El r¨¦gimen militar prepara un lento proceso de democratizaci¨®n
Tres decretos (de partidos pol¨ªticos, del Tribunal Supremo Electoral y del registro de ciudadanos) ser¨¢n promulgados hoy en Guatemala, en lo que constituye un primer paso hacia la democratizaci¨®n del r¨¦gimen de hecho establecido hace un a?o. Ser¨¢ un proceso lento, que se estima no ser¨¢ inferior, en principio, a cuatro a?os. El movimiento de los j¨®venes oficiales, que en su declaraci¨®n program¨¢tica se comprometi¨® a una pronta convocatoria de elecciones, se resiste ahora, sin embargo, a fijar un calendario electoral preciso, bajo el argumento de que a¨²n no est¨¢n dadas las condiciones necesarias.
Un pol¨ªtico de centro-derecha como Edgard Ponce, que entr¨® a formar parte del consejo de Estado en representaci¨®n de los colegios profesionales, estaba convencido hasta hace unos meses de que el sistema caminaba a base de dar dos pasos para adelante y uno para atr¨¢s. Ya no sabe muy bien si retrocede m¨¢s que avanza.La estructura pol¨ªtica guatemalteca, determinada por un Estatuto Fundamental de Gobierno que hace las veces de Constituci¨®n, re¨²ne en el presidente casi todos los poderes: el ejecutivo, el legislativo (el Consejo de Estado tiene s¨®lo car¨¢cter asesor) y parte del judicial, ya que designa directamente los tribunales de fuero especial, que juzgan una veintena de delitos relacionados con la subversi¨®n.
Pero son muy pocos los que creen que el ¨²nico depositario de este poder absoluto sea Efra¨ªn R¨ªos Montt, mucho m¨¢s si se tiene en cuenta que ¨¦l no estaba en la conspiraci¨®n golpista que alumbr¨® al nuevo r¨¦gimen, sino que fue llamado una vez que los j¨®venes oficiales hab¨ªan desarmado a los generales con mando en tropa.
Seg¨²n se explic¨® entonces, el movimiento aglutinaba a cerca de 900 oficiales, pr¨¢cticamente todos los mandos de teniente coronel para abajo. En sus alocuciones, R¨ªos Montt suele referirse a este movimiento como el legitimador de su cargo, pero resulta impensable que a lo largo de un a?o pueda mantenerse sin fisuras una organizaci¨®n asamblearia de esta naturaleza, en el seno de un Ej¨¦rcito que adem¨¢s tiene que hacer frente a una guerrilla activa.
Ni los pol¨ªticos ni los militares consultados supieron decir d¨®nde est¨¢ la fuente del poder que alimenta y controla a R¨ªos Montt. Al inicio, la clave pudo estar en el consejo militar que le asesoraba, pero fue disuelto a los tres meses, aunque algunos de sus antiguos miembros sigan siendo consultados con frecuencia por el presidente. El ministro de Defensa, el jefe del Estado Mayor y el presidente del Consejo de Reconstrucci¨®n Nacional se vislumbran como hombres fuertes, pero parece que s¨®lo el ¨²ltimo estuvo en el golpe desde sus preparativos.
Otra clave todav¨ªa no resuelta es qu¨¦ porci¨®n de poder han recuperado ya los generales desplazados tras el golpe. Se da por seguro que militares pr¨®ximos al derrocado presidente Romeo Lucas controlan al menos dos de los departamentos m¨¢s conflictivos. Esto revelar¨ªa una debilidad creciente del movimiento de oficiales j¨®venes, fruto de sus propios desacuerdos sobre los m¨¦todos para combatir a la guerrilla y sobre las f¨®rmulas de democratizaci¨®n.
La legalizaci¨®n de los partidos marxistas causa profundo malestar en las Fuerzas Armadas. R¨ªos Montt, ha defendido su reconocimiento y participaci¨®n en las elecciones. "Su exclusi¨®n del proceso pol¨ªtico", ha dicho, "los ha transformado en personajes m¨ªticos y a¨²n m¨¢s, heroicos. Esto ha impedido tambi¨¦n conocer su fuerza, o lo que yo sospecho en este caso, su debilidad".
