Krystian Zimerman, un pianista asombroso
La presentaci¨®n del pianista polaco Krystian Zimerman en el Teatro Real ha constituido uno de los grandes acontecimientos de la temporada. Nacido en Zabrze, en 1956, y formado en su pa¨ªs, Zimerman gana el Premio Chopin cuando todav¨ªa no hab¨ªa cumplido diecinueve a?os. En poco tiempo, el mundo entero conoce la existencia de uno de esos poco elegidos que, con su labor renovadora, van haciendo la historia de la interpretaci¨®n musical.Decir que Zimerman es un fen¨®meno, que su visi¨®n de las obras es fascinante, que su t¨¦cnica es arrolladora, es decir muy poco, pues hoy en d¨ªa las oleadas de pianistas j¨®venes, capaces y bien formados, aut¨¦nticos virtuosos, son considerables. Lo dif¨ªcil, precisamente, es lo que distingue a Zimerman: su singularidad, tener palabras propias que decir, poetizar desde in mundo sonoro tan personal como bell¨ªsimo; y adem¨¢s, asumir las interpretaciones, desentra?ar y exponer la tercera sonata de Brahms o la segunda de Chopin con una madurez que, por lo regular, se ven¨ªa reservando a los artistas de mayor edad. Esta s¨ª que puede ser la gran revoluci¨®n: llegar a la idea de que la madurez es cosa de j¨®venes o, al menos, que puede serlo con cierta frecuencia en las personalidades m¨¢s representativas, en los l¨ªderes de las j¨®venes promociones.
Sonatas de Chopin y Brahms, mazurcas de Szymanowski
Pianista: K. Zimerman. Teatro Real, Madrid, 23 de noviembre.
La Sonata en fa menor, op. 5, contiene toda la sustancia caracter¨ªstica de Brahms, formidable heredero y amplificador del legado schumanniano. Zimerman, a partir de un ideal sonoro tan preciso rico en gradaciones, conseguido por una incre¨ªble t¨¦cnica de ataques, un legato casi vocal y una medida flexibilidad, llega a resultados nov¨ªsimos. Los pedales, manejados sabiamente, contribuyen a la creaci¨®n de ese ideal sonoro, pero en primera y ¨²ltima instancia manda un concepto precioso y trascendente: desde cada sonata, Zimerman parec¨ªa explicarnos la historia entera de piano, pues la t¨¦cnica y el criterio asumen todas las aventuras del gran instrumento a lo largo de su existencia. La expresividad del fabuloso pianista se movi¨® dentro de un cuadro sutilmente rom¨¢ntico, impresionistamente rom¨¢ntico, en el que la libertad est¨¢ controlada y la cantabilidad equilibrada por los valores t¨ªmbricos.
Versiones como las de Zimerman no se olvidan, porque hacen historia. Casi estrenamos la Marcha f¨²nebre de Chopin, y quedamos at¨®nitos ante un cuarto tiempo entendido con tal virtuosismo y unidad de intensidad en el piano que parece avisarnos sobre modos actuales de pensar la m¨²sica.
Otro tanto pod¨ªa decirse de las estupendas mazurcas de Szymanowski (1882-1937), en las que impresionismo, folklore, herencia chopiniana y apuntes expresionistas se concilian. Ante un p¨²blico absolutamente entregado, que no ve¨ªa el momento de abandonar el Real, Zimerman toc¨® varios bises. Krystian Zimerman toca esta semana con la Orquesta Nacional el segundo concierto de Franz Liszt. No se lo pierdan.
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