El fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica socialista y la oposici¨®n
Ya lo dice Revel: "Cuando gobierna la derecha y los problemas se agravan, la culpable es la derecha; cuando gobierna la izquierda, la responsabilidad de los fracasos hay que imputarla... tambi¨¦n a la derecha".Y es que controlar la inflaci¨®n, crear 800.000 puestos de trabajo, reducir el d¨¦ficit p¨²blico y mejorar la balanza de pagos es dif¨ªcil. En cambio, destruir la oposici¨®n, contando con la televisi¨®n y con buena parte de la radio y decenas de peri¨®dicos, es relativamente f¨¢cil. Es decir, lo primordial no es gobernar y resolver los problemas; lo que importa, para los socialistas, es descalificar a la oposici¨®n, destruir la alternativa. Honestamente, pienso que existen f¨®rmulas m¨¢s constructivas para afrontar el reto de los ochenta.
Falla la receta socialista
Una revista de gran difusi¨®n comentaba estos d¨ªas los piropos que, en una comida a la Prensa, adjudicaba yo al ministro de Econom¨ªa. Sin llegar a estos extremos, lo cierto es que siempre he reconocido sus m¨¦ritos personales; lo que falla es la receta socialista; y en este sentido nuestra cr¨ªtica ha venido presidida por la moderaci¨®n Y por la claridad. Y hemos ofrecido siempre alternativas y advertencias (recogidas en los correspondientes Diario de Sesiones) que, por desgracia, los hechos se han encargado de confirmar.
En una breve excursi¨®n por nuestro panorama econ¨®mico observamos que, a pesar del descenso del precio del petr¨®leo, que ampl¨ªa notablemente el margen de maniobra del Gobierno, no se cubren los objetivos establecidos en el discurso de investidura, matizados posteriormente en el cuadro macroecon¨®mico del Gobierne.
Resulta mas que improbable el crecimiento del PIB en el 2% anunciado; nuestras exportaciones no crecen lo previsto, por lo que se ver¨¢n notablemente rebasadas las previsiones del Gobierno, que establec¨ªan un d¨¦ficit en la balanza de pagos por cuenta corriente entre 2.000 y 3.000 millones de d¨®lares; por el contrario, el d¨¦ficit superar¨¢ los 4.000 millones; la p¨¦rdida de reservas de divisas estimada -del orden de los 1.000 millones de d¨®lares- se ver¨¢ multiplicada por dos o por tres; el incremento de la deuda exterior, previsto en unos 3.000 o 4.000 millones de d¨®lares, apunta a los 7.000 millones de d¨®lares, lo que sit¨²a el nivel de nuestro endeudamiento en cotas realmente alarmantes; la peseta, devaluada en un 8% a primeros de diciembre, ha continuado su descenso acelerado por falta de medidas coherentes; el d¨¦ficit presupuestario va a batir todos los r¨¦cords hist¨®ricos; como consecuencia, la inflaci¨®n no parece que vaya a detenerse en el 12% anunciado; el n¨²mero de parados se ha incrementado en 200.000, y, previsiblemente, continuar¨¢ su marcha ascendente; la tasa de ahorro de nuestra econom¨ªa sigue cayendo, lo que impide financiar las necesarias inversiones.... etc¨¦tera. Y a todo esto los Presupuestos Generales siguen sin remitirse a las Cortes.
Gasto p¨²blico y presi¨®n fiscal
Frente a esta situaci¨®n, ?cu¨¢l ha sido la respuesta del Gobierno? Incrementar el gasto p¨²blico y la presi¨®n fiscal, es decir, trasvasar recursos del sector privado al sector p¨²blico, lo que dificulta la financiaci¨®n de las empresas y la creaci¨®n de puestos de trabajo.
Desde los famosos Pactos de la Moncloa, los sucesivos Gobiernos siguen insistiendo en el incremento del gasto p¨²blico como soluci¨®n a los males de nuestra econom¨ªa, cuando la realidad -y muy cerca tenemos el ejemplo franc¨¦s- sigue demostrando justamente lo contrario. Y como las mismas causas deben producir, l¨®gicamente, los mismos efectos, ser¨ªa vano esperar mejores resultados.
El nuevo Gobierno sigue poniendo todo el ¨¦nfasis en la redistribuci¨®n de la riqueza, pero olvida algo esencial: que los socialistas, encamados en el consenso con anteriores Gobiernos -dicho sea con todo el respeto que nos merecen las personas-, ya hab¨ªan logrado imponer sus criterios. Y no s¨®lo no queda riqueza por repartir, sino que estamos endeudados con el exterior.
