Gaston Defferre, el 'viejo le¨®n' de Marsella
El sill¨®n del Ministerio del Interior y de la descentralizaci¨®n, el defferrismo, cincuenta a?os de militantismo socialista, cuarenta a?os de parlamentarismo, treinta a?os de alcalde todopoderoso de Marsella la segunda ciudad francesa. Esto es todo lo que se juega, a doble o nada, a los 72 a?os de edad, Gast¨®n, que es como lo nombra el pueblo de Marsella, o Gastounet, seg¨²n el diminutivo cari?oso con el que miman sus fieles al viejo le¨®n de la arena pol¨ªtica gala.Marsella, el viejo puerto, el Mediterr¨¢neo, los proxenetas, la polic¨ªa, los hombres de mano, la prostituci¨®n la droga, los reyes corsos de la mafia marsellesa, los Guerini, los Carbone. Cuando se instal¨® en la alcald¨ªa, hace treinta a?os, en una ciudad a¨²n no recuperada de las miserias de la segunda guerra mundial, Defferre hered¨® la leyenda negra marsellesa y se prometi¨® purgar la ciudad. El otro d¨ªa, ante un grupo reducido de amigos, se consolaba a s¨ª mismo: "Durante la campa?a he recorrido y observado la ciudad, y muchas veces me he dicho que no era posible hacer m¨¢s y administrar mejor".
En la misma reuni¨®n sentenci¨®: "Si pierdo no habr¨¦ sido el ¨²nico. Otros hombres, de talla distinta a la m¨ªa, han perdido elecciones: Jaures, Churchill, De Gaulle..." Quien as¨ª se expresa es el viejo le¨®n herido, que, seg¨²n sus fieles, "es viejo quiz¨¢, pero, por eso, es m¨¢s pel¨ªgroso a¨²n".
Ya se ver¨¢ esta noche. Lo que est¨¢ en juego es el medio siglo de la historia de Marsella, del socialismo y de Francia en suma, protagonizado por este protestante de principios puritanos, nacido en Marsillarques, cerca de N?mes, de un padre endeudado que, por ello, decidi¨® a Gast¨®n a aconsejarle a su madre que se divorciara.
Desde entonces se jur¨® no tener problemas econ¨®micos, y no los ha tenido. Le Proven?al, el peri¨®dico n¨²mero uno de Marsella, del que es copropietario, ha sido siempre un negocio redondo que le ha permitido satisfacer su pasi¨®n por el mar, por los barcos, y casarse bien casado tres veces.
La primera, con una comunista; despu¨¦s, con una belga, Mar¨ªa Antonieta Swaters, perteneciente al Ghota europeo, emparentada con la archiduquesa de Austria; y por fin, desde 1972, con Edmonde Charles Roux, hija de un embajador que termin¨® su carrera como presidente de la Compa?¨ªa de Suez, amiga de Coco Chanel, escritora, premio Goncourt en 1966 con su novela Olvidar Palermo.
Combatiente durante la resistencia como jefe del comando Brutus, cinco veces ministro durante la IV Rep¨²blica, apadrinado por el semanario L'Express, que cre¨® durante varias semanas la imagen de un Monsieur X que iba a competir con De Gaulle. Aquella tentativa de federaci¨®n de una tercera fuerza socialdem¨®crata fracas¨®. Y m¨¢s aparatoso fue su desastre de 1969, cuando los socialistas lo presentaron a las. elecciones presidenciales contra Georges Pompidou: recogi¨® el 5-% del electorado.
Quiz¨¢ aquel Monsieur X sea el apellido m¨¢s definitorio de este hombre n¨²mero uno de Marsella, ambicioso, cuyo amigo Mitterrand tuvo que llegar a la presidencia para hacerle ministro del Interior y compensarle de su papel de Poulidor permanente.
Quienes le quieren le ven ingenuo, orgulloso y capaz, como lo fue en 1962, de desafiar a un duelo al director del diario L'Aurore, porque este ¨²ltimo hab¨ªa dicho en un art¨ªculo que "la fortuna del alcalde de Marsella ha seguido el curso de su carrera pol¨ªtica". Los que le quieren menos dicen que es d¨¦spota, ambicioso, sin escr¨²pulos ideol¨®gicos, violento.
Quiz¨¢ es su actual mujer quien mejor le define, cuando dice: "Visite usted la Alcald¨ªa de Marsella y ya ver¨¢ que todo funciona como en un barco de guerra". Pero lo que emociona a los militantes socialistas es la fidelidad de Defferre durante medio siglo al partido. Gane o pierda hoy, pasar¨¢ a la historia por haber sido el padre de la descentralizaci¨®n en el pa¨ªs m¨¢s jacobino del mundo.
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