El discurso de la Corona

TRAS EL discurso del presidente del Congreso, sorprendente en alguna de sus afirmaciones sobre la historia de las formas pol¨ªticas y descort¨¦s con los representantes de las instituciones auton¨®micas, a los que no mencion¨® en sus salutaciones, el mensaje del Rey a las Cortes Generales ha ratificado la solidez del compromiso del Jefe del Estado con las instituciones democr¨¢ticas y el r¨¦gimen de libertades. Don Juan Carlos se ha presentado como "depositario de las funciones constitucionales de la Corona" y ha reconocido el "absoluto derecho" del pueblo espa?ol a ostentar "el m¨¢ximo protagonismo" en la apertura de la nueva legislatura. El Rey ha manifestado el agradecimiento y la satisfacci¨®n colectivas que merecen la forma "ordenada, libre y pac¨ªfica" en que se desarrollaron las elecciones y la alta concurrencia ciudadana a las urnas, clara muestra de que "en la conciencia del pueblo se ha abierto camino la idea de que es necesario participar decididamente en la actividad pol¨ªtica". Porque los resultados del 28 de octubre, inicio de "la normalizaci¨®n del futuro", han hecho "evidente la decisi¨®n del pueblo espa?ol al manifestar que no pueden prevalecer jam¨¢s los deseos de una minor¨ªa, apoyada en la fuerza, sobre la voluntad de la mayor¨ªa de los ciudadanos, libre y pac¨ªficamente expresada".Don Juan Carlos se ha referido tambi¨¦n a las decisivas funciones de los "leg¨ªtimos representantes" del pueblo espa?ol y a los deberes que han de cumplir para merecer la confianza de sus mandatarios. El ejercicio del poder parlamentario, que es "abierto, testimonial y complejo", no permite "ni un desfallecimiento ni una vacilaci¨®n", ya que "en ¨¦l descansa la estabilidad p¨²blica y por ¨¦l se encauza la consecuci¨®n de los objetivos de permanencia y fortaleza del Estado". La misi¨®n de "traducir en leyes positivas y eficaces las esperanzas de nuestros compatriotas" es el fundamento medular del r¨¦gimen democr¨¢tico. La exhortaci¨®n del Rey a la prudencia -definida como virtud suprema de toda pol¨ªtica-, al equilibrio entre sabidur¨ªa y sentimiento, al trabajo sin precipitaciones y sin demoras, busca como ¨²ltima meta "la construcci¨®n de la democracia y la consolidaci¨®n del sistema de derecho que ha asumido con decisi¨®n y entrega el pueblo espa?ol".

Don Juan Carlos ha tenido la elegancia de recordar "el m¨¦rito de quienes contribuyeron a realizar con fortuna, en la etapa pasada, el dif¨ªcil momento de la transici¨®n", y ha hecho menci¨®n expresa a los parlamentarios de la anterior legislatura que, en la infausta fecha del 23 de febrero, "sufrieron dentro de estas paredes el ataque de la violencia". Tambi¨¦n ha subrayado la articulaci¨®n entre la continuidad y el cambio, entre la permanencia del Estado y la alternancia en el Gobierno. "De la vehemencia con la que chocan las opiniones y se manifiestan no se desprende desorden ni guerra social", sino "tan s¨®lo el ejercicio de la libertad".

Particular inter¨¦s revisten, en la actual coyuntura, las reflexiones del Rey en torno a la amenaza terrorista y a la mal¨¦vola utilizaci¨®n por la ultraderecha y la derecha autoritaria de las provocaciones, cr¨ªmenes y atentados dirigidos contra las Fuerzas Armadas. Don Juan Carlos ha se?alado que "el terrorismo oscurece nuestra vida en, com¨²n con la confusi¨®n, el dolor y la sangre", causadas por "la locura febril de los grupos que se apoyan en una violencia incomprensible y tr¨¢gica". Esas bandas criminales "se han cebado con monstruosa y preferente delectaci¨®n en las Fuerzas Armadas y en las de seguridad", con el prop¨®sito de suscitar en los militares profesionales reacciones pasionales que les impulsaran a desbordar el marco institucional y a intentar descabelladas aventuras golpistas. El Rey ha hecho un emocionado elogio del honor, la disciplina y el sacrificio del "n¨²cleo fundamental y decisivo" de las Fuerzas Armadas por su "leal sumisi¨®n al poder leg¨ªtimo", soportando "en un mutismo glorioso", con las armas en la mano, "la inmolaci¨®n absurda y cobarde de los compa?eros m¨¢s queridos". Pero tambi¨¦n ha rechazado, al mismo tiempo, las tesis de quienes piensan, declaran o insin¨²an "con torpe malicia que las Fuerzas Armadas, polo opuesto del terrorismo, podr¨ªan terminar con ¨¦l radicalmente suspendiendo o modificando el Estado de derecho". Porque "¨¦sa es exactamente, como de sobra sabemos, la jugada maestra que pretende el terror". De esta forma, don Juan Carlos critica severamente a los pol¨ªticos situados en la ultraderecha extraparlamentaria o en la derecha autoritaria parlamentaria que han venido predicando, desde hace m¨¢s de dos a?os, la suspensi¨®n de la legalidad constitucional y la formaci¨®n de un Gobierno militar. Esos incitadores saben que una dictadura militar no s¨®lo no acabar¨ªa con el terrorismo, sino que proporcionar¨ªa arraigo social a esas bandas violentas y potenciar¨ªa, a corto o medio plazo, sus criminales efectos. Pero es evidente que la bandera de la lucha contra la violencia asesina enarbolada por los pol¨ªticos alentadores del golpismo encubre, en realidad, el objetivo de instaurar un poder incontrolado que acabase con las libertades y permitiese a sus detentadores explotar a esta vieja naci¨®n como si de una finca particular se tratase.