Clima de intranquilidad en el seno de las fuerzas armadas portuguesas
La ley de Defensa Nacional, el presupuesto para 1983 y la eventual sustituci¨®n de los jefes de Estado Mayor han generado un clima de intranquilidad en el seno de las fuerzas armadas portuguesas. El gesto del general Eanes de vetar la ley de Defensa Nacional y Organizaci¨®n de las Fuerzas Armadas tiene un valor poco m¨¢s que simb¨®lico: bastar¨¢ el voto de los dos tercios de los diputados para hacer obligatoria su promulgaci¨®n, y, salvo accidente, Alianza Democr¨¢tica y el partido socialista asegurar¨¢n esa mayor¨ªa cualificada.
En las explicaciones dadas al Parlamento, el general Eanes ha invocado la experiencia que acumul¨® como jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito y luego como jefe del Estado, comandante supremo de las fuerzas armadas, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor y del Consejo de la Revoluci¨®n en la dif¨ªcil tarea de devolver la tranquilidad y la disciplina al Ejercito portugu¨¦s, despu¨¦s de los episodios revolucionarios de 1974.En nombre de esta experiencia, el general presidente llama la atenci¨®n de los diputados sobre el malestar y las perturbaciones que la ley va a suscitar entre amplios sectores militares.
En algunos medios castrenses, la decisi¨®n del general Eanes es interpretada como un gesto destinado tambi¨¦n a exculpar a los jefes de Estado Mayor de la Marina, de la Aviaci¨®n y del Ej¨¦rcito de Tierra de cualquier responsabilidad en la elaboraci¨®n de la ley, atribuyendo la exclusividad de la misma a los pol¨ªticos civiles.
La jerarqu¨ªa militar, que apoy¨® vigorosamente la desaparici¨®n del Consejo de la Revoluci¨®n y, verbalmente, el principio de la obediencia de las fuerzas armadas al poder pol¨ªtico que encarna el Gobierno, es mucho menos entusiasta en relaci¨®n a la reducci¨®n dr¨¢stica de sus propios poderes.
Los comandantes de la Aviaci¨®n, de la Marina y del Ej¨¦rcito, que ten¨ªan rango de ministros, quedan reducidos a la condici¨®n de altos funcionarios, equiparados a los directores generales de la Administraci¨®n p¨²blica, y sus respectivos estados mayores, que dispon¨ªan libremente de la totalidad del presupuesto atribuido a las fuerzas armadas por la ley de Finanzas, pasar¨¢n, con la nueva ley, a manejar cr¨¦ditos del orden del mill¨®n y medio de pesetas.
La cuesti¨®n de los gastos militares es el principal problema que atrasa la conclusi¨®n, en consejo de ministros, del proyecto de presupuesto del Estado, que deb¨ªa haber sido enviado al Parlamento hace m¨¢s de un mes.
Est¨¢ dando lugar a una disputa acalorada entre los altos mandos militares y el Gobierno, para conseguir mayores dotaciones, y entre los jefes de Estado Mayor de la Marina, de la Aviaci¨®n y del Ej¨¦rcito, para la distribuci¨®n de las mismas entre las tres armas. La situaci¨®n tampoco es tranquila en el interior de cada Estado Mayor, donde algunos generales cuestionan la manera en que los respectivos jefes han defendido los intereses de la instituci¨®n.
El Gobierno ha a?adido un nuevo elemento desestabilizador al anunciar que decidir¨¢, en el plazo de cinco d¨ªas a partir de la promulgaci¨®n de la nueva ley de Defensa, la sustituci¨®n o no de los cuatro generales que componen la Junta de Jefes de Estado Mayor.
El general Eanes ha manifestado al ministro de Defensa -que se mostr¨® sensible al argumento- que las eventuales sustituciones no deber¨ªan dar lugar a interpretaciones pol¨ªticas. Y esto ser¨¢ inevitable si los cambios se limitan a la sustituci¨®n de los generales considerados como m¨¢s pr¨®ximos de las concepciones del general Eanes, como es el caso del jefe de Estado Mayor General, Melo Egidio, o del jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Tierra, Garc¨ªa Do Santos.
La dificultad mayor para el Gobierno consiste en el apoyo de que goza, en la derecha civil y militar, el jefe de Estado Mayor de la Aviaci¨®n, general Lemos Fereira, que permanece en el cargo desde 1976.
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