Como en un desv¨¢n
Ivanov es la primera obra larga de Chejov; la escribi¨® cuando ten¨ªa veintisiete a?os. El nombre de esa obra lo ha escogido para s¨ª misma una cooperativa que la representa, que la ha estrenado ahora en las sesiones de noche del teatro Mar¨ªa Guerrero.Es una versi¨®n del autor espa?ol Domingo Miras; la ha reducido algo, ha eliminado personajes: es decir, la ha puesto m¨¢s al alcance de las posibilidades de la cooperativa. Una cooperativa de actores es siempre un esfuerzo, un sacrificio de todos, una prueba de vocaci¨®n y, generalmente, muy pocas esperanzas de recompensa e incluso de posibilidades de concurrencia.
Un empobrecimiento general
lvanov, de Ant¨®n Chejov
Versi¨®n castellana de Domingo Miras.Int¨¦rpretes: Juan Diego, Emma Cohen, Juan Echanove, Fernando Hilbeck, I?aki Aierra, Angela Torres, Mercedes Guillam¨®n, Concha G¨®mez Conde, Jorge Brosso, Rafael Lamata, Jos¨¦ Carlos V¨¢zquez, Lola Santoyo. Escenograf¨ªa y vestuario de Bernardo D¨ªaz Maison. Iluminaci¨®n de Jos¨¦ Miguel L?pez S¨¢ez. Estreno: Teatro Mar¨ªa Guerrero (Centro Dram¨¢tico Nacional del Ministeri¨® de Cultura). 16 de febrero de 1983.
Chejov es una meta demasiado lejana y dif¨ªcil. Se hace mucho en Espa?a, a veces con derroche de medios. Requiere una sutileza de interpretaci¨®n, una gradaci¨®n de matices, un tenue subrayado de psicolog¨ªas de personajes y una composicion muy compenetrada para salir adelante; m¨¢s a¨²n esta primera obra, conocida siempre como imperfecta -como embri¨®n de lo que ser¨ªa Chejov, aunque con todos sus valores ideol¨®gicos, sociales, pol¨ªticos y est¨¦ticos ya presentes-; la reducci¨®n de Domingo Miras, buen autor de teatro, due?o de un buen lenguaje esc¨¦nico, no ha ayudado demasiado a la, reparaci¨®n de aquellas imperfecciones. Incluso queda la obra como m¨¢s desmembrada.El director Jorge Eines ha debido imaginar que la soluci¨®n para tanto problema consist¨ªa en una especie de empobrecimiento general, de degradaci¨®n de todo. Una representaci¨®n de desv¨¢n.
Trajes como harapos r¨ªgidos, con arrugas fijas y colores apagados, como el fondo escenogr¨¢fico; actores que musitan sus papeles hasta hacerlos a veces inaudibles, sin contar con la incapacidad de algunos de ellos para dar sentido a las frases y con las diferencias de tono y timbre; entradas y salidas injustificadas, desconectadas con el drama. Y un cuidado -como caracter¨ªstica de la escuela que procede de los restos del m¨¦todo- de la relaci¨®n con el objeto, con los elementos del atrezzo, que a veces irrita por su falta de correspondencia con la acci¨®n del actor de la obra.
Escasez de ayuda t¨¦cnica
No parece tampoco haber tenido mucha ayuda t¨¦cnica del equipo del Centro Dram¨¢tico Nacional, o los ensayos de conjunto han sido cortos y dificiles, por lo cual parte de los efectos se pierden. Suele pasar con estos espect¨¢culos prestados o de paso. Algunos momentos de los actores Juan Diego, algunos de Emma Cohen, sobre todo al comenzar la segunda parte, muestran que la obra habr¨ªa podido tener otro vigor: son actores capaces por s¨ª mismos de describir y descubrir sus personajes.El trabajo de conjunto impide que se escuchen suficientemente sus frases; problema que afecta m¨¢s a otro los actores con menos recursos profesionales. As¨ª musitada, apagada, empobrecida, la obra se va alejando de la atenci¨®n de los espectadores, que ponen mucha en seguir el posromanticismo de la obra dram¨¢tica de Ant¨®n Chejov, el misterio del alma eslava y la agitaci¨®n decadente de una sociedad degradada.
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