Un 'raro' que navega
Ya he dicho en otro momento (y va de elogio) que Vicente N¨²?ez es, en el sentido rubeniano de la palabra, un raro. Un profundo conocedor del arte, o sea, un hondo sabedor de la no menos profunda irrealidad de la vida. Vicente N¨²?ez (Aguilar de la Frontera, 1929) estuvo vinculado a la malague?a revista Caracola antes de trabar amistad y entrar en la ¨®rbita de la cordobesa C¨¢ntico, cuando esta hoy celebrad¨ªsima revista iniciaba su segunda ¨¦poca. Algo despu¨¦s, en 1957, N¨²?ez publicaba su primer libro, Los dias terrestres, de hermoso t¨ªtulo y cercano a los presupuestos est¨¦ticos de C¨¢ntico. M¨¢s tarde, y arrastrado por una profunda crisis personal, Vicente N¨²?ez decidi¨® abandonarlo todo y, como laico monje, retirarse a su natal pueblo cordob¨¦s, lejos del mundanal y huero ruido, como bi bliotecario. Y all¨ª sigue, Aunque ya haya roto el silencio. En 1980 public¨® un miscel¨¢neo tomo, Poemas ancestrales, reuniendo textos escritos tiempo antes. Y el a?o pasado, Ocaso en Poley, su obra, a mi entender, m¨¢s propia y lograda, sabia mezcla de sensualismo, ret¨®rica y espiritualidad.?Por qu¨¦ abandon¨® Vicente el mundo? Me atrevo a contestar que porque el siglo es imperfecto. Porque en ¨¦l nada es como el deseo quiere. Porque el amor est¨¢ por debajo del Amor, y la pasi¨®n raramente alcanza su nombre. Cuando N¨²?ez particip¨® en el homenaje que C¨¢ntico dedic¨® a Cernuda en 1955, el poeta exiliado consider¨® a nuestro hombre como una de las grandes esperanzas de la literatura del momento.
Le conoc¨ª hace unos a?os, en verano, cierto d¨ªa en que, por indicaci¨®n de Pablo Garc¨ªa Baena, mi amigo Fernando Delgado y yo pasamos por Aguilar. Y Vicente N¨²?ez nos encant¨®. Despleg¨® su magia, nos ley¨® poemas, teatraliz¨® con el alto coturno de la amabilidad, del talento y de la heterodoxia, y nos fuimos como ya ¨ªntimos. Hablamos del amor, de las magias corporales, de las raras pasiones... Y cuando sal¨ªa el tema de la literatura (esa palabra que, en su verdad, amamos sobre todas las cosas), Vicente dec¨ªa, muy gestero: "Yo la literatura ?ni bendital". Claro que se refer¨ªa a la otra, a la mala, a la de los copetines y los trapicheos. La verdadera vida, que tambi¨¦n es literatura, esa que no tiene envidias ni rencor mezquino, esa se alegra hoy, Vicente, como yo, honda y jubilosamente con tu premio. Navigare necesse est, vivere non est necesse. ?Qu¨¦ bien entende mos lo que eso significa!
Babelia
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