Las mujeres y la democracia
En el curso sobre Las pol¨ªticas de la mujer en las democracias europeas, de la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo, en Santander, se analiz¨® la discriminaci¨®n de la que son objeto las mujeres espa?olas en las tres ¨¢reas delimitadas por el convenio de Naciones Unidas, suscrito por el Gobierno espa?ol y ratificado por las Cortes este verano, de salud, educaci¨®n y empleo, y se estudiaron las medidas que est¨¢n aplicando otros pa¨ªses europeos para cumplir con las metas a que dicho convenio obliga a las partes firmantes. Las conclusiones del seminario fueron debatidas con la ministra de Cultura, Soledad Becerril, y con Alfonso Guerra, Nicol¨¢s Sartorius y Juan Ignacio S¨¢enz D¨ªez, en representaci¨®n de sus partidos. Hoy resulta interesante recordar lo que se dijo en aquella ocasi¨®n, puesto que estamos en plena campa?a electoral y parece ser el momento m¨¢s adecuado para preguntarse c¨®mo los partidos han concretado su oferta democr¨¢tica a las mujeres de este pa¨ªs.
Los ponentes al seminar¨ªo, seg¨²n un exhaustivo an¨¢lisis de la situaci¨®n de discriminaci¨®n a la que est¨¢n sometidas las mujeres espa?olas, concluyeron se?alando que casi se pod¨ªa cuestionar si la democracia que se est¨¢ construyendo en este pa¨ªs (a pesar de las dificultades) est¨¢ siendo una democracia para las mujeres. Es cierto que la Constituci¨®n establece, en su art¨ªculo 14, que no puede haber diferencias en raz¨®n del sexo, pero la pr¨¢ctica pol¨ªtica, econ¨®mica y social ni siquiera se aproxima a esta declaraci¨®n. Es cierto que tambi¨¦n existen otras formas de discriminaci¨®n en la poblaci¨®n, que son igualmente inconstitucionales, pero no parecen ser tan graves como los de la situaci¨®n de las mujeres, el 75% de las cuales ni siquiera puede aspirar a un puesto de trabajo remunerado, sin el cual dif¨ªcilmente pueden obtener otras formas de independencia y libertad.En educaci¨®n no se cumplen las metas de educaci¨®n mixta propuestas por la ley de Educaci¨®n de 1970, que en este pa¨ªs ser¨ªa un primer paso para la eliminaci¨®n de la segregaci¨®n escolar por sexos y la unificaci¨®n de los programas educativos. Medida que por s¨ª sola no es suficiente, pues el objetivo siguiente deber¨ªa ser el de transformar la educaci¨®n mixta en coeducaci¨®n, es decir, lograr el desarrollo de formas educativas que permitan que todos los individuos sean formados, a la vez, en los valores y pr¨¢cticas hist¨®ricamente considerados como femeninos y masculinos. En las condiciones de empleo, la tasa de actividad femenina espa?ola es del 26,5%, mientras que en el conjunto de los pa¨ªses de la CEE es superior al 35,5%. Mientras en el resto de Europa las mujeres han logrado defender sus puestos de trabajo en medio de la crisis econ¨®mica y el paro, en Espa?a, entre 1974 y 1980, la poblaci¨®n activa ha disminuido en 167.000 personas, de las cuales 121.400, es decir, el 72,7%, han sido mujeres. Los pocos puestos de trabajo que a¨²n mantienen las mujeres se encuentran en las llamadas "profesiones femeninas", las de m¨¢s baja remuneraci¨®n y status social. En cuanto a la salud, uno de los problemas principales que afectan hoy a las mujeres, el de la anticoncepci¨®n, no ha sido a¨²n enfrentado con un m¨ªnimo de seriedad. S¨®lo existen treinta centros de planificaci¨®n familiar dependientes del Ministerio de Sanidad, y ¨¦stos no se preocupan de entregar informaci¨®n y orientaci¨®n, sino que funcionan s¨®lo como un subproducto de la atenci¨®n ginecol¨®gica. Ni hablar, por supuesto, de orientaci¨®n sexual, de atenci¨®n a los trastornos nerviosos espec¨ªficos del ama de casa (m¨¢s all¨¢ de una preocupante tendencia al consumo de tranquilizantes) o de una nueva forma de atenci¨®n en el embarazo y el parto.
