Trivializaci¨®n
Larreta ha hecho -dice- con el texto de La Dorotea, de Lope de Vega, una "labor de limpieza". No estaba sucio. Hay un par de maneras de considerar este espect¨¢culo. Una es atenerse al t¨ªtulo y al autor, Lope de Vega, y comprobar que no corresponde, aun cuando todas las palabras y los p¨¢rrafos barajados sean del autor. Lope explic¨® que La Dorotea, acci¨®n en prosa, estaba precisamente en prosa y no en verso, y en forma de narraci¨®n dialogada y no en la de obra de teatro por su sinceridad, por su verdad: era un fragmento de su biograf¨ªa juvenil, seguramente idealizado. Antonio Larreta teatraliza, a?ade versos y canciones, a?ade que los actores digan la prosa con un cierto ritmo: la verdad huye. Se aleja m¨¢s cuando se advierte una labor de trivializaci¨®n, un intento de teatro risue?o -tocado de melancol¨ªa al final-, m¨¢s a la manera de las comedias livianas de Lope que de esa profundidad triste que hizo de La Dorotea un gran libro. No trato de entrar ahora en la vieja pol¨¦mica del derecho de directores y dramaturgos a la adaptaci¨®n, que siempre lo tienen, sino de advertir que esta adaptaci¨®n escapa continuamente -por concepto- del t¨ªtulo y del autor dados como ciertos. Es otra cosa.Ha teatralizado La Dorotea sin piedad; y la segunda forma de ver el espect¨¢culo es la de considerar, pura y simplemente, lo que se ofrece. Y esto es la imitaci¨®n de una comedia ligera de Lope, con un texto siempre brillante, con unos personajes deshumanizados -como lo hac¨ªa cuando escrib¨ªa el autor "en horas veinticuatro" y para un cierto p¨²blico-, en el que hay momentos de gran brillantez y largos baches. Quiz¨¢ llevado por el desaf¨ªo de la menor teatralidad del texto original, Larreta ha aumentado la teatralizaci¨®n que est¨¢ a su alcance, como la prolongaci¨®n de la excelente escena final del primer acto o la menos eficaz del final mudo, con el a?adido de dos sonetos amatorios de Lope.
La Dorotea, de Lope de Vega
Adaptaci¨®n de Enrique Larreta. Int¨¦rpretes. Ana Marzoa, Mayrata O?Wisiedo, Alicia Hermida, Laura Cepeda, Pedro Mar¨ªa S¨¢nchez, Antonio Canal, Lola Mateo, Aurora Herrero, Francisco Casares, Fernando Valverde, Francisco Vidal, Mar¨ªa Teresa Cort¨¦s. M¨²sica de Alfredo Carri¨®n. Escenograf¨ªa y vestuario de Julio Gal¨¢n. Direcci¨®n de Antonio Larreta. Estreno, teatro Mar¨ªa Guerrero (Centro Dram¨¢tico Nacional), 27-1-1983.
Aun dentro de la convenci¨®n de aceptar el espect¨¢culo como propio, no se puede nunca escapar a la influencia del texto de Lope y del fragmento autobiogr¨¢fico. Y ya se entra en terreno m¨¢s cr¨ªtico a partir del reparto. Pedro Mar¨ªa S¨¢nchez es un actor cuyas virtudes y cuyas dotes naturales le alejan notablemente de la idea de un Lope juvenil, mujeriego, re?idor; quiz¨¢ concuerde con la idea de trivializaci¨®n de Larreta. Ana Marzoa da, con su voz y su emoci¨®n, una interiorizaci¨®n que no corresponde al desgarramiento de Elena Osorio; est¨¢, por tanto, irregular, aunque siempre buena actriz. Alicia Hermida lleva su celestina a la comicidad caracter¨ªstica de la Br¨ªgida del Tenorio: lo hace con toda la eficacia antigua, se lleva al p¨²blico, pero parece un personaje de otra obra. Antonio Canal es un actor muy inteligente, siempre en un gran punto, pero se deja perder su papel. Como les pasa a Mayrata O'Wisiedo, a Francisco Casares y a Fernando Valverde. Lola Mateo tiene una irregularidad de tratamiento, y a los otros actores -Laura Cepeda, Francisco Vidal o Mar¨ªa Teresa Cort¨¦s- se les da un papel de acompa?amiento.
El artilugio esc¨¦nico de Julio Gal¨¢n tiene belleza pl¨¢stica y mala resoluci¨®n t¨¦cnica; su calidad est¨¦tica se advierte, sobre todo, en los figurines, a pesar de que en los de Don Bela se pase de pintoresquismo de indiano o nuevo rico, aunque siempre dentro de una calidad.
Para quien consiga abstraerse de La Dorotea, para quien acepte la convenci¨®n e incluso para quien la considere como una "divulgaci¨®n", el espect¨¢culo puede ser interesante. Y se pueden admirar en Larreta condiciones de excelente director y de creador esc¨¦nico, m¨¢s en detalles y en momento que en continuidad de la obra. Queda la duda de si es l¨ªcito que el Centro Dram¨¢tico y el Ministerio de Cultura propongan una forma de ver al gran cl¨¢sico de esta manera. Quiz¨¢ la palabra licitud sea exagerada; mi punto de vista, sin ser un puritano o un fascinado por Lope ni por ning¨²n cl¨¢sico, es que es algo irregular que puede crear verdaderos equ¨ªvocos.
El p¨²blico del estreno pareci¨® apreciar esta labor de aproximaci¨®n: aplaudi¨® en varios momentos y se prodig¨® al final de la obra y ante la presencia de director-adaptador, escen¨®grafo y m¨²sico.
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