Desastre y reconstrucci¨®n en la econom¨ªa valenciana
El n¨²mero de municipios comprendido en el ¨¢rea inundada es de 54, con una extensi¨®n conjunta de unos 3.000 kil¨®metros cuadrados, habiendo sido afectadas m¨¢s de 275.000 personas y unas 50.000 viviendas. Si prescindimos de la Hoya de Bu?ol-Chiva y la Safor, por el reducido n¨²mero de sus municipios siniestrados (cuatro en total), en el resto de las comarcas se?aladas cabe considerar dos grupos en base a sus diferentes caracter¨ªsticas socioecon¨®micas. El primero lo componen el valle de Ayora y la Canal de Navarr¨¦s, comarcas menos densamente pobladas, con una din¨¢mica demogr¨¢fica regresiva, con una preponderancia de la agricultura de secano, que da ocupaci¨®n a cerca de un 45% de la poblaci¨®n activa, y en donde la industria y los servicios apenas adquieren importancia. El segundo grupo lo integran la Ribera Alta, la Ribera Baixa y la Costera, comarcas demogr¨¢ficamente progresivas, en las que se combina una agricultura intensiva de regad¨ªo (preferentemente exportadora) con una industria cuya especializaci¨®n viene determinada, en gran medida, por esta ¨²ltima; con un alto grado de urbanizaci¨®n, destacando dos grandes centros seriamente da?ados (Alcira y Carcagente), generadores de gran parte de los servicios de la zona.Acometer una cuantificaci¨®n de los da?os ocasionados en tales comarcas nos exige considerar, a un tiempo, aspectos tan amplios y heterog¨¦neos como: las consecuencias derivadas del desastre sobre los servicios p¨²blicos primarios (educaci¨®n, sanidad, luz, agua, tel¨¦fono, etc¨¦tera); su incidencia en las infraestructuras b¨¢sicas comarcales (carreteras, puentes, v¨ªas f¨¦rreas, canales de riego, etc¨¦tera); los da?os ocasionados en los distintos sectores productivos (agricultura, industria y servicios); los efectos sobre los equipamientos privados (edificios, muebles, enseres, veh¨ªculos, electrodom¨¦sticos, etc¨¦tera), sin olvidar el drama de las irreparables p¨¦rdidas humanas. Por todo ello, las valoraciones realizadas hasta el presente, necesariamente sectoriales o parciales, no han podido contemplar este amplio conjunto de efectos interrelacionados producidos por la cat¨¢strofe, estim¨¢ndose unas p¨¦rdidas que, a nuestro juicio, quedan alejadas de la aut¨¦ntica magnitud del desastre.
Al margen de todo ello, tampoco hay que olvidar una amplia serie de efectos directos inmediatos sobre la calidad de la vida cotidiana de los habitantes de estas comarcas. As¨ª, por ejemplo, s¨®lo recientemente las personas afectadas han vuelto a disponer de servicios tan vitales como el agua potable, la luz, el tel¨¦fono, los comercios y los centros escolares. Persisten, y desgraciadamente persistir¨¢n por alg¨²n tiempo, los problemas relativos a la insalubridad general de las viviendas (humedad) y de las v¨ªas urbanas (polvo, malos olores, etc¨¦tera). Por alg¨²n tiempo tambi¨¦n seguir¨¢ latente en la mente de estas personas el trauma psicol¨®gico derivado de la sensaci¨®n de haber perdido tantas cosas (algunas de ellas irrecuperables, como los objetos de valor sentimental). Junto a todo ello, existe una falta de confianza y una desmoralizaci¨®n generalizadas (las ayudas hasta ahora se juzgan reducidas y, al mismo tiempo, no parece que vayan a llegar nunca). Por otra parte, en algunos sitios, superados los primeros momentos de la cat¨¢strofe, se observa una cierta falta de unidad y de solidaridad entre los propios afectados, quiz¨¢ como consecuencia, en parte, de la falta de coordinaci¨®n y de organizaci¨®n sentidas hasta el momento por los interesados en la resoluci¨®n de sus problemas.
