'Quesquese se merd¨¦?
La parodia que el grupo catal¨¢n La Trinca hizo anteayer en el Palacio del Progreso madrile?o de diversos acontecimientos de la reciente historia de Espa?a vino precedida por la pol¨¦mica que subray¨® en Catalu?a el hecho de que La Trinca se pasara al castellano y grabara su primer elep¨¦ en catorce a?os en una lengua distinta a la de Espr¨ªu.Los que fuimos a ver a La Trinca el pasado mi¨¦rcoles en Madrid ¨¦ramos, en la mayor¨ªa, gente que super¨® la adolescencia escuchando a Raimon. Nos hubiera extrarlado entonces que Raimon cantara en castellano, porque su voz era un ejemplo, y los ejemplos no pueden traducirse. La voz de Raimon era un testimonio, una especie de grito de Munch que puede escribirse, gritarse o decirse en cualquier idioma sin que la fuerza se reduzca.
Ahora, a los que tuvimos aquella experiencia, no nos extra?a que la Trinca vierta al castellano su creaci¨®n catalana. Como las bases de su argumento son la iron¨ªa y el sarcasmo, fuera de su ¨¢mbito cabe la posibilidad de que la bondad de su m¨²sica se convierta simplemente en un sonido subrayado con los gestos habituales de la parodia.
Como la m¨¦trica es f¨¢cil de recomponer en lenguas que tienen igual ra¨ªz, el resultado de la melod¨ªa no traiciona para nada el esp¨ªritu del poema, por llamar as¨ª a las canciones. De este modo, conviene agradecer a La Trinca el esfuerzo de verter a otra lengua las letras de sus melod¨ªas.
Por otra parte, la traducci¨®n no afecta a la m¨²sica, lo que es proverbial, y como La Trinca dispone de una orquesta extraordinaria el sonido del espect¨¢culo, letra y m¨²sica, termina siendo un ejemplar homenaje a la risa.
En el espect¨¢culo hubo, por supuesto, alusiones a aquellas pol¨¦micas, y, tambi¨¦n por supuesto, reflexiones sobre diversos hechos que han ocurrido en este pa¨ªs en los ¨²ltimos seis a?os. Uno de ellos, el referido al 24 de febrero, el d¨ªa posterior al golpe de Estado de 1981, hizo que los rostros se volvieran hacia Manuel Guti¨¦rrez Mellado, el ex vicepresidente del Gobierno que de modo tan ejemplar reaccion¨® en las Cortes en aquella ocasi¨®n, que acudi¨® al estreno del espect¨¢culo de La Trinca. Como todos recibi¨® confetti al t¨¦rmino del show y vio c¨®mo los gigantes y cabezudos vestidos con las barras de la bandera de Catalu?a bailaban al aire del fin de fiesta que La Trinca titul¨® Festa major y que se desarroll¨®, esta vez s¨ª, en catal¨¢n, como un homenaje final a la posibilidad de traducirnos. Una fiesta de la normalidad que hace preguntarse, ante la pol¨¦mica habida, lo mismo que se cuestiona el t¨ªtulo del disco presentado: Quesques¨¦ se merd¨¦?.
Babelia
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