?Para cu¨¢ndo una respuesta?
No vale la pena buscar adjetivos para condenar los cr¨ªmenes de ayer en Renter¨ªa. Cualquier hombre bien nacido, al margen de sus convicciones, por muy proclive que pueda sentirse a buscar justificaciones para la lucha armada contra las fuerzas de seguridad del Estado, habr¨¢ sentido ayer aut¨¦n ticas n¨¢useas al conocer los detalles del s¨¢dico asesinato de un hombre herido e indefenso. Ayer se ha dado un paso definitivo en el camino del horror y, deber¨ªa haber se alcanzado el punto de no retor no si tuvi¨¦ramos la menor esperanza de que los seres que mane jan las metralletas conservan un m¨ªnimo de vibraci¨®n humana. No es eso precisamente lo que hace pensar la barbarie de Renter¨ªa. Ni en las guerras m¨¢s crueles se asesi na al adversario herido. Queremos suponer que aquellos que en alg¨²n momento se han sentido tentados a identificar a los terroristas con los gudaris habr¨¢n renunciado a esa idea a partir de ayer. Ning¨²n soldado actuar¨ªa as¨ª. El comporta miento corresponde a una horda salvaje con la que nunca puede identificarse el pueblo.El atentado de ayer se ha cometido con plena conciencia de su significado en la actual coyuntura pol¨ªtica. Y los tiros de gracia contra el polic¨ªa nacional rematado se inscriben en esa estrategia. Se trata de aterrar a la poblaci¨®n civil para que no participe en cualquier gesto de solidaridad con las v¨ªctimas del terrorismo. Pero se trata tambi¨¦n de forzar al Estado para que haga inviable cualquier paso en el caminolde la pacificaci¨®n de Euskadi, cualquier gesto de recon ciliaci¨®n. Se produce el atentado de Renter¨ªa cuando se est¨¢ ha blando de la posibilidad de reinserci¨®n en la vida en libertad de algunas decenas de miembros de ETA que comprendieron la inviabilidad de la lucha armada. Se mata con alevos¨ªa cuando se inicia una etapa electoral en la que se apunta un cambio en la gobenia ci¨®n del Estado -en el sentido que sea-, pero que, indiscutiblemente, pasar¨¢ por la voluntad po pular. Y eso es lo que parece que se trata de impedir. ( ... )
( ... ) Son muy pocos los que est¨¢n imponiendo su tiran¨ªa sobre un pueblo entero. Existen algunos datos para cuantificar a los que hasta hoy han prestado su respaldo a las acciones terroristas y recientes sondeos de opini¨®n apuntan un descenso en esos n¨²cleos. Es l¨ªcito pensar que el salvaje atentado de ayer y cualquier otro que pueda producirse hasta el 28 de octubre, pretende enturbiar el resultado de las urnas, donde podr¨ªa quedar palmariamente demostrado el rid¨ªculo apoyo popular a las bandas armadas.
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