Las instalaciones de Los Angeles ya est¨¢n preparadas
ENVIADO ESPECIAL, A?o a a?o, desde 1981, los meses de enero y febrero re¨²nen en Los Angeles al olimpismo mundial. Hoy los miembros de los comit¨¦s ol¨ªmpicos nacionales, grandes protagonistas esta vez, visitar¨¢n los futuros escenarios de las competiciones de los Juegos de 1984. Las obras est¨¢n pr¨¢cticamente terminadas en todos ellos, pero el problema de su lejan¨ªa, en una ciudad tan enorme, contin¨²a suscitando las protestas de muchos representantes por lo que supondr¨¢ de incomodidades para los atletas.
En 1982 se dio cita en Los Angeles ¨²nicamente la elite del COI, los nueve miembros del Comit¨¦ Ejecutivo. En 1982, el mismo gran sanedr¨ªn del deporte mundial se reuni¨® con los representantes de las federaciones internacionales. Ahora, cuando no falta m¨¢s que dar los ¨²ltimos toques a la gran fiesta comercial y deportiva made in USA, est¨¢n aqu¨ª los jefes directos de los atletas que participar¨¢n. Entre ellos, como flamante presidente espa?ol, Rom¨¤ Cuy¨¤s, que ha llegado con el tiempo justo, como casi todos.Los Angeles tuvo el m¨¦rito, en 1977, de ser la ¨²nica candidatura que se present¨® para organizar los Juegos de 1984. Aunque fuese para siete a?os m¨¢s tarde, coincidi¨® con uno de los peores momentos del olimpismo moderno.
El boicoteo de los pa¨ªses africanos a los Juegos de Montreal, un a?o antes, dej¨® a muchas ciudades sin ganas de arriesgarse, cuando adem¨¢s viv¨ªan una naciente crisis econ¨®mica mundial. El COI se pens¨® durante ocho meses si aceptaba una oferta completamente distinta a todas las anteriores, que romp¨ªa los moldes en las sedes, pero que era la ¨²nica.
No hab¨ªa otra elecci¨®n, y m¨¢s que arriesgarse, el Comit¨¦ Ol¨ªmpico acept¨® la salida que le quedaba. Por primera vez, una ciudad iba a organizar la mayor cita del deporte mundial bajo un prisma completamente privado. Como un negocio o una empresa.
Hasta ese momento, y desde hac¨ªa bastantes a?os lo normal y lo habitual era que el Comit¨¦ Organizador apenas pagase un tercio de los gastos, porque los dos restantes eran sufragados por el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Nacional y el Gobierno respectivo. Por el Estado Federal, en resumidas cuentas.
Ahora, desde aquella decisi¨®n que cambi¨® uno de los rumbos del olimpismo, el Estado Federal no colabora econ¨®micamente con los organizadores y tampoco el de California, ni siquiera el municipio de Los Angeles.
El ocio en California
Los Juegos de Los Angeles se han montado para que sean rentables, para que la gente de aqu¨ª se divierta, que es a lo que se est¨¢ acostumbrando. No hay que olvidar que California est¨¢ a la cabeza mundial en cuanto a invenci¨®n de m¨¦todos para llenar el ocio y el tiempo libre, en un clima agradable.
Cuando un negocio se monta para ser rentable -el due?o, si sale bien, nunca pierde-, alguien lo tiene que pagar: el usuario, l¨®gicamente. El usuario en unos Juegos Ol¨ªmpicos va desde el propio atleta, o su pa¨ªs, o su Comit¨¦ Ol¨ªmpico, hasta los espectadores, pasando por todos los t¨¦cnicos y trabajadores del tinglado.
El sistema no es ninguna novedad para Estados Unidos, pero choca frontalmente con las ideas al respecto de los pa¨ªses socialistas, que, despu¨¦s de lo ocurrido en Mosc¨², tienen que verse obligados a formar parte de la obra. Samaranch se ha cansado de repetir en cuantas ocasiones ha podido que no habr¨¢ problemas y que Los Angeles organizar¨¢ los mejores Juegos de la historia. Lo que est¨¢ por ver es en beneficio de qui¨¦n.
S¨ª parece claro, seg¨²n se nota nada m¨¢s llegar a Los Angeles, que dif¨ªcilmente se producir¨¢ aqu¨ª el desastre de Montreal, donde nunca se llegar¨¢ a saber con exactitud, ni siquiera con aproximaci¨®n, las p¨¦rdidas de un presupuesto establecido en los 2.000 millones de pesetas, cuatro veces menos, para empezar, de los que se pondr¨¢n en juego en Los Angeles.
