Derecha, izquierda y subversi¨®n democr¨¢tica
En todas partes, pol¨ªticos, periodistas, polit¨®logos, comentaristas, pueblo llano, sin una sola excepci¨®n, parece como si se hubiesen puesto todos de acuerdo para matasellar con el mismo membrete la oferta socio-pol¨ªtico-econ¨®mica de los socialistas dirigidos por Felipe Gonz¨¢lez. La cantilena es universal: programa moderado, m¨¢s que moderado, burgu¨¦s, nada revolucionario, de derechas.Sobre el terreno, esa valoraci¨®n com¨²n de lo que significar¨ªa la llegada de los socialistas espa?oles al poder querr¨ªa decir que consolidar la fr¨¢gil democracia espa?ola y afrontar en serio la enmascarada tragedia econ¨®mica -que cada cual admite como los dos grandes problemas de la Espa?a contempor¨¢nea- ser¨ªa equivalente a una pol¨ªtica moderada, burguesa, conservadora, no revolucionaria, de derechas, etc¨¦tera.
Quienes as¨ª opinan, espa?oles (PSOE incluido) y extranjeros de todo el planeta, de entrada, y con honestidad, tendr¨ªan que aclarar una cuesti¨®n elemental: ?Respecto a qu¨¦ es moderado el programa del PSOE? Que se sepa, hoy en el planeta existen la llamada revoluci¨®n sovi¨¦tica, la china, la cubana, la qu¨ªmica, las revoluciones fascistas sembradas por todas las tierras subdesarrolladas, la denominada socialdemocracia, el bautizado socialismo a la francesa, el capitalismo occidental y alg¨²n sistema m¨¢s, derivado, sin duda, de los anteriores. Otra vez la misma pregunta: ?Respecto a qu¨¦ o respecto a qui¨¦n es moderado el programa de los socialistas hispanos?
A esta cuesti¨®n nadie responde. Y parece ser que es l¨®gico, porque se trata de t¨¦rminos convenidos pr¨¢cticamente desde siempre, de los que no es necesario aclarar nada porque todo el mundo conoce de carrerilla su significado. Se es revolucionario o se es moderado o conservador. Dicho de otra manera, se es de derechas o de izquierdas o progre, en Espa?a, y todo eso cada cual entiende de antemano que es una valoraci¨®n establecida respecto a la revoluci¨®n encarnada por el marxismo, o el marxismo-leninismo, en el caso de la izquierda, respecto al capitalismo cuando se trata de la derecha.
Como ocurre en todas las situaciones, de la existencia del hombre en particular y de las colectividades en general, la urgencia de la vida fuerza a la simplificaci¨®n. La humana dimensi¨®n conservadora y ego¨ªsta de todo ser no facilita las cosas, es decir, la evoluci¨®n. Y as¨ª pasan las generaciones, y con vocablos que un d¨ªa, en una situaci¨®n concreta, tuvieron una significaci¨®n innegable, positiva o negativa, contin¨²an valor¨¢ndose otros tiempos, otras situaciones que no tienen nada que ver, o casi, con esas nociones simplistas del pasado. Y de esta manera se han amasado y se amasan las tragedias m¨¢s cruentas.
El otro socialismo
?Qui¨¦n es, hoy, de derechas o de izquierdas? ?Qu¨¦ es, hoy, ser de derechas o de izquierdas? El debate, inagotable, es de actuali
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dad en Espa?a por mor de sus comicios generales, pero lo es en el mundo entero, y en Occidente mucho m¨¢s. Su democracia padece, precisamente, del conservadurismo reaccionario consistente en dormir a pierna suelta en las s¨¢banas de la historia, dando media vuelta de tiempo en tiempo para autoenga?arse o autoconsolarse. Filosofar sobre este tema ser¨ªa interminable, pero tampoco es necesario, puesto que, a largo plazo, quien sanciona las ideas es su pr¨¢ctica, es decir, los hechos producidos por una teor¨ªa. Hay que examinar los hechos: en el plano mundial, de unos lustros a esta parte, la imagen liberadora del ser humano que acredit¨® el comunismo se ha hecho trizas. En el mundo pobre y en el rico, hoy, se invoca otro socialismo, del que nadie ofrece la receta.
