El r¨¦gimen militar argentino sigue sin dar una explicaci¨®n oficial de la desastrosa aventura de las Malvinas
Un emigrante espa?ol, con m¨¢s de cuarenta a?os en Argentina, lo explicaba as¨ª: "Este pa¨ªs sufre ahora, tras la humillante derrota militar en las Malvinas, una crisis similar a la que vivi¨® Espa?a en 1898. Es una crisis moral, hist¨®rica, de identidad nacional; un replanteamiento b¨¢sico de los problemas nacionales".En la c¨¦ntrica calle Florida se ha inaugurado recientemente un Centro Cultural Malvinas, donde se exponen libros en los que se reivindica la soberan¨ªa argentina sobre el archipi¨¦lago austral y cuadros de pintores argentinos.
Las hordas de turistas que, desde Europa a los pa¨ªses lim¨ªtrofes, llueven estos d¨ªas sobre Buenos Aires en busca del mercado negro del d¨®lar y de las compras de ocasi¨®n, miran con indiferencia los escaparates de este centro oficial, entre las tentadoras ofertas de pieles, Prendas de ante, ropas de confecci¨®n y joyas de rodocrosita, la piedra semipreciosa argentina.
La parafernalia propagand¨ªstica creada por el r¨¦gimen militar tras su aventura en las Malvinas a¨²n est¨¢ visible en las calles. Hay llaveros, ceniceros, pegatinas que conmemoran la gesta del pasado 2 de abril. Las antenas de los taxis y de muchos autom¨®viles particulares llevan a¨²n, aunque ya descoloridas y ennegrecidas, las cintas celestes y blancas que colocaron sus propietarios tras la victoria inicial, cuando se pensaba que realmente se hab¨ªa recuperado para siempre el archipi¨¦lago.
Preguntas sin respuesta
S¨®lo ha pasado medio a?o, pero parece que ha transcurrido una eternidad desde aquellos tiempos en que millares de personas se manifestaban en la plaza de Mayo, vitoreando al entonces presidente Galtieri y su decisi¨®n de ocupar por la fuerza el archipi¨¦lago en litigio. Y tambi¨¦n parece lejana aquella manifestaci¨®n del 12 de junio, cuando la gente gritaba desesperadamente "no se rindan, no se rindan" ante la Casa Rosada, en v¨ªsperas de la derrota.
"Si sab¨ªan que no iban a ganar, ?para qu¨¦ enviaron a la muerte a cientos, quiz¨¢ miles, de chicos?", es una de las preguntas sin respuesta oficial que se escuchan estos d¨ªas en cualquier taxi o cualquier bar de Buenos Aires.
Galtieri guarda silencio en su penthouse del se?orial barrio de Belgrano. Dicen que ha amenazado con publicar su archivo secreto si los actuales jefes militares le exigen responsabilidades por la cat¨¢strofe de las Malvinas. Mientras tanto, la opini¨®n p¨²blica espera la aparici¨®n de un libro, Los nombres de la derrota, escrito tras 36 horas de entrevista con un misterioso personaje que tuvo una "responsabilidad importante" en la guerra del Atl¨¢ntico sur. Nadie duda de que el personaje entrevistado es el propio Galtieri, pero la publicaci¨®n del libro se ha retrasado ya por varias semanas y hay quien cree que no llegar¨¢ a aparecer.
Varias revelaciones contenidas en el libro han trascendido ya.
Seg¨²n ¨¦stas, el Gobierno argentino no premedit¨® la invasi¨®n de las Malvinas, sino que esta decisi¨®n se tom¨® a finales de marzo, una vez ocurrido el incidente de las islas Georgias del Sur con los trabajadores argentinos all¨ª destacados y cuando estaba claro que el Gobierno de Londres no quer¨ªa negociar el futuro de las islas.
La operaci¨®n, que acabar¨ªa en una estruendosa derrota militar argentina menos de tres meses despu¨¦s, fue planeada en el m¨¢s absoluto secreto, hasta el punto de que ni siquiera los servicios secretos argentinos la conoc¨ªan. S¨®lo la Junta Militar y algunos altos jefes de las fuerzas armadas estaban al corriente de los planes del general Galtieri, quien insiste en que no obtuvo la luz verde de Washington antes de tomar su decisi¨®n de ocupar las Malvinas.
