S¨ªntomas del fin de la etapa Honecker en Alemania del Este
La carrera armamentista y la elevada deuda externa, que hacen a la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) volcarse hacia las exportaciones como financiaci¨®n, ponen en peligro sus niveles de consumo y protecci¨®n social, los mayores del Este. Erick Honecker aplic¨® en sus 13 a?os de m¨¢ximas responsabilidades, sin cambios importantes, un fiel paralelismo pol¨ªtico-econ¨®mico con Le¨®nidas Breznev, del que fue precursor. Ahora no se puede mantener el mismo tren, y en la URSS manda Andropov, por lo que se aprecian en esta Alemania los primeros s¨ªntomas del fin de otra etapa. Un enviado especial de EL PAIS prosigue aqu¨ª el relato de sus impresiones durante una reciente visita a la RDA.
La Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) s¨®lo es abundante en lignito (tercera parte de la producci¨®n mundial) y potasa. El petr¨®leo que llega a trav¨¦s de Polonia por el gasoducto Amistad hay que pagarlo, como tambi¨¦n el resto de las compras. Y no bastan los excedentes de una econom¨ªa muy aquejada de baja productividad, pese a la maquinaria y otra industria pesada que se mont¨® en los a?os cincuenta y sesenta.Seg¨²n observadores extranjeros, durante 1982, de excelente cosecha cerealista, Alemania Oriental envi¨® a la URS S en vagones especiales el 60% de sus mejores cereales. Las compensaciones son gravosas, aunque la total colectivizaci¨®n y el empleo de maquinaria propia y fertilizantes hayan, aumentado mucho la productividad.
El propio jefe de Estado reconoc¨ªa hace cuatro meses que los esfuerzos exportadores se tradujeron en algunas dificultades para el aprovisionamiento interior, sobre todo en septiembre y octubre.
Si no pudiera culpar a la guerra econ¨®mica desencadenada contra los pa¨ªses socialistas por Estados Unidos, habr¨ªa sido m¨¢s duro para Erich Honecker admitir tales perturbaciones. Porque desde que lleg¨® al m¨¢ximo poder, en 1970, este creador del "socialismo de los jeans y las intershops, versi¨®n nativa del "comunismo de goulach", de Nikita Jruschov, ha despertado irrefrenables ambiciones consumistas, en un intento de neutralizar al capitalismo con las mismas armas que ¨¦ste, tal y como hizo luego en la URSS Breznev.
En cierto modo, Honecker signific¨® respecto a los ¨²ltimos tiempos del gran padre Walter Ulbricht, hoy p¨²blicamente olvidado, el retorno a la ortodoxia ideol¨®gica, la vuelta a aproximar el objetivo comunista mediante la "construcci¨®n de la sociedad socialista desarrollada".
Desde su llegada se increment¨® notablemente la pol¨ªtica de protecci¨®n social. Hoy, trece a?os despu¨¦s, los casi cuatro millones de pensionistas, un mill¨®n menos que en Espa?a, reciben en promedio 400 marcos mensuales, cuando el salario medio se sit¨²a oficialmente en torno a los 1.000 marcos netos y los millones de peque?os pisos de alquiler cuestan entre 20 y 90. Tambi¨¦n los estudiantes superiores reciben unos 200 marcos al mes, lo que les permite independizarse pronto econ¨®micamente de una familia en la que generalmente trabajan padre y madre.
El cambio Honecker
La pol¨ªtica econ¨®mica de Honecker ha intentado a toda costa, adem¨¢s, mantener el precio de los productos subvencionados o de primera necesidad y ha cerrado el abanico salarial, lo que se ha notado en la parte de salario bruto destinado a impuestos y cotizaciones (entre un 10% y un 30%, aproximadamente) y en mayores precios para los art¨ªculos no subvencionados o de importaci¨®n. Y todo ello sin ninguna veleidad libertaria o autogestionaria, porque ha mantenido r¨ªgido el control ideol¨®gico, y en las agrupaciones sectoriales de empresas o "combinados" (hay cerca de millar y medio, actuando algunos de verdaderos ministerios paralelos) no han sido desplazados los funcionarios de los aparatos.
