, Eran cuatro muleros, No pasar¨¢n, En la noche de bodas y otras coplas de la amarga posguerra, as¨ª como las primeras creaciones de la nova can?¨®, constituyen el material musical empleado por Salvat en una l¨ªnea completamente utilitaria, nada nost¨¢lgica. Dos pantallas de televisi¨®n que proyectan v¨ªdeos -algunos de ellos estremecedores- completan el adobo de la obra, que despert¨® expectaci¨®n en el hervidero ateniense.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.