Oscaratr¨ªa
El principal problema que plantea la estatuilla de Garci, por lo visto, es el mismo que plantean los ¨ªdolos y fetiches en todas las religiones de la tierra: el de su fabulosa capacidad milagrera. Desde el momento en que el disc¨ªpulo de Alfonso S¨¢nchez subi¨® las escalinatas del Dorothy Chandler vestido de Bogey -algo que envidiar¨ªa todo cin¨¦filo bien nacido- comenzaron las especulaciones m¨¢s o menos descabelladas acerca de la influencia del oscar en la vida nacional. El mismo Garci y Pilar Mir¨® sostuvieron, a los pocos ins tantes, que la estatuilla de siete li bras y diez pulgadas abrir¨¢ para el cine espa?ol los hasta ahora her in¨¦ticos mercados anglosajones Para Mario Camus la efigie abrir¨¢ un per¨ªodo de reflexi¨®n profunda sobre el cine espa?ol. Otros direc tores declararon que la influencia del ¨ªdolo recubierto de oro ser¨¢ un revulsivo interno para la cinema tografia espa?ola. Hubo quien lo interpret¨® como un amuleto m¨¢gico para conjurar las viejas adversi dades financieras de la industria nacional. Y los iconoclastas profesionales, naturalmente, adoptaron la previsible actitud volteriana, in crustada en alg¨²n caso de silencio sa rabieta freudiana.La discusi¨®n acerca de los efec tos milagreros de la estatuilla va bastante m¨¢s all¨¢ del propio tinglado cinematogr¨¢fico. En mi tie rra, escenario de la historia premiada, se interpreta la influencia del oscar por el lado del turism veraniego, y hasta los ayuntamien tos filmados por Garci se han puesto a confeccionar carteles de promoci¨®n estival, con fotogramas de la pel¨ªcula. Otra de las consecuencias no desde?ables de la dec¨ªsi¨®n de los hombres de Hollywood ha sido el recrudecimiento de la secular rivalidad entre Oviedo y Gij¨®n, habida cuenta que en la pel¨ªcula no sale ni un solo plano de la capital del Principado.
Lo que, sin embargo, nadie sospechaba, es que la estatuilla iba a tener influencia futbol¨ªstica. Momentos antes del decisivo partido copero entre el Sp¨¦rting y el Espa?ol, el gerente del club rojiblanco declaraba que hasta ahora el Sp¨¢rting no hab¨ªa ganado ning¨²n campeonato nacional, pero era el ¨²nico equipo del mundo que hab¨ªa ganado un oscar.
El ambiente de la noche del mi¨¦rcoles en El Molin¨®n era de extra?a euforia. Durante toda la Liga, el equipo local no hac¨ªa m¨¢s que empatar por la m¨ªnima a base de un f¨²tbol tipo Valium-10. Sin raz¨®n alguna, aquella noche se respiraba euforia en las gradas, no s¨®lo olor a neum¨¢ticos quemados por los revolucionarios de talleres Moreda. La contundente goleada, in¨¦dita desde hace lustros, y la exhibici¨®n de un f¨²tbol que s¨®lo ha visto a brasile?os e ingleses en contadas ocasiones, un verdadero f¨²tbol-milagro, escapaba a cualquier explicaci¨®n regional. Aquello s¨®lo pod¨ªa ser influencia de la estatuilla de Garci, en cuya ficci¨®n galardonada por Hollywood el Sp¨®rting desempe?aba un papel muy principal. Las sospechas se confirmaron despu¨¦s del 5-0, cuando por los altavoces de El Molin¨¢n, con las gaviotas perplejas, empez¨® a sonar el Begin the beguine de Cole Porter, coreado por las masas, mientras los m¨¢s viejos del lugar no recordaban una resurrecci¨®n as¨ª.
Babelia
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