La ¨²nica ovaci¨®n fue para El Pimpi
El mano a mano de los novilleros punteros, de los que est¨¢n a las puertas de la alternativa, transcurri¨® entre sopores y acab¨® con bronca. C¨®mo ser¨ªa la novillada que la ¨²nica ovaci¨®n de la tarde fue para El Pimpi.El Pimpi es el contratista de caballos, que suele hacer las veces de monosabio y tambi¨¦n sale a picar. Hay un viejo contencioso entre la afici¨®n y El Pimpi, porque a este fornido caballero no le importa ponerse la fiesta por montera para proteger a sus caballos, y con tal motivo entorpece la lidia durante el primer tercio, da ¨®rdenes a las cuadrillas e incluso se encara con el p¨²blico. Dicen que, entre bastidores, El Pimpi manda m¨¢s que un almirante, y la gente del toro le tiene "una precauci¨®n", en correspondencia con su musculatura. Ante los desmanes del contratista monosabio-picador, la afici¨®n ha coreado muchas tardes "?fuera El Pimpi!", y la autoridad tambi¨¦n se ha visto obligada a intervenir para llamarle al orden.
Plaza de Las Ventas
20 de septiembre. Ultimo festejo de la Feria de Oto?o.Novillos de Pablo Mart¨ªnez Elizondo, bien presentados, mansos, manejables aunque con problemas. Curro Dur¨¢n. Estocada contrana y dos descabellos (silencio). Media trasera atravesada y rueda de peones (protestas y palmas cuando saluda). Tres pinchazos, estocada delantera, rueda de peones, tres descabellos -aviso- y cuatro descabellos m¨¢s (silencio). Luis Miguel Campano. Cinco pinchazos, estocada corta atravesada y tres descabellos (silencio). Estocada atravesada, ruedas de peones y descabello (palmas y pitos). Dos pinchazos, otro hondo bajo y descabello (pitos).
Lo m¨¢s parad¨®jico que puede suceder en Las Ventas es, por tanto, que se le dedique una ovaci¨®n al Pimpi, y eso es lo que ocurri¨® ayer. Se produjo el acontecimiento en el sexto novillo, que era m¨¢s bien toro, c¨¢rdeno, manso, bronco, marrajo y Tejero de nombre, el cual embest¨ªa a oleadas, con enorme poder. En el primer encuentro desmont¨® al picador, e iba a derribar al caballo, con furia salvaje, cuando irrumpi¨® en escena el Pimpi con la velocidad del rayo, sujet¨® al zarandeado jamelgo, y el corpulento monosabio empujando por un lado, el novillo tirando derrotes por el contrario, se entabl¨® una batalla campal, que acab¨® en tablas. Y como el c¨¢rdeno marrajo no consigui¨® derribar al caballo, la gente se puso en pie para aclamar al Pimpi, que en su vida se habr¨¢ visto en otra. S¨®lo le falt¨® saludar gorra en mano.
La descastada mansedumbre del novillo no admit¨ªa los consabidos dos pases y Campano no dispon¨ªa de otros, como casi nadie entre la torer¨ªa actual, de manera que si el torero no sab¨ªa d¨®nde, ni c¨®mo dominar aqu¨¦l regalo, se le disculpa. En realidad, ese p¨¢jaro fue el garbanzo negro de la familia, pues sus hermanos, aunque tambi¨¦n mansos casi todos, se pod¨ªan torear. No eran de carril y presentaban problemas, pero ninguno tan grave que no pudieran resolver novilleros placeados con pretensiones de figura, como era el caso. Y Campano tampoco los entendi¨®, ni con el capote ni con la muleta. Est¨¢ claro que este espada, triunfador otras tardes en Madrid, da una medida con el borreguito y otra con el novillo serio. Pendiente de rectificar m¨¢s que de torear, no tuvo recursos para someter a su primero, que tambi¨¦n hab¨ªa resultado manso, ni tampoco para embarcar la nobleza de su segundo. Fracas¨®, esta es la palabra.
Por su parte, Dur¨¢n, con m¨¢s favorable lote, consigui¨® los mejores muletazos y algunos en redondo caldearon el tendido, porque los instrument¨® con t¨¦cnica y arte. Sin embargo tampoco fue capaz de construir las faenas, que conceb¨ªa como una suma interminable de pases, sin tener en cuenta las condiciones de los toros. Es alarmante su falta de recursos y no parece estar para la alternativa, que tiene pr¨®xima. Un torero debe llegar al doctorado con ilusi¨®n, valor y la lecci¨®n bien aprendida. Como, pongamos por caso, El Pimpi en lo suyo, salvando las distancias y mejorando lo presente.
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