Episodios sangrientos
LA ESCISION del terrorismo en distintas ramas criminalmente competitivas -ETA Militar, ETA VIII Asamblea, Comandos Aut¨®nomos- es la manifestaci¨®n organizativa de la crisis pol¨ªtica que sacude al abertzalismo violento desde hace varios a?os.Tras el asesinato del general Lago, el secuestro de Saturnino Orbegozo y el ametrallamiento en Renter¨ªa -donde el PSOE gan¨® las elecciones del 28 de octubre- de tres trabajadores, de los que uno ha fallecido, son las p¨¢ginas m¨¢s recientes escritas a sangre y fuego por el terrorismo etarra. Las sospechas sobre la autor¨ªa del secuestro del industrial guipuzcoano recaen sobre los octavos, escisi¨®n de la autodisuelta ETA Pol¨ªtico-militar, y tambi¨¦n, aunque con menos fuerza, sobre los Comandos Aut¨®nomos. Los poli-milis se hicieron tristemente c¨¦lebres por su enloquecida casu¨ªstica para distinguir entre los asesinatos que eran "ejecuciones", realizados por ellos mismos, y los simples cr¨ªmenes, atribuidos a sus sanguinarios competidores. La diferencia valorativa tambi¨¦n se extiende a la contraposici¨®n entre las extorsiones mafiosas, negocio montado por los milis, y los secuestros, especialidad preferida por los octavos, como muestran los casos de Su?er, Abreu e Iglesias. La ret¨®rica autoexculpatoria de estos orates no tiene mejor cr¨ªtica que la reproducci¨®n literal de sus textos. Seg¨²n uno de sus recientes escritos, la clave de la situaci¨®n pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco es "el principio mediante el cual decir que la pr¨¢ctica es m¨¢s fuerte que la teor¨ªa no es sino constataci¨®n de la esencia de ese rasgo espec¨ªfico que, lejos de ingeniosidades parad¨®jicas o de contradicciones flagrantes, se inscribe perfectamente en la l¨®gica de la teor¨ªa marxista bajo la forma de sobredeterminaci¨®n dial¨¦ctica ejercida por las condiciones especiales en que se mueve la din¨¢mica revolucionaria vasca". El secuestro de Saturnino Orbegozo ense?ar¨ªa, de confirmarse la autor¨ªa de los octavos, que esa mazorral literatura no es sino la tapadera para justificar la perpetraci¨®n de un crimen orientado a conseguir fondos, destinados a su vez a financiar un nuevo secuestro que sirva luego para preparar el siguiente, y as¨ª hasta el infinito. Esa caracter¨ªstica combinaci¨®n de necedad ampulosa en las palabras y de delincuencia mafiosa en las conductas obliga necesariamente a incluir a los octavos como destacados sospechosos, pese a sus ambiguos desmentidos, de esta nueva operaci¨®n criminal, planeada probablemente para conseguir el dinero que los terroristas necesitan para seguir viviendo en la marginalidad social.
Las elucubraciones ideol¨®gicas de ETA VIII Asamblea parecer¨ªan una broma si no fuera por el siniestro papel que desempe?an como justificadoras de la delincuencia. Pero el comunicado con que ETA Militar ha tratado de "explicar" el atentado de Renter¨ªa, y cuya reproducci¨®n por Egin ha dado lugar a un secuestro judicial, es simplemente un monumento a la infamia. Siguiendo la vieja costumbre de escupir sobre la tumba de las v¨ªctimas, el abyecto documento acumula los argumentos para justificar ante el "pueblo trabajador vasco" que el asesinato de Carlos Pati?o era una cuesti¨®n de puro tr¨¢mite. Cualquier persona con un m¨ªnimo discernimiento moral tiene que sentirse sobrecogida al comprobar c¨®mo estos an¨®nimos mamporreros de la muerte, incapaces de reconocerse en la imagen de criminales despiadados que les devuelve el espejo al que se asoman, pueden escribir que "es rid¨ªculo y demencial el hecho de aplicar el calificativo de trabajadores a unos elementos mercenarios que act¨²an sobre el pueblo trabajador vasco", para a?adir a continuaci¨®n, tal vez adivinando la inanidad de sus palabras, que "hoy la imagen del confidente desempleado, con dinero llegado no se sabe de d¨®nde y conocido por todos, ha casi desaparecido, siendo sustituidos por el elemento amparado en un entorno de actividad o por el grupo organizado que observa una disciplina y unos m¨¦todos de informaci¨®n profesionalizados".