Cuando, a las pocas semanas de la invasi¨®n, Argentina tuvo la oportunidad de aceptar la resoluci¨®n 502 de las Naciones Unidas, que ped¨ªa el establecimiento de negociaciones entre Londres y Buenos Aires, a cambio de la retirada argentina, el misterioso personaje entrevistado en el libro echa la culpa de la intransigencia argentina al ex ministro de Asuntos Exteriores Nicanor Costa M¨¦ndez y a los restantes miembros de la Junta Militar, el almirante Anaya y el brigadier Lami Dozo, hoy tambi¨¦n separados del poder.
En las p¨¢ginas finales del libro, y en el contexto de la asombrosa evasi¨®n de responsabilidades que se vive hoy d¨ªa en Argentina, Galtieri echa la culpa de la derrota a los informes triunfalistas que le enviaban sus generales destacados en las islas, y especialmente el gobernador militar del archipi¨¦lago, general Mario Benjam¨ªn Men¨¦ndez.
No hay n¨²mero de bajas
La respuesta de este ¨²ltimo, que gan¨® cierta notoriedad cuando, como coronel, combat¨ªa a la guerrilla en la provincia de Tucum¨¢n, no se hizo esperar. En sus declaraciones a un semanario bonaerense, Men¨¦ndez neg¨® la responsabilidad que se le atribu¨ªa, e insisti¨® en que su decisi¨®n de rendirse al general brit¨¢nico Jeremy Moore salv¨® millares de vidas de soldados argentinos.
No hay, sin embargo, todav¨ªa un n¨²mero oficial de bajas, y mientras las especulaciones oscilan entre seiscientas y 3.000, tampoco se espera que el Gobierno despeje esta inc¨®gnita.
Las tensiones creadas por la guerra del Atl¨¢ntico sur en el seno de las fuerzas armadas argentinas contin¨²an creciendo. Su primer s¨ªntoma fue la decisi¨®n de los generales de brigada, anteponi¨¦ndo3e a los generales de divisi¨®n, de pedir la renuncia del presidente Leopoldo Galtieri apenas conocida la derrota de las Malvinas.
Desde entonces, varios altos mandos de las fuerzas armadas lan hecho declaraciones muy cr¨ªticas sobre la manera en que se condujo la guerra.
El contralmirante Horacio Zari¨¢tegui fue fulminantemente cesado en su puesto de jefe de la Armada en Ushuaia, al sur del pa¨ªs, y el general Am¨¦rico Daher, segundo jefe del ej¨¦rcito destacado en las Malvinas, fue pasado a la reserva.
Otro general, Edgardo Calvi, ha realizado un informe sobre el comportamiento militar argentino en la guerra austral, sin que se hayan hecho p¨²blicas sus conclusiones, muy cr¨ªticas, al parecer, para el ex presidente Galtieri y los altos mandos, civiles y castrenses, que dirigieron la guerra. La falta de coordinaci¨®n y el excesivo af¨¢n protagonista de varios oficiales generales quedan probados en este informe Calvi, que tambi¨¦n ha pretendido escamotear la Junta Militar del conocimiento de la opini¨®n p¨²blica.
El intercambio de acusaciones entre altos cargos militares llega tambi¨¦n al terreno estrictamente profesional. As¨ª, el general del Ej¨¦rcito de Tierra Am¨¦rico Daher declar¨® al pasar a retiro que, durante la guerra de las Malvinas, "nunca se vio un barco propio" y que la Fuerza A¨¦rea argentina brill¨® por su ausencia. La Aviaci¨®n se vio obligada a responder mediante, un comunicado oficial en el que atacaba directamente a la Marina, al decir que los barcos ingleses navegaron durante el conflicto b¨¦lico con total libertad, "sin que tuvieran oposici¨®n de superficie".