La situaci¨®n de la mujer espa?ola no s¨®lo refleja la discriminaci¨®n que existe en otros pa¨ªses del mundo y que ha llevado a las Naciones Unidas a organizar el decenio por la igualdad entre hombres y mujeres, sino que es peor de la que existe en los pa¨ªses europeos a los cuales aspiramos integrarnos. Pues, en ¨¦stos, la integraci¨®n de las mujeres a la sociedad y la consecuci¨®n pr¨¢ctica de sus derechos democr¨¢ticos parece haberse planteado con m¨¢s firmeza y compromiso que en Espa?a.
Distancias del poder
Para ello, no s¨®lo se ha modificado el marco legal de modo de garantizar expl¨ªcitamente los derechos individuales de las mujeres, sino que se han establecido una serie de medidas administrativas y program¨¢ticas, tendentes a posibilitar en el mediano plazo la eliminaci¨®n de las discriminaciones m¨¢s importantes. En los pa¨ªses europeos se han creado organismos gubernamentales (situados al nivel de Ministerio, Direcci¨®n General o comisi¨®n directamente dependiente del primer ministro o presidente de Gobierno) cuya funci¨®n es proponer los programas, coordinar las actividades que se realizan en los ministerios y vigilar el cumplimiento de los objetivos propuestos. Sin embargo, no basta con leyes y programas, pues el peso ideol¨®gico y los obst¨¢culos de todo tipo para que se elimine efectivamente la discriminaci¨®n de las mujeres es muy fuerte. Es por ello que se han buscado mecanismos alternativos para hacer cumplir las leyes antidiscriminatorias y para que las mujeres, efectivamente, puedan exigir el cumplimiento de sus derechos democr¨¢ticos. Tres de ellos parecen interesantes de analizar por su posibilidad de aplicaci¨®n en nuestro pa¨ªs: la acci¨®n afirmativa (o discriminaci¨®n positiva), la defensora del pueblo y la pol¨ªtica de apoyar y potenciar desde el Estado el trabajo de las organizaciones feministas.
La acci¨®n afirmativa parte de la constataci¨®n del hecho de que en la sociedad existe una discriminaci¨®n de hecho en favor de los hombres, independientemente de que se establezcan leyes o preceptos constitucionales que digan lo contrario. Es as¨ª como los hombres tienen acceso preferencial a los puestos de trabajo, a la educaci¨®n y al disfrute de otros recursos sociales. En el caso del empleo, por ejemplo, los empleadores prefieren contratar a un hombre, aunque las mujeres candidatas tengan, incluso, mejor preparaci¨®n t¨¦cnica. En la pol¨ªtica, la situaci¨®n llega al extremo, pues se margina sistem¨¢ticamente a las mujeres de los puestos de poder, aunque tengan igual capacidad (o superior) que un oponente masculino. Esta es una historia que las mujeres conocen por experiencia pr¨¢ctica: han de realizar el doble de esfuerzo para lograr lo mismo.
Las medidas de acci¨®n afirmativa tienden a equilibrar la balanza, haciendo que en igualdad de condiciones se elija a una mujer, hasta que la proporci¨®n de ambos sexos sea semejante. Ello se puede hacer fijando un mecanismo de cuotas u otros similares. Por ejemplo, se pueden fijar cuotas o porcentajes de mujeres que deben ser contratadas en determinados empleos, o un porcentaje de mujeres que deben estar en las listas electorales o en determinados cargos de la Administraci¨®n. Esto no quiere decir que se elija a una mujer para un empleo o para un puesto simplemente por ser mujer, sino que se se?ala que en igualdad de condiciones se ha de elegir a una mujer, en todos aquellos casos en que haya m¨¢s hombres, pues esta superioridad num¨¦rica masculina es producto de los mecanismos de discriminaci¨®n ya existentes que los privilegian.
En el caso del defensor del pueblo, en los pa¨ªses en que ¨¦ste es una instituci¨®n importante, que vincula a la sociedad civil con el Estado, se ha creado una secci¨®n especial encargada de resolver los casos de discriminaci¨®n en contra de las mujeres. Esta es la situaci¨®n, por ejemplo, de Suecia. All¨ª existe una defensora del pueblo, que atiende los casos de discriminaci¨®n que se le presentan y que puede mediar en ellos, llevarlos ante los tribunales y crear una opini¨®n p¨²blica al respecto.
