Una compa?¨ªa de los tres Ej¨¦rcitos rindi¨® honores al Rey ante las Cortes

Tres cuartos de hora llevaban la compa?¨ªa de los tres Ej¨¦rcitos y la banda de m¨²sica esperando a los Reyes de Espa?a en la puerta del palacio de la carrera de San Jer¨®nimo. Firmes, casi inm¨®viles, aguantando un fr¨ªo despiadado, hasta que, por los gritos de los cientos de personas que se hab¨ªan concentrado en los alrededores de la puerta del Congreso de los Diputados para aclamar a los Reyes de Espa?a, se supo de la inmediatez de la comitiva real.Don Juan Carlos, en uniforme de gala, baj¨® del coche a las 11,50 horas, y la banda interpret¨® el himno nacional. Despu¨¦s, el Rey, do?a Sof¨ªa, el pr¨ªncipe Felipe y las infantas se acercaron al acceso principal del palacio del Congreso.

Una vez al pie de la escalera, bajaron todos los miembros de la Mesa del Congreso, el presidente del Senado y el presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba, a recibir y saludar a la familia real. Era la primera vez en la historia de Espa?a que un presidente del Congreso socialista hac¨ªa tales honores al Rey.

Tras pasar revista a las tropas, la familia real y los representantes parlamentarios pasaron al interior de la C¨¢mara. En la presidencia se situaron don Juan Carlos, do?a Sof¨ªa, el Pr¨ªncipe de Asturias y los presidentes del Congreso y del Senado. Las infantas se sentaron en el palco de enfrente.

En las tribunas de los invitados estaban el nuncio del Vaticano, monse?or Innocenti; el cardenal Taranc¨®n y el presidente de la Conferencia Episcopal, Gabino D¨ªaz Merch¨¢n; todos los miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor, el alcalde de Madrid, los presidentes y los integrantes del Tribunal Constitucional y del Consejo del Poder Judicial y los presidentes de los parlamentos regionales aut¨®nomos, entre otros.

Abajo, en los esca?os de los diputados, nunca como en esta legislatura, desde 1977, ha podido verse con tanta nitidez d¨®nde acaban los parlamentarios de Alianza Popular y d¨®nde empiezan los socialistas.

Aqu¨¦llos, rigurosamente vestidos de oscuro, no s¨®lo en los trajes, sino tambi¨¦n en las camisas y corbatas, manifiestan edades sosegadas, en plena madurez, coronadas por venerables calvas. Despu¨¦s de las filas difusas que integran las minor¨ªas, comienza de nuevo la otra l¨ªnea pl¨¢stica de separaci¨®n: son los parlamentarios del PSOE, j¨®venes en su mayor parte, y vestidos con colores m¨¢s claros. Nicol¨¢s Redondo, el dirigente obrero de UGT, se neg¨® a ponerse la corbata.