Nadie es neutral en Asc¨®
La central nuclear divide a los ciudadanos en dos bandos
La villa de Asc¨® cuelga inclinada sobre la margen derecha del Ebro. Sobre ella se encuentra el castillo en ruinas de los caballeros templarios que dominaron durante varios siglos a la poblaci¨®n morisca del lugar, adoptaron su nombre y juraron defender sus derechos religiosos y civiles. Ahora, bajo el pueblo, domin¨¢ndolo todo, se extiende una gran superficie gris de 200 hect¨¢reas que creci¨® con voluntad de sigilo en los 10 ¨²ltimos a?os, entre la conmoci¨®n popular.La central nuclear de Asc¨® es hoy, con las instalaciones de su primer grupo a punto de funcionamiento, el eje principal del trabajo, el insomnio, los intereses econ¨®micos y las disputas de 2.000 habitantes que pasaron, sin transici¨®n, de la dependencia respecto de la Iglesia y del trabajo de la tierra, a la vecindad de la energ¨ªa nuclear. Este hecho ha dado lugar a un planteamiento ins¨®lito: en Asc¨® las diferencias no se establecen entre la derecha y la izquierda, sino en relaci¨®n con las posturas frente a la central.
La coexistencia de un castillo medieval en ruinas y la moderna central nuclear no es fruto de la casualidad: responde a la localizaci¨®n estrat¨¦gica de Asc¨®, a las orillas del Ebro, a medio camino entre Catalu?a y Arag¨®n. La historia narra que los templarios recibieron del conde Ram¨®n Berenguer IV de Barcelona el castillo de Asc¨® en 1181. Los habitantes, moriscos, tenidos en la ¨¦poca por pac¨ªficos, obtuvieron una carta de protecci¨®n y seguridad que no les salv¨®, sin embargo, de la orden de expulsi¨®n dictada cinco siglos despu¨¦s, en 1621.
Sin pacto de protecci¨®n
Protecci¨®n y seguridad contra el fantasma del accidente nuclear son tambi¨¦n ahora, parad¨®jicamente, las reivindicaciones de una poblaci¨®n que se neg¨®, tras aquel antecedente hist¨®rico, al pacto con las compa?¨ªas el¨¦ctricas, a la par que inici¨® un duro contencioso jur¨ªdico y reivindicativo. La central cuenta actualmente con autorizaciones provisionales para iniciar su funcionamiento, a pesar de la oposici¨®n municipal y de la de los ayuntamientos lim¨ªtrofes. Sin embargo, la puesta en funcionamiento del primer reactor nuclear ha sido retrasada en varias ocasiones por razones t¨¦cnicas mal aclaradas.
Contrariamente al proceso hist¨®rico seguido por la vecina Flix, Asc¨® no conoci¨® nunca la industrializaci¨®n. Mientras en Flix fue construida, en 1890, la f¨¢brica Electroqu¨ªmica, que ocup¨® a la mano de obra local y dio origen al desarrollo de una clase obrera organizada, los habitantes de Asc¨® continuaron ligados al monocultivo del aceite. Los habitantes explican ahora c¨®mo entr¨® el gran vecino: "Vendieron las tierras, a finales de los a?os sesenta, a un precio algo m¨¢s caro del habitual en las transacciones agr¨ªcolas. Pensaron que ocurrir¨ªa lo de Flix, donde lleg¨® la f¨¢brica y pudieron dejar de depender de la tierra. Pero entonces no sab¨ªan que despu¨¦s iban a brotar los dos grandes bol¨¦ts, las monumentales setas de la nuclear".
Joan Carranza, padre de nueve hijos, alcalde de Asc¨®, estudia ahora el nuevo plan de emergencia que acaba de elaborar Protecci¨®n Civil. "A los de Asc¨® nos mandan a Batea, al campo de f¨²tbol, y a los de Flix, a la Granadella, en caso de accidente nuclear. Despu¨¦s, a las duchas de de sintoxicaci¨®n. Pero no llegar¨¢ nadie: si la central se pone en marcha lo que hay que hacer es largarse". Este criterio es compartido por peque?os propietarios locales, que han adquirido viviendas en otras comarcas. El popular p¨¢rroco de Asc¨® Miquel Redorat, impulsor de la campa?a antinuclear, se encuentra internado debido a una larga enfermedad que provoc¨®, en su d¨ªa, el rumor de que hab¨ªa sido envenenado para dejar el terreno libre a las compa?¨ªas el¨¦ctricas.
Tres candidaturas se enfrentar¨¢n en Asc¨® en los comicios municipales. Los antinucleares, encabezados por Carranza, son el eje de la Uni¨® de Progr¨¦s, apoyada por diversas organizaciones de la izquierda tradicional, con excepci¨®n de los socialistas. La Unitat del Poble, candidatura alternativa, surgi¨® de un significativo proceso en el que se agruparon todas las fuerzas de la derecha, desde Alianza Popular hasta Converg¨¨ncia i Uni¨®, pasando por simpatizantes de Fuerza Nueva y por los residuos centristas. Los socialistas, la tercera propuesta, se desgajaron de los antinucleares para formar una oferta propia, acusada por sus rivales de escasamente definida y forastera, en la que la mayor¨ªa de sus componentes, venidos de fuera, son empleados de la central nuclear. La correlaci¨®n de fuerzas anterior dio la mayor¨ªa a la candidatura de Carranza -denominada entonces Defensa Popular-, con cinco concejales, frente a los cuatro de Converg¨¨ncia i Uni¨® y UCD y uno de la Esquerra.
Entre tanto, los ciudadanos de Asc¨® tienen un alto nivel de vida (se estiman unos ingresos medios de 100.000 pesetas mensuales) gracias a su trabajo en las empresas constructoras de la central. Hay dinero, y hasta he tenido que cerrar tres puticlubs porque se produjeron bastantes casos de enfermedades ven¨¦reas", dice el alcalde. La central nuclear ocupa actualmente alrededor de 4.000 trabajadores, la mitad de los cuales procede de la zona, y el resto reside en campamentos durante la semana laboral. La puesta en funcionamiento de la central nuclear significar¨¢, sin embargo, la rescisi¨®n de la mayor¨ªa de los contratos. La plantilla quedar¨¢ reducida a unos 400 empleos.
En Asc¨® se acab¨® la ilusi¨®n del trabajo en la industria. Los agricultores temen, adem¨¢s, por la imagen contaminada de sus productos. Por la noche, la central nuclear, silenciosa, extiende sus luces opacas sobre la margen derecha del Ebro. El ruinoso castillo permanece a oscuras y la poblaci¨®n, entre una y otro, no duerme.
Ma?ana:
Informe: Pa¨ªs Valenciano Reportaje: Alcira
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