El mundo capitalista, que es, adem¨¢s, el industrializado, ten¨ªa ya que haberse autodisuelto, seg¨²n profec¨ªa de Lenin. Pero contin¨²a m¨¢s vivo que nunca y ya se perfila como el gerente de la tercera revoluci¨®n industrial que debiera generar m¨¢s justicia y m¨¢s libertad en todo el planeta. En este aspecto, porque es el que goza de la ¨²nica libertad que se conoce, es en el que las nociones de derechas e izquierdas padecen realmente d¨¦ todos los prejuicios del pasado revolucionario que mitific¨® la toma del Palacio de Invierno. En el ¨¢rea comunista, el problema no se plantea: oficialmente se es de izquierdas o revolucionario.
En el Occidente de la democracia formal o burguesa, tras la ¨²ltima guerra mundial, paso a paso, se ha asistido a la cristalizaci¨®n de un fen¨®meno que hoy, como consecuencia de la crisis econ¨®mica, es m¨¢s evidente a¨²n. La confrontaci¨®n derecha-izquierda, resultado hist¨®rico de la divisi¨®n radical ricos-pobres, ha perdido aspereza y sentido con el crecimiento econ¨®mico. En todos los pueblos occidentales democr¨¢ticos se observa que el progreso, la justicia, todas las libertades, en suma, no son el dividendo del enfrentamiento que mantienen las nociones tradicionales de la derecha y de la izquierda, sino el de la din¨¢mica de competencia inherente al funcionamiento de la democracia.
Lo anterior lo cantan las realidades del Occidente contempor¨¢neo: Estados Unidos, Jap¨®n, Alemania Occidental, Inglaterra, Suecia (la socialdemocracia ha jugado el papel de distribuidor del sistema capitalista) y todos los dem¨¢s pa¨ªses democr¨¢ticos no han necesitado del infantilismo de esos vocablos hist¨®ricos (derecha e izquierda) para colocarse en la vanguardia mundial del progreso y de las libertades. La alternancia democr¨¢tica y la competencia que esta ¨²ltima genera han hecho que, una vez los conservadores y otra los progresistas, realicen la evoluci¨®n social, pol¨ªtica, econ¨®mica, etc¨¦tera.
En este orden de cosas, el caso franc¨¦s es el m¨¢s ejemplar. Por m¨¢s de una raz¨®n hist¨®rica, en Francia la agresividad, la radicalizaci¨®n derecha-izquierda, seg¨²n los c¨¢nones m¨¢s retr¨®grados, a¨²n hoy, son de actualidad, a pesar de los batacazos que a los unos y a los otros les ha propinado la historia m¨¢s reciente: durante los veintitr¨¦s a?os de la V Rep¨²blica, fundada por el general Charles de Gaulle, el hoy presidente de la izquierda, Fran?ois Mitterrand, combati¨® ferozmente, sin respiro, las instituciones (eran para ¨¦l un "golpe de Estado permanente"), la fuerza nuclear, el programa electro-nuclear. Hoy, Francia como naci¨®n y el Gobierno de izquierdas como tal han hecho suyos el "golpe de Estado permanente" (Mitterrand ejerce absolutamente los omn¨ªmodos poderes de la Constituci¨®n gaullista), la bomba at¨®mica y el ¨¢tomo civil.
La subversi¨®n 1982
M¨¢s a¨²n: el ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, hombre de la derecha m¨¢s chula, les ofreci¨® a los franceses la contracepci¨®n y el aborto que le rob¨® al programa de la izquierda. Mitterrand, a su vez, en estos momentos, tras un a?o de elucubraciones, realiza una pol¨ªtica econ¨®mica de austeridad que el ex primer ministro Raymond Barre, de derechas, hubiera practicado en su d¨ªa si los sindicatos de izquierda se lo hubiesen permitido. Hoy mismo, la oposici¨®n, de derechas, ayer en el poder, dice "no" a todo lo que hace Mitterrand, ¨²nicamente porque ¨¦ste es de izquierdas, de igual manera que el actual presidente, durante casi un cuarto de siglo se hizo una figura nacional gracias a su "no" de sesi¨®n continua a la derecha gobernante.
