Un arzobispo que no gusta a la derecha
La derecha salvadore?a ha aceptado de mal grado el reciente nombramiento de Arturo Rivera y Damas como arzobispo de San Salvador, cargo que ya desempe?aba en calidad de administrador apost¨®lico. La Prensa local ha lanzado contra ¨¦l en los ¨²ltimos d¨ªas una activa campa?a de desprestigio, acus¨¢ndole de apoyar a los subversivos con sus reiterados llamamientos al di¨¢logo.Estos sectores han sido los m¨¢s reacios al viaje papal, sobre todo desde que en su carta a los obispos salvadore?os, el 6 de agosto pasado, afirmara que la violencia que padece el pa¨ªs "encuentra su ra¨ªz m¨¢s profunda en la situaci¨®n de injusticia social". Frente a esta tesis, los c¨ªrculos que est¨¢n empe?ados en la campa?a de desprestigio contra monse?or Rivera y Damas sostienen que la guerra civil que se desarrolla en el suelo salvadore?o es producto de la infiltraci¨®n comunista que est¨¢ siendo alentada desde el exterior.
Por su parte, la izquierda se ha quejado en ciertas ocasiones de la excesiva moderaci¨®n que asum¨ªa Rivera y Damas. Las fuerzas izquierdistas a?oran en ¨¦l las posiciones de dureza de las que hizo gala su predecesor, el asesinado arzobispo Oscar Arnulfo Romero.
Su antecesor, asesinado
El que era conocido por todo el mundo como monse?or Romero defendi¨®, hasta que fue abatido a tiros en el altar, el derecho que tiene un pueblo a la violencia insurreccional cuando una dictadura atenta gravemente contra los derechos humanos y se cierran todos los canales de di¨¢logo.La inclusi¨®n de una visita del Papa a la tumba de Romero ha sido uno de los puntos m¨¢s conflictivos de su viaje. Los sectores eclesiales comprometidos con una l¨ªnea progresista lo pidieron con insistencia ante el esc¨¢ndalo levantado por los obispos m¨¢s conservadores. Entre tanto, alrededor de 12.000 carteles que presentaban una foto de Romero con el Papa fueron retirados de las calles por orden del Gobierno.
Una Iglesia desgarrada
En medio de una Iglesia desgarrada por los conflictos internos, en la que una parte importante ha optado por apoyar de una u otra forma la insurgencia, Arturo Rivera trata de mantener una dif¨ªcil posici¨®n de equidistancia entre los dos extremos, aunque la cerraz¨®n de la derecha lo presente a veces casi como un izquierdista.Defensor decidido del di¨¢logo, una de sus ideas m¨¢s permanentes es que El Salvador se ha convertido en campo de batalla de las dos potencias hegem¨®nicas, que ponen las armas, mientras los salvadore?os ponen los muertos.
En repetidas ocasiones ha clamado porque terminen los env¨ªos de armamento. El mismo d¨ªa de su nombramiento como arzobispo se pronunci¨® en contra del plan norteamericano de conceder a El Salvador una ayuda militar adicional de sesenta millones de d¨®lares.
El arzobispo salvadore?o entiende que de esta forma se alejan m¨¢s las posibilidades de di¨¢logo, ¨²nica f¨®rmula que, a su juicio, puede poner fin a corto plazo a una guerra que ha costado ya la vida de m¨¢s de 40.000 salvadore?os.
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