La tarea feminista
La pol¨ªtica de apoyar y potenciar a las organizaciones feministas se ha traducido en una pol¨ªtica de apoyo a la investigaci¨®n y docencia sobre las mujeres en universidades y centros de investigaci¨®n, apoyo a las casas de mujeres u otras organizaciones que se crean para concienciar a las mujeres, apoyo al desarrollo de medios de comunicaci¨®n desarrollados por grupos de mujeres, etc¨¦tera. La problem¨¢tica de la mujer es muy compleja por el peso de los prejuicios y las ideas, y s¨®lo transformando ¨¦stas es posible hacerle frente. Nadie como las propias organizaciones pueden convertirse en mecanismos de apoyo a las mujeres con problemas: violaciones, violencia en el hogar, discriminaciones de todo tipo, etc¨¦tera. El Gobierno puede asumir algunas tareas, pero puede potenciar y apoyar el que estas organizaciones, muchas veces carentes de recursos, puedan desarrollar sus actividades. Todas estas medidas, que forman parte de las pol¨ªticas sobre la mujer que est¨¢n desarrollando los Gobiernos occidentales, son s¨®lo un marco que puede posibilitar la eliminaci¨®n de las discriminaciones m¨¢s importantes en contra de las mujeres. En el largo plazo, la propuesta feminista de transformaci¨®n de la sociedad supone la erradicaci¨®n de una divisi¨®n sexual injusta y de las estructuras patriarcales que condicionan la vida de hombres y mujeres. Esto implica que se rompa la noci¨®n de roles masculinos y femeninos tal como hoy existen. Algunos Gobiernos ya han apuntado en esta direcci¨®n al establecer leyes que posibilitan que los hombres se hagan cargo del cuidado de los hijos y del hogar. Por ejemplo, las leyes de permiso parental, la acci¨®n afirmativa para que se contrate a los hombres en los puestos femeninos (por ejemplo, en parvularios, etc¨¦tera).
La Constituci¨®n de este pa¨ªs se?ala que no deber¨¢ haber discriminaci¨®n por razones de sexo, es decir, que hombres y mujeres tienen iguales derechos y poderes. La aplicaci¨®n de este precepto constitucional deber¨ªa obligar a cualquier partido pol¨ªtico que se define como democr¨¢tico a buscar los mecanismos para que la realidad de las mujeres espa?olas sea transformada, puesto que es obvio que, en este caso, la Constituci¨®n s¨®lo es letra muerta. Es cierto que todos los partidos hablan de igualdad, pero los partidos de izquierda son quienes se manifiestan m¨¢s partidarios de la eliminaci¨®n de desigualdades entre hombres y mujeres. Las encuestas elecorales dan como probable triunfador al PSOE, lo que parecer¨ªa indicar que las mujeres podr¨ªan tener, hoy, la oportunidad hist¨®rica de modificar su situaci¨®n. Pero nuestra impresi¨®n es que ni el programa electoral, ni la campa?a que ha desarrollado el PSOE le han dado a este tema la importancia que ¨¦l tiene. Se puede aducir que las mujeres no constituyen un grupo de presi¨®n tan organizado como otros grupos, o que el movimiento feminista en estos momentos no ha sabido concretar unas reivindicaciones m¨ªnimas para el corto plazo. Pero ¨¦stos no deber¨ªan ser argumentos para un partido que se sienta verdaderamente democr¨¢tico, pues lo que est¨¢ en juego es que la democracia sea no s¨®lo para el 50% de los ciudadanos de este pa¨ªs (los hombres), sino para todos.
La tarea de transformaci¨®n de la sociedad patriarcal es fundamentalmente la tarea del movimiento feminista, y depender¨¢ de la capacidad que ¨¦ste tenga para insertarse en la sociedad y transformarla. Pero las mujeres necesitan hoy el marco democr¨¢tico que permita a todas las mujeres incorporarse a la sociedad de modo de poder transformarla. Esperemos que pasado el per¨ªodo electoral se pueda abrir un amplio debate con el nuevo Gobierno elegido sobre la pol¨ªtica que ¨¦ste desarrollar¨¢ en el futuro.
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