El d¨¦ficit. ?Qu¨¦ d¨¦ficit?
Todo el mundo entiende que el d¨¦ficit de un agente econ¨®mico en un per¨ªodo determinado es el exceso de sus gastos sobre sus ingresos a lo largo de dicho per¨ªodo, contabilizados seg¨²n un cierto criterio. En el caso del d¨¦ficit p¨²blico es preciso considerar al menos tres criterios distintos de contabilizar el d¨¦ficit y otros tantos de caracterizar el agente p¨²blico.En efecto, el d¨¦ficit p¨²blico puede referirse:
- Al del Estado.
- Al del conjunto de las administraciones p¨²blicas (Estado, organismos aut¨®nomos, Seguridad Social y administraciones territoriales).
- Al del conjunto del sector p¨²blico (administraciones, empresas e instituciones financieras p¨²blicas).
Puede, adem¨¢s, contabilizarse seg¨²n tres criterios distintos:
- Pagos e ingresos realmente efectuados; es decir, el d¨¦ficit deoperaciones de caja,
Obligaciones de pago y derechos de cobro reconocidos, parte cobrados y pagados y parte no,cuya diferencia da lugar a un d¨¦ficit de gesti¨®n presupuestaria.
- Clasificando dichas obligaciones seg¨²n los criterios de la contabilidad nacional, que son los m¨¢s apropiados para consolidar operaciones entre los distintos agentes del sector p¨²blico de forma homog¨¦nea.
Se tendr¨ªan as¨ª, al menos, nueve conceptos de d¨¦ficit p¨²blico, que representar¨ªan, claro est¨¢, realidades distintas. La diferencia entre tales conceptos proviene, adem¨¢s, de que, si bien las operaciones de caja de un a?o se cierran al 31 de diciembre, el reconocimiento de obligaciones con cargo a un ejercicio presupuestario se extiende durante todo el mes de enero del a?o siguiente (lo que se denomina per¨ªodo de ampliaci¨®n). En consecuencia, lwicomparaci¨®n. de un a?o sobre otro doe precisar adecuadamente cu¨¢l de los conceptos de d¨¦ficit se utiliza.
El d¨¦ficit de 1982
Seleccionemos los dos m¨¢s importantes de entre tales conceptos de d¨¦ficit p¨²blico:
- El d¨¦ficit de caja del Estado, que es el m¨¢s simple y restringido de los conceptos de d¨¦ficit p¨²blico, pero tambi¨¦n el m¨¢s preciso y el ¨²nico que no constituye todav¨ªa una estimaci¨®n.
- El d¨¦ficit consolidado de las administraciones p¨²blicas en t¨¦rminos. de contabilidad nacional, concepto m¨¢s amplio y significativo, pero que constituye todav¨ªa una estimaci¨®n.
Ambas magnitudes, cuya evoluci¨®n desde 1977 se representa en la figura, bastan para ilustrar el aceler¨®n hist¨®rico, que el d¨¦ficit p¨²blico ha experimentado en 19182. El d¨¦ficit de caja del Estado .ha pasado de 526.000 a 996.000 millones de pesetas. En n¨²meros redondos, el Estado ha efectuado pagos por un bill¨®n de pesetas m¨¢s de lo que ha ingresado d¨¦ficit que representa casi el doble (90%. de incremento) del que tuvo en 1981. Lo mismo ocurre si se considera la estimaci¨®n del d¨¦ficit en t¨¦rminos de contabilidad nacional del con junto de las administraciones p¨²blicas, que pasa de 605.000 millones en 1981 a 1.202 mil millones en 1982. Si, como es de esperar, dicha estimaci¨®n, que no incluye a las comunidades aut¨®nomas, no se modifica sustancialmentie en su orden de magnitud, la necesidad de financiaci¨®n de. las administracions p¨²blicas se habr¨¢ multiplicado por dos en un solo ejercicio.
En realidad, este fen¨®meno es la ¨²ltima etapa de unz proceso acelerado de crecimiento del ¨¦ficit p¨²blico, como lo demuestran las tasas interanuales de crecimiento del d¨¦ficit de las administraciones p¨²blicas en t¨¦rminos de contabilidad nacional.
Este proceso de crecimiento, que era conocido, tiene, sin duda, un l¨ªmite econ¨®mico en su posibilidad de mantenerse. En 1982, en realidad, se produce un hecho nuevo que el actual ministro de Econom¨ªa y Hacienda ha puesto'de manifiesto en las Cortes: por primera vez el Estado presenta un ahorro bruto negativo. Es decir, en t¨¦rminos de contabilidad nacional, los ingresos corrientes ya no bastan para cubrir los gastos corrientes, y el d¨¦ficit ya no se justifica solamente por la necesidad de alentar el proceso inversor, sino que se dedica en parte a financiar el funcionamiento diario del aparato del Estado. Efectivamente, seg¨²n las estimaciones disponibles, el gasto p¨²blico represent¨® en 1982 el 35,7% del PIB, de los que 30,9 puntos financian gastos corrientes y s¨®lo 4,8 gastos de inversi¨®n. Los gastos de inversi¨®n son menores, incluso, que la propia magnitud del d¨¦ficit.