Muchos militares est¨¢n en desacuerdo, y as¨ª lo ha reconocido el general Fuentes, considerado como uno de los jefes m¨¢s abiertos. El anticomunismo visceral sigue siendo uno de los alimentos del Ej¨¦rcito. Est¨¢ por ver c¨®mo unos oficiales habituados a emplear los m¨¦todos m¨¢s expeditivos pueden garantizar de pronto la seguridad de unos e ventuales candidatos marxistas. No en balde el propio R¨ªos Montt ha reconocido que en Guatemala las leyes no se cumplen.
La posible legalizaci¨®n de los partidos marxistas est¨¢ incluida, pese a todo, en el proyecto de ley sobre agrupaciones pol¨ªticas que el consejo de Estado elev¨® al presidente y que ¨¦ste debe publicar hoy con las reformas que estime convenientes.
En el seno del consejo de Estado, ¨®rgano corporativo que por primera vez incorpora a representantes de varias etnias ind¨ªgenas, se abri¨® un fuerte debate es torno a este punto. Algunos de sus treinta miembros eran partidarios de mantener un art¨ªculo de la Constituci¨®n anterior que vetaba el funcionamiento de partidos con ideolog¨ªa totalitaria, argucia que hist¨®ricamente se aplic¨® s¨®lo a la izquierda. Finalmente el consejo opt¨® por no fijar ning¨²n l¨ªmite ideol¨®gico.
Plazo muy largo
Al margen de que esto sea o no aplicable en la pr¨¢ctica, mientras el Ej¨¦rcito siga detentando el poder, llama la atenci¨®n el plazo extremadamente largo (dos a?os) que se ha dado a los partidos para su constituci¨®n definitiva, mediante la afiliaci¨®n de 3.000 ciudadanos.
Con cierta supiscacia podr¨ªa decirse que el r¨¦gimen actual busca eternizarse en el poder, ya que, en buena l¨®gica, las primeras elecciones para la asamblea constituyente deber¨ªan esperar a que se agote el plazo de formaci¨®n de partidos. La elaboraci¨®n posterior de la Constituci¨®n retrasar¨ªa por lo menos en un a?o m¨¢s la convocatoria de elecciones generales. En la situaci¨®n actual de Guatemala nadie puede prever lo que vaya a ocurrir en los pr¨®ximos tres a?os, cuando en uno s¨®lo R¨ªos Montt ha tenido que superar varias tentativas golpistas.
Los hombres del presidente aseguran que no hay tales prop¨®sitos, que la ¨²nica meta es sentar las bases de una s¨®lida democracia pluralista. R¨ªos Montt insiste en que no codicia el poder ni pretende perpetuarse en la presidencia. Algunos de sus tics, como el ataque reiterado a los partidos, parecer¨ªan indicar lo contrario.
Su jefe de relaciones p¨²blicas, Gonzalo Asturias, formado, en la Universidad de Navarra, explica que este plazo tan largo para la constituci¨®n de los partidos obedece s¨®lo al deseo de que puedan aglutinarse nuevas corrientes, menos ligadas a la corrupci¨®n que. los partidos tradicionales. En su opini¨®n, una convocatoria electoral r¨¢pida asegurar¨ªa el triunfo al Movimiento de Liberaci¨®n Nacional, de extrema derecha.
La experiencia pol¨ªtica personal de R¨ªos Montt parece ser una de las razones que llevan al Gobierno a estimular la creaci¨®n de nuevos partidos. En las elecciones presidenciales de 1974, el Partido Dem¨®crata Cristiano y el Frente Unido para la Revoluci¨®n, que apoyaron su candidatura, no hicieron ning¨²n amago de defender su triunfo electoral, una vez que se proclam¨® la victoria fraudulenta del general Kjell Laugerud. El a?o pasado, los dem¨®cratas cristianos le hab¨ªan prometido que encabezar¨ªa su f¨®rmula, pero al final apoyaron a Alejandro Maldonado.
Otra cuesti¨®n que puede alargar los plazos para la vuelta a la democracia es el registro de ciudadanos. Todos est¨¢n de acuerdo en que cualquier convocatoria electoral carece de sentido sin censo previo, ya que de otro modo miles de muertos recuperar¨ªan el derecho al voto y muchos vivos carecer¨ªan de ¨¦l porque sus registros civiles fueron incendiados.
El nuevo decreto obliga a realizar un nuevo censo, que exigir¨¢ como m¨ªnimo de nueve meses a un a?o, con una inversi¨®n que en el mejor de los casos no bajar¨¢ de los dos millones de d¨®lares.
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