Desconsuelo general en Francia por la muerte de Louis de Funes
Debe de ser imposible encontrar un franc¨¦s que, de alguna manera, no manifieste su desconsuelo por la muerte del c¨®mico n¨²mero uno de este pa¨ªs, Louis de Fun¨¨s, v¨ªctima, en la madrugada de ayer, en la ciudad de Nantes, de una crisis card¨ªaca. Ten¨ªa 68 a?os y era de origen espa?ol. Parad¨®jicamente, el hombre que m¨¢s ha hecho re¨ªr a los franceses, vino al mundo con la primera guerra mundial, el 31 de julio de 1914, en Courbeboie, una barriada de la periferia parisiense.
Sus padres eran nobles sevillanos, Carlos Luis de Fun¨¨s Gallarza, y Leonor. El abogado de la tierra de Mar¨ªa Sant¨ªsima que fue su padre se convirti¨®, en Par¨ªs, en un modesto diamantista.Luis de Fun¨¨s, desde los primeros a?os de su vida, ya parece que le gustaba hacer re¨ªr, pero trabaj¨® en m¨²ltiples profesiones. Incluso fue m¨²sico en una orquesta de un tugurio del c¨¦lebre y cochambroso barrio de la "vida alegre" de Pigalle. A los 21 a?os intervino en su primera pel¨ªcula, La tentaci¨®n de Barbis¨®n, en la que desempe?¨® un papel consistente en que ten¨ªa que abrir una puerta. Por esta ¨¦poca tambi¨¦n particip¨® en algunas obras teatrales. Entre estas ¨²ltimas figur¨® Un tranv¨ªa llamado deseo, en la que lleg¨® a pronunciar una frase: "Mi chaqueta".
Como s¨®lo med¨ªa 1,64 metros, y era muy delgado, se libr¨® del servicio militar. Y, as¨ª, pudo continuar una de las carreras cinematogr¨¢ficas m¨¢s populares de la historia del cine galo. No es que sus 110 filmes hayan sido todos ellos un ¨¦xito, pero la serie iniciada con El gendarme de Sant Tropez, La grand vadrouille y El corniaud, le hubiesen bastado para hacerse rico y, sin duda, el comediante m¨¢s conocido de su pa¨ªs.
La grand vadrouille, primer gran filme c¨®mico sobre la ¨¦poca de la ocupaci¨®n nazi, con algo m¨¢s de cien millones de espectadores, es la pel¨ªcula que ha desbordado todos los r¨¦cords de asistencia de la cinematograf¨ªa gala. En algunas de estas producciones de m¨¢s ¨¦xito comparti¨® la cartelera con otro gran c¨®mico franc¨¦s, tambi¨¦n fallecido, Bourvil. Y el director que realmente lo aup¨® hasta el c¨¦nit de la gloria fue G¨¦rard Oury, especialista del g¨¦nero popular, incluso populachero, pero dominador de una t¨¦cnica impecable.
En 1975 retorn¨® a la escena teatral para interpretar la obra de Jean Anouilh, El valse de los toreadores. Por esta ¨¦poca fue cuando, por primera vez, sufri¨® un infarto. La serie de los filmes sobre los gendarmes hizo de Fun¨¨s el franc¨¦s m¨¢s querido de quienes, m¨¢s o menos cari?osamente se les llama flics en Francia. Su ¨²ltima pel¨ªcula, realizada el a?o pasado, fue precisamente Le gendarme et les gendarmettes.
Durante los ¨²ltimos tiempos viv¨ªa en un fabuloso castillo de su propiedad, a quince kil¨®metros de la ciudad de Nantes. Como lo hab¨ªa hecho siempre, a partir del momento que se apartaba de los estudios de cine, los d¨ªas y las noches de Fun¨¨s no se parec¨ªan, en nada, al ajetreado y, a veces, equ¨ªvoco mundo del medio profesional. Plantaba tomates, se ocupaba de sus tierras y animales, y cada domingo, los vecinos del pueblo sab¨ªan que lo encontrar¨ªan, en la misa de doce, al lado de su mujer y de sus dos hijos, uno de los cuales es piloto de aviaci¨®n, y m¨¦dico el otro.
Uno de los j¨®venes actores m¨¢s cotizados del cine franc¨¦s actual, G¨¦rard Depardieu, se lamentaba ayer, como el resto de la profesi¨®n, de la desaparici¨®n de Fun¨¨s, y coment¨®: "Los c¨®micos mueren siempre de una crisis card¨ªaca, porque hacer re¨ªr cansa el coraz¨®n".
Babelia
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