D¨¦ficit, producci¨®n nacional y gasto p¨²blico
La importancia de este proceso autoacumulativo del crecimiento del d¨¦ficit no puede juzgarse a partir de sus cifras absolutas, sino que es preciso relacionarlo con la evoluci¨®n de la producci¨®n econ¨®mica nacional, midi¨¦ndolo, en porcentaje del producto interior bruto. La alarma crece cuando se observa que la necesidad de financiaci¨®n de las administraciones p¨²blicas ser¨¢ previsiblemente el 6% del PIB en 1982, cuando era del 3,5% en 1981. Cuando sepiensa que se tiende a identificar el incremento del d¨¦ficit con pos turas pol¨ªticas de izquierda, y que este crecimiento espectacular se ha producido bajo un Gobierno de centro, es de temer que existan mecanismos aut¨®nomos de expansi¨®n del gasto p¨²blico, cuyo crecimiento no obedece a una voluntad pol¨ªtica pre concebida, sino a las deficienejas de los mecanismos de decisi¨®n y gesti¨®n del gasto. Los Presupuestos del Estado han dejado posible mente de ser los mecanismos de asignacion a priori de los recursos p¨²blicos para pasar a ser una gigantesca m¨¢quina de sumar, con informaci¨®n diferida y sin criterios directores, que se limita a constatar a posterior? el desarrollo de acontecimientos no planificados.
El definir o valorar una actitud pol¨ªtica frente a la evoluci¨®n futura del d¨¦ficit exige plantearse al menos tres preguntas: cu¨¢l es el comportamiento del d¨¦ficit en otros pa¨ªses; c¨®mo se financia el d¨¦ficit alcanzado; su impacto en la eco nom¨ªa real (producci¨®n y empleo) y en la magnitud relativa de los sectores p¨²blico/privado.
Financiaci¨®n del d¨¦ficit
Las comparaciones internacionales no son de gran utilidad, aun que demuestran que la necesidad de financiaci¨®n de las administra ciones p¨²blicas espa?olas se sit¨²a por encima de la media de los pa¨ªses de la OCDE ponderados por sus respectivos PIB, a los tipos de cambio en 1981. Sin embargo, el comportamiento de los distintos pa¨ªses es muy dispar y no permite establecer una discriminaci¨®n en funci¨®n de grados de desarrollo o coloraciones pol¨ªticas. Nuestro d¨¦ficit es similar al de Suecia, Holanda o Canad¨¢, superior al alem¨¢n o franc¨¦s, pero inferior al de daneses o italianos.
?C¨®mo ha financiado el tstado el bill¨®n de pesetas que ha pagado por encima de lo que ha ingresado en 1982? Mediante dos procedimientos: incrementando su erdeudamiento con otros agentes y recurriendo al Banco de Espa?a. Mediante el primer procedimiento ha cubierto el 26% del d¨¦ficit, y recurriendo al Banco de Espa?a por los 733.552 millones restantes, lo que ha significado doblar casi la cifra de 1982. Es de se?alar, adem¨¢s, que la proporci¨®n del d¨¦ficit que se cubre con el recurso al Banco de Espa?a es tambi¨¦n creciente, del 70% en 1981 y del 74% en 1982.
La importancia del d¨¦ficit p¨²blico espa?ol no reside.tanto n la cuant¨ªa alcanzada como en su galopante ritmo de expansi¨®n y en la estructura de gasto p¨²blico que financia. El d¨¦ficit p¨²blico ya no representa simplemente un desequilibrio financiero, sino que constituye seguramente un cauce para asignar incorrectamente los recursos existentes. Por ello, casi al mismo tiempo que el Gobierno hac¨ªa p¨²blico el d¨¦ficit alcanzado, se enunciaba el objetivo pol¨ªtico de contener su expansi¨®n en t¨¦rminos del PIB.
C¨®mo mantener el crecimiento
Es evidente que no es posible mantener el ritmo de crecirniento descrito sin destruir las exigencias de una pol¨ªtica monetaria responsable ni limitar gravemente las posibilidades de financiaci¨®n del sector privado. Tampoco es deseable esta expansi¨®n mientras no se consiga controlar la eficacia del asto p¨²blico y reorientar su estructura y destino. Por otra parte, las expectativas, econ¨®micas de 1933 no hacen aconsejable ni pos?ble el disminuir, en t¨¦rminos relativos, el volumen de d¨¦ficit p¨²blico alcanzado. En realidad, el objetivo pol¨ªtico enunciado de mantener el d¨¦ficit en el 6% del PIB, lo que significar¨ªa, una necesidad de financiaci¨®n de las administraciones p¨²blicas (comunidades aut¨®nomas excluidas) de 1.340 miles de millones, constituye un verdadero reto. Tiene en s¨ª el valor de haber sido enunciado, marcando un rumbo a seguir y un marco de referencia al que adaptarse.
Contra este objetivo chocar¨¢n la din¨¢mica de las inercias heredadas, la manifiesta indisciplina presupuestaria de la Adminsitraci¨®n y lo endeble de los mecanismos de programaci¨®n y control del gasto p¨²blico, adem¨¢s de las graves necesidades sociales derivadas de la crisis. Cuestiones abiertas que enmarcan buena parte de las respuestas que la sociedad espera de la credibildiad, voluntad y capacidad del Gobierno.
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