La socialdemocracia, en busca del Gobierno perdido
El peso de la propaganda, electoral sueca la recibe el ciudadano en su casa a trav¨¦s de Correos, los diarios, la televisi¨®n y la radio. Son los ingredientes de que se dispone para ir madurando una decisi¨®n en aquellos casos en que no est¨¢ previamente decidida. De esta aparente pasividad popular no debe deducirse necesariamente indiferencia, sino un rasgo de car¨¢cter nacional. Por el contrario, y aun cuando la pol¨ªtica entendida como quehacer militante y cotidiano no figura en las prioridades de los suecos, pocas elecciones como ¨¦stas han suscitado tanto inter¨¦s.Razones para ello no faltan. La sociedad del bienestar, construida r¨¢pida y espectacularmente en las d¨¦cadas posteriores a la segunda guerra mundial, ha quedado atr¨¢s -para algunos, definitivamente-, aunque el cambio regresivo, a¨²n en proceso, se haya cumplido gradualmente, sin bruscas sacudidas. El entomo de seguridad que enmarcaba la vida de cada ciudadano "desde la cuna a la tumba" ha dejado pasa a la incertidumbre sobre el destino individual tanto como colectivo. Las vicisitudes y tensiones de otros pa¨ªses, que hasta hace pocos a?os eran vistas y o¨ªdas como penosas realidades ajenas, han comenzado a intuirse como propias, y a trav¨¦s d¨¦ las grietas en la fachada de un edificio que parec¨ªa inconmovible empiezan a adivinarse otras m¨¢s profundas, menos coyunturales, que ponen al, descubierto la vulnerabilidad de una sociedad considerada poco menos que invulnerable.
Creciente deuda exterior.
Algunos datos recientes sobre la econom¨ªa sueca resultan elocuentes sobre el deterioro sufrido en los ¨²ltimos a?os. El total de la deuda externa, incluido el primer semestre del a?o actual, alcanza a 62.000 millones de coronas (m¨¢s de 1,3 billones de pesetas). En este ¨²ltimo semestre la deuda creci¨® en 11.000 millones (unos 198.000 millones de pesetas), lo que representa un incremento del 20%. El d¨¦ficit presupuestario sobrepasa este a?o la cifra de 82.000 millones de coronas (m¨¢s de 1,4 billones de pesetas). Hace diez a?os el d¨¦ficit presupuestario no alcanzaba a los 3.000 millones (unos 54.000 millones de pesetas). La balanza comercial, a pesar de cierto repunte en las exportaciones, contin¨²a siendo deficitaria, las inversiones en la industria han descendido en un 30% en los ¨²ltimos seis a?os y, en general, todos los indicadores econ¨®micos del pa¨ªs tienen un signo negativo.
Como consecuencia de la crisis mundial, pero tambi¨¦n debido a factores espec¨ªficos, la otrora poderosa industria sueca ha,enfrentado crecientes dificultades de competencia en sectores en que tradicionalmente dominaba, tales como la miner¨ªa del hierro, la industria naval, de la madera, textil, etc¨¦tera. Los motivos de las dificultades en cada rubro son espec¨ªficos -diferencia de salarios, de costos de explotaci¨®n, de tecnolog¨ªas que han equiparado o superado a la tecnolog¨ªa sueca-, pero todos confluyen a un mismo resultado. En casos de grandes empresas, el Estado ha debido contribuir con sumas cuantiosas para evitar lo peor. Las peque?as y medianas, en un buen n¨²mero, han optado por el cierre.
La primera y m¨¢s dram¨¢tica consecuencia de este proceso ha sido el incesante incremento del n¨²mero de parados. Las ¨²ltimas cifras, que datan de poco menos de un mes, indicaban una desocupaci¨®n de 200.000 personas, lo que equivale al 3,5% de la fuerza de trabajo. En comparaci¨®n con los dem¨¢s pa¨ªses de la Comunidad Europea, la cifra no es alarmante, se ha escuchado decir frecuentemente durante la campa?a electoral al propio ministro de Estado, T. Faelldin, y a otros miembros del Gobierno, a lo que se ha replicado que la comparaci¨®n no corresponde porque los criterios que eval¨²an la ocupaci¨®n no son los mismos de otros pa¨ªses y no incluyen a desocupados que en realidad lo son ni a quienes tienen una ocupaci¨®n disfrazada y a aquellos que quisieran trabajar, caso de muchas mujeres, y ni siquiera se postulan, sabiendo de antemano la inutilidad de su intento.
J¨®venes en paro y peor nivel de vida
La cantidad de parados ser¨ªa entonces bastante m¨¢s alta que la oficialmente reconocida, con el agravante de que m¨¢s del 40% de ellos son j¨®venes por debajo de los veinticuatro a?os. No ser¨ªa justo atribuir toda la responsabilidad de estos males a los dos sucesivos Gobiernos burgueses que ha tenido Suecia desde 1976. En todo caso, lo que puede ser cuestionable -y as¨ª lo han hecho profusamente los partidos del bloque socialista- son las opciones hechas por dichos Gobiernos para afrontar la crisis. Algunas ya aplicadas, con directa' incidencia en el aparato de seguridad social, otras anunciadas para el caso de un tercer per¨ªodo de Gobierno burgu¨¦s. Lo cierto es que los suecos han sufrido durante los ¨²ltimos seis a?os una sensible disminuci¨®n de su nivel de vida, aunque ¨¦ste siga siendo comparativamente, elevado.
Como siempre ocurre, la crisis econ¨®mica no ha llegado sola sino acompa?ada de desajustes y contradicciones en la sociedad, que la prosperidad hab¨ªa disimulado. Una juventud desalentada, que descree de su futuro y del futuro del pa¨ªs, sin hablar de males mayores, no de ahora, como la droga y la prostituci¨®n, que evidencian su incremento. Como si esto fuera poco, hay que agregar el surgin¨²ento de brotes de racismo hasta ahora desconocidos.
Este es, a grandes rasgos, el panorama de Suecia en v¨ªsperas de unas elecciones que el l¨ªder socialdem¨®crata, Olof Palme, calific¨® de "hist¨®ricas" en un reciente discurso. Los datos de las encuestas y la opini¨®n de la calle parecen indicar que el bloque socialista retornar¨¢ al Gobierno, del que fuera desalojado por una coalici¨®n burguesa en 1976. El otro rasgo que se ha acentuado es el de la polarizaci¨®n. El partido conservador (Moderata Samlingspartiet) ha pasado del 15,6% en 1976 al 20,3% en 1979, y puede alcanzar el 25% en la elecci¨®n del domingo.
Ese crecimiento ha sido principalmente a expensas de los otros dos partidos burgueses, el del centro y el liberal de Ola UlIsten. El futuro destino de estos dos partidos es m¨¢s que incierto. Si el Partido Comunista (VPK) alcanza el 4% m¨ªnimo para tener representaci¨®n parlamentaria, lo que hace unos meses estaba en duda seg¨²n los sondeos, la victoria del bloque socialista parece asegurada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.