La Iglesia cat¨®lica ha sido la m¨¢s consistente fuerza de oposici¨®n al r¨¦gimen de los militares brasile?os
La Iglesia cat¨®lica desempe?¨® un papel determinante en el proceso brasile?o de apertura. Los comentaristas pol¨ªticos opinan que ha sido, a trav¨¦s de su opci¨®n preferencial por los pobres, la mayor y m¨¢s permanente fuerza de oposici¨®n en Brasil al r¨¦gimen militar, principalmente en su per¨ªodo m¨¢s represivo. Este liderazgo le cost¨® a la Iglesia el asesinato de ocho sacerdotes y la prisi¨®n de, por lo menos, otros 124. Muchos de ellos fueron sometidos a torturas. Pero nada de eso hizo variar la firme contestaci¨®n de una jerarqu¨ªa cat¨®lica que asumi¨® como tarea evang¨¦lica la defensa de los derechos humanos y la exigencia de un reparto justo de la riqueza.
ENVIADO ESPECIALEl reciente encarcelamiento de dos misioneros franceses por supuestas actividades contra el Gobierno revela que las hostilidades entre el sistema y la Iglesia est¨¢n todav¨ªa abiertas, aunque obispos y sacerdotes reconocen que ya pasaron los tiempos de la persecuci¨®n directa.
En palabras de un sacerdote espa?ol que desde hace siete a?os trabaja en el extrarradio de Sao Paulo, "la Iglesia no ha cambiado; sigue donde estaba, junto a los m¨¢s pobres. Es el Gobierno el que decidi¨® abrir su pol¨ªtica porque ya no se sosten¨ªa m¨¢s". El padre Vidal vive en una modesta casita de Maua, en medio de una poblaci¨®n obrera que, al menos en un 15%, ocupa chabolas de cart¨®n y hojalata.
El abogado paulista Jos¨¦ Carlos D¨ªas, ex presidente de la comisi¨®n Justicia y Paz y probable secretario de Justicia en el pr¨®ximo Gobierno opositor de Sao Paulo, opina que "la Iglesia ha sido la mayor fuerza de oposici¨®n al r¨¦gimen militar". El periodista Bernardo Kucinski, autor de un libro sobre la apertura, coincide en este juicio, que por lo dem¨¢s comparten la mayor¨ªa de las personas vinculadas a la pol¨ªtica con las que he tenido ocasi¨®n de conversar.
Trescientos veinte obispos, m¨¢s de 12.000 sacerdotes, unas 45.000 religiosas y m¨¢s de tres millones de cat¨®licos, agrupados en las comunidades de base, constituyen sin duda la fuerza m¨¢s numerosa que se haya movilizado en Brasil contra la dictadura militar. Pero no siempre ocurri¨® esto. Incluso en 1964, el arzobispo de Sao Paulo el hoy progresista cardenal Evaristo Arns, bendijo a la columna militar que acababa de derrocar al Gobierno constitucional de Jo¨¢o Goulart. Pasar¨ªan todav¨ªa cuatro a?os hasta que de la reuni¨®n de obispos de Medell¨ªn la jerarqu¨ªa brasile?a regresase impregnada de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n.
En 1968 ya fue asesinado el sacerdote Enrique Ferreira, ayudante del cardenal Helder C¨¢mara. A partir de ese momento se acelera la toma de conciencia de la Iglesia y, con el apoyo de las comunidades de base, se pone en marcha todo un movimiento de denuncia sistem¨¢tica. En 1972, el cardenal Arns crea la comisi¨®n Justicia y Paz con la doble finalidad de defender a los perseguidos y denunciar las barbaridades de un sistema que carga con la responsabilidad de haber hecho desaparecer a un m¨ªnimo de 380 personas.
Comunidades de base
Las comunidades de base se constituyen, principalmente en los barrios m¨¢s pobres, con grupos desde diez hasta cincuenta personas, que se re¨²nen al menos una vez por semana y, m¨¢s frecuentemente, con ocasi¨®n de algunos conflictos graves. En 1978 hab¨ªa ya en todo el pa¨ªs m¨¢s de 60.000 comunidades.Los sacerdotes salen as¨ª de sus iglesias para relacionarse con un mundo en el que sobrevivir es un problema de cada d¨ªa. Sacerdotes y obispos terminan por convertirse en portavoces de la protesta social.
Ning¨²n otro movimiento en el pa¨ªs tiene una fuerza de convocatoria que le permita concentrar a medio mill¨®n de personas en menos de veinticuatro horas. En 1978, el enfrentamiento Iglesia-Estado llega a su nivel m¨¢ximo. Dos sacerdotes hab¨ªan sido asesinados en el Mato Grosso y el obispo Adriano Hypolito fue secuestrado y torturado en la periferia de R¨ªo de Janeiro. El primer gran movimiento huelgu¨ªstico liderado por Lula se iniciaba en el cintur¨®n industrial de Sao Paulo.
El movimiento Costo de Vida, que hab¨ªa surgido junto a las comunidades de base, envi¨® ese a?o al palacio presidencial de Planalto una delegaci¨®n que entreg¨® centenares de legajos, con la firma de 1,3 millones de brasile?os, que ped¨ªan: una paga de emergencia del 30%, congelaci¨®n de precios en los art¨ªculos de primera necesidad, aumentos salariales de acuerdo con la dignidad de la familia y reparto de tierras a quienes trabajan en ellas.
Justamente un a?o m¨¢s tarde, el r¨¦gimen militar decide al fin abrir la tenaza: concede la amnist¨ªa y anuncia su prop¨®sito de convocar elecciones pluripartidistas en 1982. La Conferencia Episcopal hizo su propio balance de bajas en esta guerra con el Gobierno militar: 8 muertos y encarcelados 122 sacerdotes y 131 activistas laicos.
Inicio de la distensi¨®n
La visita del Papa, con su respaldo a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, marca el inicio de la distensi¨®n; pero los sectores m¨¢s duros del sistema no perdonaron a¨²n a la Iglesia su combatividad. El general Moazir Pereira, comandante de la divisi¨®n de Belo Horizonte, interrumpi¨® a gritos una misa en la que el oficiante pidi¨® un rezo por los dos sacerdotes franceses detenidos. El general invitar¨ªa luego a los cat¨®licos a tomar actitudes similares cuando estuviesen en desacuerdo con la homil¨ªa de los sacerdotes.Pereira es gran amigo del general Coelho Neto, jefe del gabinete del ministro del Ej¨¦rcito y aspirante a suceder en la presidencia a Figueiredo. El abogado Jos¨¦ Carlos D¨ªas dice de ¨¦l que "es un enemigo p¨²blico de la Iglesia".
En el c¨ªrculo de amistades del general Pereira est¨¢ tambi¨¦n Alfonso Paulino, director de un peri¨®dico ultraderechista de Belo Horizonte, en cuya imprenta se edit¨® una versi¨®n falsificada del peri¨®dico O Sao Paulo, ¨®rgano del arzobispado. En su primera p¨¢gina se publicaba una supuesta autocr¨ªtica del cardenal Arns bajo el t¨ªtulo Mea culpa. Despu¨¦s de confesarse manipulado durante muchos a?os, el art¨ªculo terminaba con estas palabras: "Que mis compa?eros del episcopado no pierdan la fe en Dios para convertirse a la fe en Marx". El propio Arns desenmascar¨® el montaje con ayuda de la comisi¨®n Justicia y Paz, que no cont¨® con colaboraci¨®n policial para desentra?ar la trama de la operaci¨®n.
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