Durante el plan quinquenal 1971-1975 el avance result¨® m¨¢s f¨¢cil que en el posterior. De un crecimiento econ¨®mico del 5,4% en el primero, se ha pasado al 4,1 %, con desaceleraci¨®n en la producci¨®n industrial del 6,5% al 4,7% (en los pa¨ªses del Este los datos de producci¨®n de bienes y servicios no incluyen parte de la Administraci¨®n, Ej¨¦rcito y Sanidad). Para 1982 se buscaba un 4,8% en la producci¨®n nacional y un 5,5% en la industrial, y la realidad reconocida por la Comisi¨®n de Planificaci¨®n ha sido del 3% y 4,1%, respectivamente.
Seg¨²n expertos occidentales, esta realidad, que incluso debe ser tomada con cautela, ha asimilado el castigo por un primer quinquenio de los setenta en que el pa¨ªs vivi¨® por encima de sus posibilidades, confiado en unos precios del petr¨®leo y de las materias primas rebajados artificialmente en relaci¨®n al nivel internacional por el sistema del Mercado Com¨²n del Este.
Iron¨ªas de la historia, o penitencias por los errores econ¨®micos. La RDA se empe?¨® tras la Guerra en un desarrollo extensivo a base del petr¨®leo sovi¨¦tico, que termin¨® por subir a mediados de los setenta. Tras reaccionar a la elevaci¨®n mediante reconversiones al lignito en las energ¨ªas de las empresas y dom¨¦sticas, los precios de los crudos empiezan a bajar, perjudicando al tiempo las expectativas de ventas de maquinaria para la miner¨ªa de dicho producto.
Acostumbrados al infortunio
Pero los trabajadores alemanes est¨¢n acostumbrados al infortunio. La zona de ocupaci¨®n sovi¨¦t¨ªca tras la segunda guerra mundial, que hoy es la RDA, ten¨ªa poco m¨¢s de un 30% de la capacidad productiva de Alemania, y cerca de la mitad tuvo que ser desmontada para afrontar las reparaciones de guerra a la URSS. Pese a ello y a carecer de materias primas, la pol¨ªtica de competencia con la zona norteamericana, acentuada por los efectos del Plan Marshall, empuj¨® a crear una poderosa industria pesada. Y tras la desestatalizaci¨®n, en la RDA se demor¨® m¨¢s que en otros pa¨ªses el paso de la econom¨ªa extensiva a la intensiva, aunque antes de levantarse el tel¨®n, en 1961, hab¨ªan abandonado el Este dos millones de personas en edad de trabajar.
Si bien los partidarios de la planificaci¨®n y gesti¨®n duras siempre se impusieron a los de la econom¨ªa socialista de mercado, que triunfaron en Yugoslavia y Hungr¨ªa, el nuevo sistema econ¨®mico de 1963 y el sistema econ¨®mico del socialismo de 1967 llegaron a introducir desviaciones y est¨ªmulos materiales a la producci¨®n, s¨®lo privada en un 3%. Pero el fen¨®meno de los famosos disidentes y el fin de la primavera de Praga, de 1968, en la vecina Checoslovaquia, ayudarona los pol¨ªticos y funcionarios en su labor de no ceder poder a los gerentes y t¨¦cnicos, que podr¨ªan haberse alejado de Mosc¨² y fomentar m¨¢s la industria ligera y la agricultura. En esto, el cambio de Honecker ha consistido en no cambiar pr¨¢cticamente nada. Para algunos observadores occidentales, el viejo luchador antinazi sintoniza poco con la aparente apertura econ¨®mica y pol¨ªtica de los primeros meses de estreno de Yuri Andropov en la URSS.
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