A este infecundo modelo econ¨®mico se ha sacrificado todo: la moderaci¨®n de los costes de producci¨®n, el l¨ªmite de las p¨¦rdidas de las empresas p¨²blicas, la moderaci¨®n de la presi¨®n fiscal, el valor de nuestra moneda...
Lo mismo ha ocurrido en Alemania, por poner un ejemplo de socialismo moderado y responsable: la socialdemocracia hered¨® un pa¨ªs rico, con una econom¨ªa pr¨®spera y en expansi¨®n; gracias a estas rentas han podido gobernar trece a?os. Pero ya las han agotado y han tenido que regresar a las f¨®rmulas liberal-conservadoras.
El riesgo del batacazo
Pero en Espa?a, los socialistas, por las razones expuestas, heredan una situaci¨®n muy distinta: ya casi ning¨²n componente liberal o conservador ha quedado en pie; nada creador de riqueza o de ahorro se ha salvado. Y as¨ª estamos.
Y a todo esto, ?qu¨¦ ha hecho la oposici¨®n? Justamente, se?alar al Gobierno el camino que han seguido los pa¨ªses liberal-conservadores, que ya est¨¢n remontando la crisis, y ofrecerle su apoyo para afrontar, si fuera necesario, la impopularidad de algunas medidas. As¨ª est¨¢ escrito en el Diario de Sesiones de la Comisi¨®n de Econom¨ªa. ?Se puede llamar a esto una oposici¨®n desleal?
Afirma el Gobierno que hay que superar la crisis sin aumentar las desigualdades. Es un buen objetivo, pero dudo que se logre con las recetas que se est¨¢n aplicando; adem¨¢s, resulta necesario matizar que, en nuestras circunstancias, no hay mayor desigualdad que la que existe entre los que tienen trabajo y los que no lo tienen. Y por este camino, me temo que la desigualdad se incremente dram¨¢ticamente.
?ste es el aut¨¦ntico problema, y por esto hoy, para el Grupo Popular, no hay pol¨ªtica socialmente m¨¢s progresista que aquella que se ocupe de alentar el esp¨ªritu de empresa a lo largo y a lo ancho de nuestra geograf¨ªa. ?C¨®mo? Hemos se?alado el camino repetidamente: reduciendo el gasto p¨²blico y la presi¨®n fiscal; primando todas las formas de ahorro y de inversi¨®n productiva; favoreciendo una pol¨ªtica salarial que, en lugar de disminuir nuestra productividad (como la reducci¨®n de la jornada laboral), incremente nuestros m¨¢rgenes de competitividad frente al exterior, creando un clima de confianza y seguridad en las personas y en las cosas. Justamente lo contrario de lo que viene haciendo el Gobierno.
Mayor productividad
A estas alturas est¨¢ m¨¢s que comprobado por la experiencia que las viejas pol¨ªticas de demanda resultan contraproducentes. Por el contrario, resulta obvio que s¨®lo con empresas productivas y competitivas lograremos superar la crisis. Y ello exige discurrir por las v¨ªas de pol¨ªticas de oferta basadas en la productividad, el saneamiento del sector p¨²blico y la obtenci¨®n de niveles de ahorro suficientes que permitan doblegar los tipos de inter¨¦s.
La acci¨®n de los Gobiernos en la econom¨ªa siempre ha sido importante, pero para que resulte positiva no es preciso seguir incrementando los presupuestos generales, sino crear las condiciones para que fructifique la suma ingente de iniciativas individuales.
?sta es, en s¨ªntesis, la alternativa de la oposici¨®n. Lealmente expuesta desde el primer d¨ªa. Porque el tema de la econom¨ªa espa?ola es demasiado serio para que se preste a juegos, y porque los fracasos econ¨®micos de UCD ser¨ªan un simple sainete comparados con la tragedia que supondr¨ªa un batacazo del actual Gobierno. Un batacazo que se dar¨ªan los socialistas sobre las costillas del pueblo espa?ol.
Y termino por donde empec¨¦. La afirmaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez deber¨ªa provocar la seria reflexi¨®n de nuestro Gobierno, porque todav¨ªa estamos a tiempo de arreglar eficazmente los problemas sin necesidad de esperar la locomotora de las econom¨ªas americana, japonesa y alemana, regidas por Gobiernos liberal-conservadores, cuyas soluciones, parad¨®jicamente, son rechazadas para Espa?a por nuestro Gobierno socialista.
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