Este di¨¢logo de sordos, esterilizante, provocado por la guerra ultra entre la derecha y la izquierda, ha hecho de Francia, el pa¨ªs potencialmente m¨¢s rico de Europa occidental, "una sociedad en v¨ªas de desarrollo pol¨ªtico" que a¨²n suprimi¨® la pena de muerte el a?o pasado y que ha tenido que espantar a m¨¢s de la mitad de sus conciudadanos con el socialismo a la francesa para, en ¨²ltima instancia, intentar hacer lo que ya han hecho todos los dem¨¢s pa¨ªses industrializados, que, m¨¢s espabilados, se han desembarazado a tiempo de todas las pendejadas ideol¨®gicas, que en los tiempos presentes representan una levadura de neoconservadurismo.
Pero en el resto de Occidente, como en Francia, el crecimiento econ¨®mico salvaje hizo saber que el progreso global de las sociedades, por las buenas o por las malas, lo realiza quien est¨¢ en el poder, de derechas o de izquierdas, forzado por la din¨¢mica democr¨¢tica. Y la crisis econ¨®mica hist¨®rica presente atestigua m¨¢s a¨²n ese fen¨®meno: ni la derecha ni la izquierda son depositarias de f¨®rmulas milagrosas para resolver los problemas de fondo o para proponer algo nuevo y convincente.
En este marco democr¨¢tico occidental, la Espa?a que acaba de votar el d¨ªa 28, porque las libertades son como ni?os anhelantes, ofrece un caso espec¨ªfico, pero no tanto: todo lo que tiene de in¨²til, de ultraconservador, de perverso y pernicioso la arcaica dial¨¦ctica derecha-izquierda se ha abatido sobre el quehacer cotidiano de estos primeros a?os de la democracia hispana. Desde que en 1975 cay¨® la dictadura, s¨®lo tres hechos brillan como aut¨¦nticamente democr¨¢ticos, creadores, subversivos ( la noci¨®n revolucionarios es ambigua) en la Espa?a que amaneci¨® en 1975: el consenso nacional que reuni¨® a todas las potencialidades del pa¨ªs, sin distinci¨®n, para elaborar la Constituci¨®n; el gesto comunista, consistente en aceptar la bandera bicolor, y otro gesto, colectivo, fue cuando el pueblo espa?ol, durante dos minutos, se par¨® all¨ª donde se encontraba para manifestar su repulsa al golpismo.
En nombre de ese conservador enfrentamiento derecha-izquierda, ya hay intelectuales de izquierdas que anticipan la decepci¨®n que les causar¨¢ el PSOE en el poder. Por igual raz¨®n, encarrilar a Espa?a de manera irreversible por la senda. de la democracia se considera como un programa moderado, y dar de comer a todos los espa?oles, tambi¨¦n. Ni la derecha, ni la izquierda, ni la revoluci¨®n caduca y esperp¨¦ntica: ser¨¢ la subversi¨®n, definida por la democracia formal de 1982, la que les d¨¦ simplemente ganas de vivir a los espa?oles y a todos los dem¨®cratas del mundo. En todo lo dem¨¢s hay mucho de pamplina. Y Espa?a, concretamente, no est¨¢ para bromas. Por el contrario, parad¨®jicamente, puede volver a colgar el cartel de milagro democr¨¢tico espa?ol, con el que fue galardonada por todo Occidente al final de la d¨¦cada de los a?os setenta, si es capaz de balbucear s¨®lo un intento de la pol¨ªtica subversiva que ser¨ªa reinventar la pr¨¢ctica de la democracia.
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