Para ETA Militar todos son, todos somos, culpables, en Renter¨ªa o en cualquier otro lugar del Pa¨ªs Vasco y de Espa?a: tanto el ni?o de diez a?os Alberto Mu?agorri, culpable de dar un puntapi¨¦ a una bomba-trampa, como Carlos Pati?o, Esteban Fari?as y Francisco Rosco, culpables de ir a trabajar montados en un Seat 127 "amparados en un entorno de actividad", o el polic¨ªa nacional rematado a sangre fr¨ªa en un camino forestal, culpable de no haber fallecido tras los primeros impactos. Los medios de comunicaci¨®n tambi¨¦n son ominosamente acusados por el documento de utilizar "tretas y maniobras" al calificar el ametrallamiento del pasado jueves como "equivocaci¨®n o tr¨¢gico error". Los matarifes de ETA, a la vez legisladores, jueces y verdugos, est¨¢n, de a?adidura, absueltos de antemano por la historia en funci¨®n de la "credibilidad adquirida a lo largo de muchos a?os de justa y honrada lucha en pro de los derechos y libertades de Euskadi". La degradaci¨®n pol¨ªtica, la corrupci¨®n moral y el delirio razonante forman un c¨ªrculo cerrado que se extiende, por lo dem¨¢s, a las argumentaciones de los ide¨®logos de Herri Batasuna encaminadas a desautorizar el veredicto de las urnas el pasado 28 de octubre.
Y sin embargo hay que proseguir la estrategia de lucha contra el terrorismo iniciada con el restablecimiento del r¨¦gimen democr¨¢tico y el Estatuto de Guernica. La puesta en funcionamiento de las instituciones vascas de autogobierno, la plena incorporaci¨®n de los nacionalistas del PNV y Euskadiko Ezkerra a la legalidad constitucional, la elevada participaci¨®n ciudadana del 28 de octubre, el estancamiento electoral de Herri Batasuna y la autodisoluci¨®n de ETA VII Asamblea son algunos rasgos sobresalientes, pese a que la desolaci¨®n y la muerte sigan asolando el Pa¨ªs Vasco y al resto de Espa?a, de ese proceso largo y doloroso, pero sin alternativa posible. La v¨ªa oscuramente insinuada -y posteriormente rectificada- por Luis Olarra de sustituir la legalidad constitucional por la guerra sucia ser¨ªa, a la vez, un crimen y un error. La salida de tono de este locuaz empresario, de haber sido luego confirmada, hubiera podido ser interpretada como el primer desaf¨ªo del sector duro de la organizaci¨®n empresarial vasca al Gobierno socialista y a las instituciones democr¨¢ticas. La pacificaci¨®n del Pa¨ªs Vasco exige que las fuerzas sociales, incluidas las centrales patronales, rechacen actitudes in¨²tilmente provocadoras que s¨®lo servir¨ªan para abonar el terreno de los cr¨ªmenes de ETA y que contrastan con las inteligentes posiciones, no por pac¨ªficas menos en¨¦rgicas, adoptadas por empresarios como Juan Alcorta, que fue el primero en denunciar p¨²blicamente las extorsiones mafiosas, sin caer por ello en la sim¨¦trica equivocaci¨®n de pedir procedimientos tambi¨¦n mafiosos para erradicar el terrorismo.
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