Defender la eutanasia
Un escultor de ¨¦xito sufre un accidente automovil¨ªstico que le deja inv¨¢lido de por vida. Su enfermedad no tiene soluci¨®n y, por tanto, su carrera se interrumpe tr¨¢gicamente. ?Qu¨¦ puede hacer un hombre en esas condiciones? Aunque al principio de su convalecencia reciba las visitas de la mujer a la que ama, ¨¦l sabe que tambi¨¦n esa relaci¨®n ha quedado transformada. En conclusi¨®n, desea la muerte.La moral de los m¨¦dicos no acepta su voluntad. Para ellos, un enfermo debe continuar viviendo aunque s¨®lo perciba frustraciones, vac¨ªos. La idea de un dios lejano que determina con sabidur¨ªa el tiempo de existencia de cada ser vivo contrasta con la evidencia del enfermo, due?o de su propio tiempo, deseoso ya de acabar una vida sin objetivos. Se establece el encuentro de ambos criterios. El espectador se ve arrastrado a una pol¨¦mica sobre la que, sin duda, habr¨¢ reflexionado.
Mi vida es m¨ªa
Director: John Badham. Guionistas: Brian Clark y Reginald Rose. Fotografia: Mario Tosi. M¨²sica: Arthur B. Rubinstein. Int¨¦rpretes: Richard Dreyfuss, John Cassavetes, Christine Lahti, Bob Balaban. Drama. Norteamericana, 1982. Local de estreno: Alb¨¦niz.
Mi vida es m¨ªa es la nueva pel¨ªcula del director de Fiebre en el s¨¢bado noche y Dr¨¢cula. No es John Badham un autor con personalidad propia, con una po¨¦tica capaz de comunicar sensiblemente sus propias ideas, sino un artesano de ¨¦xito que filma con pulcritud cuanto le encargan. En esta ocasi¨®n no ha superado su postura.
De este distanciamiento adolece la pel¨ªcula. Badham ha enriquecido las secuencias triviales y, en su lugar, abreviado las que constituyen el n¨²cleo de la historia. Importan m¨¢s, por tanto, los gui?os del paciente a la enfermera o la locura nocturna que le organizan algunos empleados del hospital que la discusi¨®n de la eutanasia como derecho de cualquier ciudadano. La superficialidad ahoga la ambici¨®n del proyecto.
Es dif¨ªcil desarrollarlo seriamente desde una perspectiva acomodada al gran p¨²blico, es decir, deseando satisfacer la inquietud de espectadores de todo el mundo, de tan distintas premisas morales, con muy diversas soluciones al problema. Las buenas intenciones quedan a medio camino; se ha elegido el melodrama trivial como manera de tantear la defensa de la eutanasia que no s¨®lo late en toda la pel¨ªcula sino que forma parte de su largo discurso final. Se puede estar de acuerdo con el mensaje, pero m¨¢s dif¨ªcilmente con la f¨®rmula dram¨¢tica elegida.
As¨ª, al menos pareci¨® opinar la mayor parte de la cr¨ªtica presente en el ¨²ltimo festival de Cannes, donde Mi vida es m¨ªa pas¨® pr¨¢cticamente desapercibida.
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