Las amenazas, m¨¢s o menos veladas, de sacar a relucir los trapos sucios de las fuerzas armadas no s¨®lo en el asunto de las Malvinas, sino tambi¨¦n en otros no menos escabrosos, como el de los desaparecidos, la especulaci¨®n inmobiliaria y financiera y la corrupci¨®n en general, han sido constantes en los ¨²ltimos meses, mientras crec¨ªa la protesta popular y algunos medios de comunicaci¨®n publicaban abiertas cr¨ªticas contra la c¨²pula castrense.
Una operaci¨®n inmobiliaria desarrollada por la cooperativa de viviendas Partag¨¢s Limitada est¨¢ siendo investigada despu¨¦s de que se denunciara la existencia de aspectos, cuando menos, turbios en esta sociedad, formada por diecisiete generales del Ej¨¦rcito de Tierra argentino, entre los que figuran algunos tan conocidos como Leopoldo Galtieri, Reynaldo Bignone, Jos¨¦ Antonio Vaquero, Antonio Domingo Bussi y Eduardo Harguindeguy entre otros.
La cooperativa, creada para construir pisos de lujo en el cotizado barrio de Belgrano, recibi¨® un cr¨¦dito de casi doscientos millones de pesetas del Banco de la Provincia de Buenos Aires y, tras su imposibilidad de amortizarlo, fue disuelta hace unos d¨ªas.
Mientras la Junta Militar se resiste a dar una fecha concreta sobre la prometida institucionalizaci¨®n -es decir, sobre la devoluci¨®n del poder a los civiles-, el velo informativo sobre lo ocurrido en las Malvinas contin¨²a echado, con algunas excepciones, como las del libro citado de entrevistas con Galtieri o el informe de Daniel Kon Los chicos de la guerra, que contiene declaraciones de varios soldados
Comunicado n¨²mero 166
Por lo dem¨¢s, nada se ha dicho oficialmente desde el comunicado n¨²mero 166 del Estado Mayor Conjunto, que anunciaba la inminente derrota argentina y que achacaba sus causas a la "superioridad cuantitativa y cualitativa" de los ingleses y al apoyo prestado a ¨¦stos por Norteam¨¦rica, as¨ª como al boicoteo impuesto por los pa¨ªses occidentales en la venta de armas a Argentina. Todos, menos los jefes militares argentinos, eran culpables de la derrota, seg¨²n este comunicado.
Despu¨¦s de dos meses y medio de propaganda oficial, de encend¨ªdas proclamas y de informaciones triunfalistas sobre el curso de la gesta, todo quedaba reducido al olvido por parte de la Junta Militar, y el pa¨ªs ve¨ªa a¨²n m¨¢s agravada su crisis econ¨®mica, pol¨ªtica y social.
La frustraci¨®n causada en el hombre de la calle por el desastre de las Malvinas hace m¨¢s dificil la vida en medio de esta crisis. Casi nadie quiere hablar del asunto, pero cuando lo hacen, los argentinos, curiosamente, echan menos la culpa al "imperialismo brit¨¢nico" o a la intransigencia de Margaret Thatcher que al Gobierno norteamericano o a la propia Junta Militar. Pueden escucharse docenas de historias sobre la corrupci¨®n en el seno de las Fuerzas Arniadas, como aquella famosa de las chocolatinas enviadas a los soldados de las Malvinas, con un mensaje dentro del envoltorio, que se vendieron en los comercios del interior del pa¨ªs.
Las revelaciones de los soldados que lucharon en las Malvinas muestran no s¨®lo graves fallos log¨ªsticos y estrat¨¦gicos, sino, junto a algunos casos de verdadero hero¨ªsmo, una buena parte de oficiales y suboficiales que maltrataron a sus hombres antes del combate y se esfumaron a la hora de la verdad.
La indignaci¨®n, el sentimiento de haber sido enga?ados, utilizados, est¨¢n presentes en casi todos esos testimonios, "?Por qu¨¦ nos mintieron?", se preguntaba uno de los combatientes.
Otros muchos, quiz¨¢ m¨¢s de 2.000, no pueden hacerse esa ni cualquier otra pregunta. Dejaron sus vidas en la gesta de las Malvinas. Una gesta que el premio Nobel de la Paz, Adolfo P¨¦rez Esquivel, describe como "una guerra absurda, hecha a espaldas del pueblo".
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