La ira del acosado
La rabia de ver temblar su imperio lleva a decir a Domingo Sol¨ªs que prefiere se lo queden los socialistas antes de permitir que se desmorone, que se lo desmoronen otros. Y apunta a los intereses del gran capital y de las multinacionales, que opina facilitar¨¢n el camino al marxismo. Est¨¢ muy irritado y lame su voz para acentuar los significados, para pronunciar grandes palabras: "Me ir¨¦ a la tumba, y esto no me lo quitar¨¢ nadie, habiendo contribuido a asociar la mitad de la agricultura de Ja¨¦n".Frena la lengua cuando observa acercarse al cuaderno el l¨¢piz del periodista, porque dice no querer contribuir a que achaquen luego a sus palabras lo que teme. Alejado el bol¨ªgrafo, se desboca en soliloquios. Libera del sill¨®n su cuerpo peque?o, delgado y fr¨¢gil, para gesticular mejor. Habla de haber redimido al olivarero, de haber sacado de podredumbre y pobreza a muchedumbres desarrapadas. A partir de ah¨ª, calentado por su propia voz y pensamientos, se le endurece m¨¢s el gesto tras unas gafas que ensanchan sus ojos, mientras la crispaci¨®n del rostro pone en primer plano la fiereza de un bigote afeitado por los extremos inferiores, mientras suelta una r¨¢faga de argumentos... Es entonces cuando habla de metralletas.
"Porque usted comprender¨¢, y debe comprender el mundo entero, porque si no voy a coger una ametralladora, que si hubiera querido beneficiarme no estar¨ªa en el cooperativismo. Hubiera constituido un banco... Estar¨ªa en los clubes de campo, con ¨¦sos que me dec¨ªan "te est¨¢s destrozando de procurador de los pobres". Lo dice contestando a las acusaciones de haberse enriquecido con el cooperativismo, con los favores del r¨¦gimen de Franco. Y despu¨¦s empieza a ense?ar facturas de sus estancias en Madrid, en un hotel de dos estrellas, el de los cuarenta ¨²ltimos a?os.
Responde Sol¨ªs que su patrimonio total se limita hoy, cuando ha sacado adelante a los ocho hijos, a veintitr¨¦s hect¨¢reas de olivar (unos 2.000 kilos de aceituna por hect¨¢rea al a?o), un piso, un Seat 1.400 y un Land Rover. Responde tambi¨¦n que su renta anual est¨¢ n tomo a 1,6 millones de pesetas. Cuando el periodista le dice que no se lo cree, contesta: "Esa es la verdad. Vaya a ver mi declaraci¨®n de la renta". Y explica que parte de dicha renta procede de la pensi¨®n de 23.000 pesetas mensuales que cobra ¨¦l por jubilaci¨®n, as¨ª como de otra de 20.000 pesetas por su mujer. "Menos que algunos de nuestros empleados".
Pero vuelve a su irritaci¨®n tras recordar infatigables a?os de trabajo y de dedicaci¨®n a la agricultura, cuando la mujer le dec¨ªa: "Domingo, este a?o hemos dormido todas las noches en el campo". Cuando tuvo que reducir a un empleado asesino desesperado, ante la sangre caliente de la esposa muerta. Cuando recorr¨ªa kil¨®metros con el ata¨²d de alguien sobre los lomos de un mulo. Cuando las pedan¨ªas de su tierra carec¨ªan de luz. Cuando el ministro Cavestany empez¨® a financiar las cooperativas: "La injusticia de entonces nos proporcionaba dinero al 2,5% de inter¨¦s y la justicia de ahora al 22%". Vuelve a hablar de la necesidad de poner contrapunto a los excesos de la especulaci¨®n y del capitalismo exacerbado.
Y le remuerde que sean hoy s¨®lo los socialistas quienes, como ¨¦l, tratan de tranquilizar a los ahorradores de la Caja Rural de Ja¨¦n para que pueda mantener el cooperativismo. "Mis enemigos, que estaban en la clandestinidad durante el Movimiento". Dice entonces que, aunque ¨¦l no es hombre que coleccione o recuerde citas, suscribe aquella de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera: "Ser¨ªa socialista si no fueran internacionalistas". Llega a decir que no le importar¨ªa ver Espa?a en siete trozos si ello permitiera ser m¨¢s felices a los espa?oles. No hay forma, sin embargo, de sacarle anticipo de su pr¨®ximo voto: "Tendr¨¦ que manifestarme en las elecciones seg¨²n el comportamiento cooperativo de cada partido".
"?Qui¨¦n pide mi cabeza?". Es algo que le obsesiona, que no quiere o no sabe contestar directamente sin volver al t¨®pico del capital o las multinacionales, sin poner en peligro una soluci¨®n para la Caja, sin meterse con los vendedores de abonos y comisionistas bancarios que recorren la provincia haciendo lenguas del cooperativismo y que exhiben estos d¨ªas recortes de peri¨®dicos con la noticia de la intervenci¨®n de la Caja y con la frase "lo ve: esto va mal; saque su dinero". Repite que est¨¢ dominado por la confusi¨®n. "?No hubiera sido m¨¢s sensato", se pregunta sobre tal intervenci¨®n, "no echar las campanas al vuelo, aunque yo desapareciese del mapa?. Porque hay bancos cuya inversi¨®n es el doble que los recursos y les dejan cubrirla con el interbancario. Yo no significo nada. Me despedir¨¦ en la primera asamblea que no me vote, para volver a ser uno m¨¢s. Lo he dicho mil veces".
Pero la menci¨®n a la asamblea como ¨²nica salida posible parece indicar que no ha perdido la esperanza. "Soy", afirma tambi¨¦n, "m¨¢s influyente que los ricos, porque tengo muchos amigos entre el pueblo". Recuerda como explicaci¨®n, entre otros detalles, que ¨¦l cre¨® el pueblo de Martos y solucion¨® la disputa por el agua entre este y Torredonjimeno con las obras que llevaron agua a ambos y a otros de las cercan¨ªas. Tampoco olvida otro detalle: "Hemos tenido algo m¨¢s que aliento en estos d¨ªas de la banca extranjera establecida en Espa?a".
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