Un homenaje universitario al cr¨ªtico Eduardo Westerdahl
La Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo rinde hoy en la Universidad de La Laguna (Tenerife) un homenaje al cr¨ªtico de arte Eduardo Westerdahl, fundador de la revista de vanguardia Gaceta de Arte, que falleci¨® recientemente. Westerdahl, impulsor del arte moderno no s¨®lo en las islas Canarias, donde desarroll¨® su labor m¨¢s importante, sino fuera del archipi¨¦lago, recibe a t¨ªtulo p¨®stumo la medalla de aquel centro universitario internacional. En este art¨ªculo se glosa una de las contribuciones del cr¨ªtico fallecido y hoy homenajeado en su tierra, a cuyo engrandecimiento cultural contribuy¨® de forma decisiva.
Con la muerte de Eduardo Westerdhal desapareci¨® uno de nuestros m¨¢s genuinos representantes de la vanguardia hist¨®rica y, sin duda, uno de los mejores cr¨ªticos de arte contempor¨¢neo que ha habido en Espa?a. Antes y despu¨¦s de la guerra civil, las m¨²ltiples iniciativas de Westerdhal en favor de la difusi¨®n del arte de vanguardia le hicieron acreedor al reconocimiento general pero, entre todas esas aventuras culturales que protagoniz¨®, no cabe duda que la de haber sido director de la revista Gaceta de Arte fue la m¨¢s comprometida y hermosa. A ella, pues, vamos a dedicar nuestro comentario, ya que esta revista, cuyo primer n¨²mero aparece en febrero de 1932 y el ¨²ltimo en junio de 1936, simboliza mejor que nada el talante liberal, cosmopolita y progresista de su director y de todos aquellos colaboradores y amigos que convirtieron a Tenerife, durante el per¨ªodo de la II Rep¨²blica, en uno de los centros capitales del surrealismo.?C¨®mo puede ocurrir semejante cosa en una isla atl¨¢ntica situada a miles de kil¨®metros de Par¨ªs, entonces la capital mundial de la vanguardia y la cuna del surrealismo? Desde luego fue all¨ª, y no a Madrid o Barcelona, a donde se dirigi¨® Andr¨¦ Breton, en 1935, para bendecir personalmente esta facci¨®n surrealista de nuestro pa¨ªs. En cualquier caso, esta sorprendente vitalidad vanguardista no surgi¨® repentinamente de la nada. Es cierto que entre Tenerife y Par¨ªs exist¨ªa el poderoso nexo personal del pintor surrealista Oscar Dom¨ªnguez, pero el ambiente cultural local estaba de por s¨ª extraordinariamente abierto a las novedades art¨ªsticas que se estaban produciendo en Europa. En este sentido, conviene recordar como precedentes locales de Gaceta de Arte las revistas La rosa de los vientos y Cartones, en torno a las cuales se aglutinaron figuras tan interesantes como Domingo P¨¦rez Minik, Pedro Garc¨ªa Cabrera, Agust¨ªn Espinosa, Juan Ismael o, entre otros, los ya citados E. Westerdhal y O. Dom¨ªnguez.
En medio de esta floraci¨®n intelectual, destac¨®, desde siempre, la intervenci¨®n animosa de Westerdhal, cuya trayectoria, antes de fundar y dirigir Gaceta de Arte, le relacion¨® con otras publicaciones locales como las revistas Letras y Hesp¨¦rides, o los diarios, La Prensa y La Tarde. Esta actividad de escritor de temas culturales de actualidad, la combin¨® Westerdhal con la de poeta y viajero por las principales capitales europeas. De esta manera, cuando aparece el primer n¨²mero de Gaceta, su entonces joven director -apenas hab¨ªa cumplido los treinta- pose¨ªa una cualificada informaci¨®n de primera mano, que se reflej¨® naturalmente en el alto nivel de la publicaci¨®n, donde tambi¨¦n colaboraron sus cofundadores D. P¨¦rez Minik, Francisco Aguilar, Jos¨¦ Arozena, P. Garc¨ªa Cabrera, Oscar Pestana y Domingo L¨®pez Torres.
Eco legendario
Respecto a la l¨ªnea que sigui¨® Gaceta de Arte conviene advertir que no se limit¨® a ser siempre el ¨®rgano del surrealismo oficial, aunque, gracias al eco legendario que suscit¨® la visita personal de Breton y P¨¦ret, que se produjo en 1935, todo el mundo lo haya cre¨ªdo as¨ª. En realidad, esta orientaci¨®n se corresponde con la segunda etapa de la revista, que se inici¨® hacia el n¨²mero 19, en septiembre de 1933, cuando aparece en primera p¨¢gina un art¨ªculo apolog¨¦tico del surrealismo firmado por D. L¨®pez Torres, pero, sobre todo, m¨¢s tarde, hacia el n¨²mero 33, a ra¨ªz de la visita de Breton, que convirti¨® a casi todos sus redactores en surrealistas confesos. Antes, pues, de esta segunda fecha, y no digamos en los comienzos de la revista, la actitud, aun siendo fan¨¢ticamente vanguardista, se mantuvo m¨¢s vers¨¢til en sus definiciones ideol¨®gicas. En ella, en efecto, se defendi¨® de todo, desde el racionalismo arquitect¨®nico al arte alem¨¢n de vanguardia, pasando por Picasso, al que se le dedica un n¨²mero monogr¨¢fico de homenaje en agosto de 1932. Desde luego, es imposible resumir aqu¨ª el riqu¨ªsimo contenido de la publicaci¨®n, que se ocup¨® de casi todos los grandes artistas pl¨¢sticos de vanguardia -Kandinski, Klee, Le Corbusier, Ozenfant, Gris, Dal¨ª, Nicholson, Brancusi, etc¨¦tera-, pero que, como dije, tambi¨¦n lo hizo en otras muchas ¨¢reas. Por eso, quiz¨¢ resulte m¨¢s gr¨¢fico mencionar algunas de las firmas de colaboradores extranjeros, entre los que nos encontramos con las de Alfred H. Barr, Will Grohamm o Jean Cassou. Creo que en este esp¨ªritu de progresismo cosmopolita se debe reconocer la impronta personal de Westerdhal, un tipo de intelectual en el que la pasi¨®n no era capaz de limitar sus miras, justo lo que ha hecho tanta falta en nuestro pa¨ªs.
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