Gustos injustificables
El drama econ¨®mico del deporte espa?ol ha residido m¨¢s en los gastos superfluos que en los actos deshonestos. Por el camino de lo absurdo e innecesario se han ido muchos m¨¢s millones que por el del simple y puro fraude. Durante a?os se han realizado fuertes inversiones de dudosa utilidad. El amiguismo y los intereses pol¨ªticos proporcionaron subvenciones a entidades privadas cuyos fines mas pr¨®ximos eran el elitismo social.El tiempo y las leyes han impuesto f¨®rmulas m¨¢s racionales, pero la pr¨¢ctica del peque?o cambalache no ha desaparecido del todo. El Comit¨¦ Organizador del Mundial ha encontrado la salida al pago de ciertos gastos considerados poco id¨®neos. Sobre la base de unos remanentes con los que no se contaba, se van a tapar agujeros cuyo importe total est¨¢ por encima de los 60 millones de pesetas.
Nadie se ha quedado con un duro ajeno en el bolsillo, pero una vez m¨¢s se van a dar por buenos unos gastos realmente innecesarios. El hecho de que una factura est¨¦ debidamente conformada no significa forzosamente que est¨¦ justificado el criterio con el que se ha hecho el gasto.
Las noticias que llegan de Argentina no deben sorprender a nadie dada la situaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs en el momento en que organiz¨® su mundial. En sociedades democr¨¢ticas no son aplicables criterios similares. Al Estado espa?ol no le ha costado el campeonato una cantidad exorbitante, pero desde el Comit¨¦ Organizador se prometi¨® un saldo favorable de 1.000 millones de pesetas. Desde este punto de vista hay que afirmar que se ha producido una sorpresa inesperada.
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