El viraje de China
?TIENEN ALGO en com¨²n los dos viajes que est¨¢n realizando estos d¨ªas el vicepresidente Bush a diversas capitales europeas y, el secretario de Estado Shultz a Asia? El Washington Post considera que ambos tienen un mismo objetivo: "Intentar recuperar el terreno perdido durante los dos primeros a?os de la Administraci¨®n Reagan". Es obvio que la pol¨ªtica internacional de EE UU no est¨¢ en su fase m¨¢s boyante.Pero los temas concretos que Bush y Shultz tienen que abordar en sus respectivos periplos son bastante diferentes. En el viaje del secretario de Estado la etapa m¨¢s importante es Beijing (tal y como se llama ahora la antigua Pek¨ªn), sobre todo si recordamos que las relaciones entre Jap¨®n y EE UU acaban de ser discutidas ampliamente durante la estancia en Washington del primer ministro nip¨®n, Nakasone. En el caso de China hay sobre la mesa problemas que merecer¨¢n, por lo menos, esclarecimiento. Reagan lleg¨® a la Casa Blanca con el compromiso de reforzar el apoyo de EE UU a Taiwan, la isla en la que se mantiene el Gobierno nacional¨²ta, que se proclama a s¨ª mismo poder legal de China. Esa actitud de Reagan romp¨ªa, en cierto modo, con lo que hab¨ªa sido la pol¨ªtica de apertura hacia China Popular de Kissinger y Nixon. Y ello produjo un enfriamiento l¨®gico.
En los ¨²ltimos tiempos, y en particular desde la muerte de Breznev y el nombramiento de Andropov como m¨¢ximo dirigente de la URSS, se han producido hechos indicativos de un clima menos crispado, de cierta distensi¨®n en las relaciones entre la URSS y China. Ello ha dado lugar a que la opini¨®n p¨²blica norteamericana, y probablemente tambi¨¦n los c¨ªrculos gobernantes, sean v¨ªctimas de su tendencia al manique¨ªsmo, a contemplar el mundo con unas lentes excesivamente bipolares. Durante un per¨ªodo, las buenas relaciones entre China y EE UU se presentaban casi como una alianza que pod¨ªa acorralar y aislar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Ahora, las relaciones menos hoscas entre Beijing y Mosc¨² se presentan casi como un viraje de China, la amenaza de una alianza entre la URSS y China.
La interpretaci¨®n de lo que ocurre ahora est¨¢ probablemente tan alejada de la realidad como la interpretaci¨®n de la etapa anterior. Ni una cosa ni otra. China es antes que nada un pa¨ªs con una poblaci¨®n de m¨¢s de mil millones de habitantes, es decir, la m¨¢s numerosa del mundo. Tiene que afrontar problemas dificil¨ªsimos para modernizar su econom¨ªa y mejorar el nivel de vida de su poblaci¨®n. Al mismo tiempo, China desempe?a un papel de suma importancia en la vida internacional, que sin duda crecer¨¢ en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Los equipos, relativamente m¨¢s j¨®venes, que han llegado recientemente al poder se caracterizan sobre todo por su realismo, superando el ideologismo exacerbado de etapas anteriores. Es sobre todo a partir de ese realismo como cabe comprender los esfuerzos por mejorar las relaciones con Mosc¨², mucho m¨¢s que por coincidencias ideol¨®gicas (m¨¢s bien verbales) o por paralelismos de procesos hist¨®ricos revolucionarios.
China tiene contradicciones serias con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que no se pueden esfumar de golpe, como la invasi¨®n de Afganist¨¢n, pa¨ªs que tiene una frontera com¨²n con China, y tambi¨¦n las relaciones con Vietnam y la ocupaci¨®n militar de Camboya. La reciente llegada a Beijing del pr¨ªncipe Shihanuk, despu¨¦s de haber reunido al Gobierno de amplia unidad que preside (y que abarca desde los jmeres rojos hasta los, nacionalistas de derechas), pone en evidencia la voluntad china de mantener su oposici¨®n total al r¨¦gimen irripuesto por Vietnam en Camboya, con el apoyo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Un motivo de preocupaci¨®n para China en la actualidad es el peligro de que una eventual disminuci¨®n de los misiles sovi¨¦ticos que apuntan a Occidente provoque un incremento de las fuerzas y armamentos acumulados por la URSS en las fronteras chinas.
Por otro lado, el viaje que ha realizado el jefe del Gobierno de China, Zhao Ziyang, por diversos pa¨ªses de ?frica es una nueva demostraci¨®n de que China est¨¢ resuelta a afirmar una pol¨ªtica exterior propia, con un inter¨¦s particular hacia el Tercer Mundo, pero con la necesidad, asimismo, de desarrollar sus relaciones en diversos terrenos -econ¨®micos, tecnol¨®gicos, pol¨ªticos- con otros pa¨ªses y, desde luego, con EE UU. El secretario de Estado, Shultz, inclinado a una diplomacia discreta, puede ser persona adecuada para demostrar, en la cuesti¨®n de Taiwan y en otras, la capacidad norteamericana de comprender y tener en cuenta los intereses propios de China. Si, en cambio, la actitud de EE UU sigue propensa a considerar a otros pa¨ªses -?incluso China!- como cartas de su juego planetario, el viaje de Shultz puede quedar en poco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.