La tarea de reconstrucci¨®n
La magnitud de los da?os causados por la inundaci¨®n del 20 de octubre y la propia importancia de las comarcas afectadas para la econom¨ªa del Pa¨ªs Valenciano obliga, desde luego, a no dejar transcurrir m¨¢s tiempo para iniciar una tarea que, en bastantes casos, es de aut¨¦ntica reconstrucci¨®n. Las medidas adoptadas hasta ahora (si bien insuficientes) no pueden ser consideradas ciertamente despreciables, ya que todas ellas, o al menos su inmensa mayor¨ªa, abren posibilidades que es necesario no dejar de utilizar. La informaci¨®n y el asesoramiento sobre estas posibilidades a los afectados es imprescindible y urgente. Diversos organismos (asesor¨ªas comarcales de la Diputaci¨®n, C¨¢maras de Comercio, Colegio de Economistas, Caja de Ahorros, universidad, etc¨¦tera) han ofrecido e iniciado su colaboraci¨®n en este sentido. Sin embargo, por m¨²ltiples razones, la necesaria coordinaci¨®n entre los citados organismos e instituciones no ha sido posible. La tarea a realizar a corto plazo resulta realmente considerable y, por ello, la exigencia de esa interrelaci¨®n es imprescindible de cara a conseguir una m¨¢xima eficacia y evitar innecesarias y costosas duplicaciones.
Ahora bien, con este bloque de actuaciones se cubren las necesidades m¨¢s inmediatas de informaci¨®n de una serie de colectivos (agricultores, peque?os industriales, establecimientos comerciales, servicios privados, etc¨¦tera), de cara a la solicitud de las ayudas aprobadas hasta el momento, pero la tarea pendiente rebasa el estrecho, aunque importante e imprescindible, marco de las actuaciones a corto plazo. Las exigencias legales de indemnizaciones precisan unos estudios previos que permitan una cuantificaci¨®n de la magnitud del desastre si se quiere una seriedad en el reparto y una eficacia a la hora de atender las necesidades y las p¨¦rdidas reales creadas por la inundaci¨®n. El reparto igualitario de las ayudas puede constituir un mecanismo impreciso y en muchos casos injusto, pero la alternativa al mismo pasa por la realizaci¨®n de un inventario ajustado de los da?os producidos.
Todav¨ªa hay m¨¢s. Resulta imprescindible que por parte de la instituci¨®n competente se plantee, con car¨¢cter de urgencia, la realizaci¨®n de un aut¨¦ntico e integral Plan de Ordenaci¨®n para las Comarcas Afectadas, si no queremos que se reproduzca la estructura socioecon¨®mica preexistente con los posibles defectos estructurales que pudiera tener. Unicamente a trav¨¦s de un plan de este tipo se podr¨¢ intentar la reconstrucci¨®n de estas comarcas, evitando caer en las deficiencias precedentes y sentando unas bases mucho m¨¢s coherentes y racionales para el desarrollo futuro. Dicho plan exigir¨ªa un replanteamiento, en la medida de lo econ¨®micamente posible, de la actual ordenaci¨®n comarcal (infraestructura, equipamientos colectivos, estructura econ¨®mica, etc¨¦tera), al objeto de conseguir una mayor racionalizaci¨®n en la utilizaci¨®n de los recursos y una mayor eficacia.
En resumen, y como conclusi¨®n, a nuestro juicio resulta imprescindible que se acometa con car¨¢cter de urgencia:
1. La tarea de coordinaci¨®n de todos aquellos esfuerzos desplegados por m¨²ltiples organismos e instituciones para resolver la problem¨¢tica m¨¢s inmediata.
2. La elaboraci¨®n de un Plan de Ordenaci¨®n para las Comarcas Afectadas lo m¨¢s completo posible, que posibilitara tanto una justa distribuci¨®n de las indemnizaciones como el dise?o de un marco de referencia en el que basar toda la tarea de reconstrucci¨®n.
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