Tampoco resulta probable que ocurra lo de Lake Placid-80, donde unos Juegos Invernales, mucho menos aparatosos, supusieron unas p¨¦rdidas de 820 millones de pesetas.
Peter Ueberroth, presidente del actual Comit¨¦ Organizador, habr¨ªa previsto bastante mejor, por ejemplo, la falta de nieve en el momento del comienzo de Lake Placid. Ueberroth y sus colaboradores tienen encima el grave problema de la contaminaci¨®n en Los Angeles, con la amenaza de la suspensi¨®n de los Juegos si los ¨ªndices de poluci¨®n alcanzan niveles perjudiciales para los atletas, pero ya han tomado medidas para paliarlo.
Tambi¨¦n est¨¢ el tema de la seguridad, pero en ese problema, como por detr¨¢s en otros muchos, va a velar el propio presidente norteamericano, Ronald Reagan. Reagan tiene un doble inter¨¦s en el ¨¦xito de los Juegos: una l¨®gica propaganda y contestaci¨®n a Mosc¨², y su sentimiento de californiano de pro, adem¨¢s de haber sido gobernador del Estado.
Sin villa ol¨ªmpica
Puntos b¨¢sico desde el comienzo del proyecto son las instalaciones. Los organizadores, en su l¨ªnea de rentabilizar los Juegos, se plantearon claramente que en construcciones se ir¨ªa la mayor parte del presupuesto, si no se apretaban los cinturones.
Para la soluci¨®n han elegido dos caminos: aprovechar al m¨¢ximo las instalaciones ya existentes, como el ya ol¨ªmpico estadio de atletismo de los Juegos de 1932 o el coliseo, y la construcci¨®n de los escenarios imprescindibles, pag¨¢ndolos a cambio de publicidad.
La piscina ol¨ªmpica, por ejemplo, que en otros pa¨ªses, como mucho, lleva el nombre de alg¨²n pr¨®cer o gestor del deporte, aqu¨ª llevar¨¢ el de la marca de hamburguesas que dio el dinero. Ser¨¢ en el futuro cuando la piscina lleve el titulo de la hamburguesa, para que la Carta Ol¨ªmpica no sufra alteraciones tan evidentes y los pa¨ªses socialistas tengan razones para protestar a¨²n m¨¢s.
La villa ol¨ªmpica, uno de los temas m¨¢s discutidos, ser¨¢ la primera vez que no se construya. Se han aprovechado los alojamientos existentes, con lo cual hay tres villas y bastante alejadas. En esta ocasi¨®n, aunque los regatistas tambi¨¦n han requerido estar separados, lo curioso es que Long Beach, donde tambi¨¦n habr¨¢ competiciones en otros deportes, est¨¢ tan cerca, que los organizadores no han accedido; deber¨¢n alojarse, como todos los dem¨¢s participantes, entre las residencias de las dos universidades de California, la del Sur (USC) y la de Los Angeles (UCLA), la famosa por el baloncesto aficionado.
Los romeros, alejados
Los que estar¨¢n a¨²n m¨¢s separados ser¨¢n los remeros y pirag¨¹istas, pues al ser sus pruebas en el lago Casitas, a cien kil¨®metros de la ciudad, era imposible no tenerlos en los transportes m¨¢s de una hora para ir a los escenarios, tiempo m¨¢ximo que aceptan las delegaciones y las federaciones internacionales para no perjudicar a los atletas participantes.
En cualquier caso, Los Angeles es una metr¨®poli tan monstruosa, tan extendida, compuesta por barrios de casas no muy altas que ya de por s¨ª constituir¨ªan ciudades, que el panorama de las distancias parece insoluble.
Por todo ello, m¨¢s que nunca hubieran sido necesarios unos Juegos preol¨ªmpicos, ya tradicionales desde M¨¦xico, en 1966 y 1967, como un ensayo general con todo. Pero los problemas econ¨®micos, los c¨¢lculos de rentabilidad del Comit¨¦ Organizador, no dan para ello.
Las protestas, tanto por esto como por el resto de los problemas, se han sucedido, pero casi nunca cara a cara. Incluso se han enviado cartas a reuniones, pero no en persona. Quiz¨¢ ahora, hoy ya, empiece a ser el momento. Todas las lamentaciones despu¨¦s ser¨¢n, como siempre, in¨²tiles.
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