"Ha disminuido la represi¨®n, pero el pueblo es cada vez m¨¢s pobre"
Claudio Hummes, 47 a?os, descendiente de alemanes, con aspecto de intelectual n¨®rdico, es obispo de San Andr¨¦s, una di¨®cesis que cuenta con una poblaci¨®n de dos millones de personas, en la periferia de Sao Paulo. Durante las grandes huelgas de 1978 a 1980, cuando el Gobierno prohibi¨® toda reuni¨®n de los huelguistas, don Claudio abri¨® sus iglesias y aulas parroquiales para que los obreros pudieran mantener el debate. Desde entonces se le llama el obispo de las huelgas.
Pregunta. ?Por qu¨¦ un obispo toma partido en una confrontaci¨®n sindical?Respuesta. La Iglesia decidi¨® prestar unos servicios a los huelguistas porque consideraba que su lucha era justa y pac¨ªfica. Nosotros no organizamos las huelgas, sino que ayudamos a quienes las hac¨ªan. Recaudamos dinero y alimentos para que pudieran sobrevivir las familias, porque en Brasil los sindicatos est¨¢n ligados al Ministerio de Trabajo y no pueden emplear sus fondos para esto. Cuando el Gobierno declar¨® ilegales todas las reuniones, abrimos nuestras parroquias e iglesias a los trabajadores porque entendimos que apoy¨¢bamos as¨ª un derecho b¨¢sico del hombre. Es cierto que algunas asambleas se celebraron en iglesias, porque no hab¨ªa otros locales lo bastante grandes, y es cierto tambi¨¦n que en las asambleas de huelguistas se grita, pero ¨¦sa es una forma de oraci¨®n tambi¨¦n porque se est¨¢ luchando por la justicia.
P. ?Es cierto que las relaciones de la Iglesia con el Estado mejoraron en los ¨²ltimos a?os?
R. Nunca me preocup¨¦ especialmente por saber si esas relaciones mejoraban o no. La primera preocupaci¨®n de la Iglesia debe ser la de averiguar si est¨¢ siendo fiel al Evangelio y al pueblo que debe intentar salvar. Ese es el criterio fundamental. La Iglesia contin¨²a luchando por lo que siempre lucho: los derechos humanos, la libertad y la justicia social. Si mejoraron las relaciones con el Estado debi¨® ser porque ¨¦ste cambi¨®.
P. ?C¨®mo analizar¨ªa usted ese cambio?
R. A partir de la apertura pol¨ªtica del actual Gobierno ha disminuido ciertamente la represi¨®n, pero no ha habido cambios sustanciales en el modelo econ¨®mico y social, lo que hace que el pueblo sea cada vez m¨¢s pobre. Ese modelo va contra la doctrina social de la Iglesia, que otorga prioridad al trabajo frente al capital.
P. Su presencia en unas huelgas encabezadas por Lula, un hombre que aparece hoy al frente de un partido pol¨ªtico, y el apoyo que algunos sacerdotes dan a esta formaci¨®n, ?no puede hacer creer a la gente que la Iglesia est¨¢ tomando una opci¨®n partidista?
R. Cuando la Iglesia pide una mayor socializaci¨®n de la riqueza no significa que est¨¦ apoyando a los partidos que tambi¨¦n plantean ese mismo tema, sino que lo hace por su propia doctrina. Ligarse a un partido equivaldr¨ªa a pretender gobernar. Eso es algo que nunca ha estado en el ¨¢nimo de la Iglesia. El reino de Dios es mayor que cualquier proyecto pol¨ªtico.
P. El hecho de que la Iglesia brasile?a haya optado por los pobres ?no ha planteado problemas y conflictos de clases entre sus fieles?
R. La opci¨®n preferencial por los pobres no supone una exclusi¨®n de las dem¨¢s clases, a quienes invitamos a que tambi¨¦n se adhieran a esos principios. Hemos hecho nuestra la lucha de los pobres porque es una lucha por la justicia.
P. Dijo antes que la Iglesia defiende las luchas pac¨ªficas, pero en algunas situaciones extremas, como las que se est¨¢n dando en Centroam¨¦rica, determinados sectores justifican incluso la violencia.
R. Jesucristo no propone la violencia como norma para liberar al hombre, pero no existen procesos qu¨ªmicamente puros y en algunas ocasiones los pueblos optan por la violencia en situaciones extremas, como un ejercicio de la leg¨ªtima defensa. La Iglesia no puede en esos casos apartarse del pueblo que tom¨® esa opci¨®n. Incluso debe estar presente para intentar que la dosis de violencia sea la m¨ªnima posible.
P. ?C¨®mo resumir¨ªa el papel de la Iglesia bajo la dictadura?
R. Mantuvo una constante denuncia de los abusos del r¨¦gimen. La Iglesia brasile?a tuvo coraje para desvelar tales cosas, dando voz a quienes no la ten¨ªan.
P. ?Cu¨¢l fue el precio que tuvo que pagar?
R. Hubo presos y a¨²n quienes pagaron con su vida esa lucha por la justicia.
P. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece la apertura pol¨ªtica?
R. Es cierto que existe una cierta apertura, pero todos los analistas est¨¢n de acuerdo en que no fue un don del Gobierno, sino una conquista del pueblo. Soy optimista de cara al futuro, no tanto por los prop¨®sitos del r¨¦gimen, sino por la voluntad de un pueblo que ha decidido organizarse. Lo dem¨¢s, lo que el Gobierno haga, eso es mejor esperar a verlo para creerlo.
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