Banesto y Vizcaya, los ¨²nicos bancos que han elevado de forma sensible su primer dividendo a cuenta sobre el ejercicio de 1982
Los siete grandes bancos han pagado su primer dividendo a cuenta sobre las previsiones de resultados del ejercicio actual. Salvo Banesto y Vizcaya, los dem¨¢s mantienen unas cantidades parecidas a las que repartieron el a?o pasado, primero en el que quedaba derogado el decreto Larraz, por el que se limitaba la cuant¨ªa m¨¢xima de dividendos bancarios. Si el a?o pasado el Banco de Espa?a recomend¨® prudencia a la hora de los repartos, en el actual la propia situaci¨®n de los bancos parece que har¨¢ innecesaria esta recomendaci¨®n, ya que pocos pueden tener veleidades de este tipo.
Hace ahora poco m¨¢s de un a?o que la banca espa?ola tuvo la posibilidad de empezar a demostrar a sus clientes y propietarios el grado de rentabilidad y saneamiento que tienen estas instituciones. La derogaci¨®n de la llamada ley Larraz, por la que se prohib¨ªa que los bancos repartieran como dividendos a sus accionistas un porcentaje superior al 6% de sus recursos propios, abr¨ªa la puerta a un aumento importante de estas retribuciones que, sin embargo, no se vieron confirmadas ni a lo largo de 1981 ni en lo que va transcurrido de 1982.Los decretos de liberalizaci¨®n del sistema financiero de enero de 1981 permit¨ªan a los bancos, en principio, repartir entre sus accionistas el dividendo que creyeran m¨¢s oportuno sin ning¨²n tipo de limitaci¨®n, salvo las que instituyera el Banco de Espa?a con car¨¢cter de recomendaci¨®n y que, a la postre, se mostraron como las m¨¢s eficaces, ya que ning¨²n banco se atrevi¨® a salt¨¢rselas.
En funci¨®n de lo o¨ªdo durante a?os a los presidentes de los principales bancos del pa¨ªs, la derogaci¨®n del decreto que limitaba el volumen de los dividendos a un porcentaje fijo de los recursos propios pod¨ªa desatar una carrera por incrementar la retribuci¨®n del accionariado de la banca por la v¨ªa del dividendo, habida cuenta de que las tradicionales ampliaciones de capital, con cargo a las reservas de las entidades, no se presentaban como el mejor camino para hacerlo en un entorno burs¨¢til caracterizado por su tendencia a la baja.
El a?o apenas transcurrido ha venido a demostrar que la tan predicada liberalizaci¨®n del sector -"en numerosas ocasiones hemos solicitado del Gobierno la supresi¨®n del decreto Larraz, por entender que lesiona los intereses de los accionistas", manifestaron sin ataduras algunos de los presidentes en sus juntas generales- no era sino un deseo de boquilla que apenas podr¨ªa ser resuelto por dichas entidades. Lo que quedaba claro, a la luz de las declaraciones de los principales responsables del sector, era que los deseos de liberalizaci¨®n de reparto de dividendos no ten¨ªan nada que ver ni con los cerca de cincuenta bancos que el a?o pasado no repartieron dividendos entre sus accionistas ni con las recomendaciones de prudencia.
Parec¨ªa claro que, en medio de la segunda crisis bancaria, en la que cincuenta instituciones financieras que no repart¨ªan dividendos, bien porque sus cuentas de resultados no lo permit¨ªan, bien porque el propio Banco de Espa?a se lo hab¨ªa prohibido expresamente, las autoridades econ¨®micas no ten¨ªan m¨¢s remedio que poner un cierto coto a la libertad dise?ada meses antes que pod¨ªa comprometer a todo el sector. En el fondo, al lado del decreto de liberalizaci¨®n, subyac¨ªa el problema de la crisis y la necesidad de generar un beneficio antes de distribuirlo.
Las limitaciones
Con los temores de una nueva crisis bancaria, confirmada a lo largo de los meses siguientes, y ante la previsi¨®n de que se iniciara una nueva carrera que pretendiera mostrar que el banco m¨¢s sano es el que m¨¢s dinero proporciona a sus accionistas, en una comida celebrada entre los presidentes de los siete grandes bancos del pa¨ªs y el gobernador del Banco de Espa?a, salen una serie de recomendaciones del Banco emisor que fueron seguidas a rajatabla por el conjunto de la gran banca. Entre ellas sobresale el deseo del Banco de Espa?a de que las instituciones financieras no sobrepasen en el pago del dividendo total m¨¢s del 8% de sus recursos propios. Esta recomendaci¨®n tiene la virtud de no desmadrar algunas pretensiones y al tiempo significa repartir una cantidad sensiblemente superior -un 33%- a la hasta entonces admitida por las autoridades econ¨®micas.Los temores a la superpastoral -circular del Banco de Espa?a por la que se elevaba sensiblemente la cantidad que cada banco ten¨ªa que destinara provisi¨®n de fallidos y morosos ante la avalancha de ¨¦stos-, eran el motivo fundamental de la recomendaci¨®n del Banco de Espa?a para que los bancos no se andaran con excesivas alegr¨ªas.
La llamada superpastoral ven¨ªa a reconocer, en opini¨®n de algunos expertos, que a las dos crisis bancarias hasta entonces sufridas y caracterizadas por un cierto oportunismo e irresponsabilidad, le iba a suceder una tercera que afectar¨ªa a bancos bien gestionados en principio, pero a los que empezar¨ªa a hacer mella la crisis econ¨®mica general. De esta forma, la circular del Banco de Espa?a fijaba las provisiones para fallidos en funci¨®n de la cartera viva de las entidades y a plazos de antig¨¹edad de dichos activos. Al tiempo era una llamada a la eficiencia, pues se! ven¨ªa demostrando que no saneaba quien lo necesitaba sino tan s¨®lo aquellos bancos que pod¨ªan hacerlo.
No romper con el pasado
De esta forma se persegu¨ªa que las decisiones de determinaci¨®n del beneficio y, asignaci¨®n del dividendo estuvieran subordinadas a la sanidad de los activos y a la integridad patrimonial de las entidades. Con ello, y a pesar de que la liberalizaci¨®n del dividendo bancario con las cortapisas ya apuntadas no parece haber roto de forma radical con el pasado inmediato, se ha hecho entrar en crisis la tradicional forma de hacer banca. Al menos ha puesto en entredicho las habituales ampliaciones de capital, mecanismo que se instituy¨® como medio formal de retribuir adicionalmente al accionista. Las condiciones del mercado burs¨¢til y los resultados de las ampliaciones efectuadas en los ¨²ltimos tiempos parecen indicar que la retribuci¨®n a los accionistas ir¨¢ v¨ªa dividendo.La rentabilidad efectiva, es decir, el dividendo sobre cotizaci¨®n, est¨¢ cobrando ya una relativa importancia, sobre todo tras la continua elevaci¨®n de los tipos de inter¨¦s y de los altos rendimientos de la deuda p¨²blica y de los t¨ªtulos de renta fija. De la misma forma que se ha producido este cambio en la actitud de los accionistas, que piden seguridad pero tambi¨¦n un rendimiento anual efectivo, en los medios bancarios se persigue encontrar la f¨®rmula eficaz que mantenga e incremente los fondos generados para amortizar, dotar a saneamientos y retribuir de forma ascendente al capital.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.