El desprecio
A m¨ª me conmueve hasta el forro que "el desprecio del sexo" desaparezca del C¨®digo Penal como agravante de un delito. Estuvo muy bien eso que dijo en el Congreso el socialista Granados, de que hay que acabar con el mito de la debilidad de la mujer.Es lo que le dec¨ªa yo el otro d¨ªa a mi vecina: "Anda, Manolita, p¨¢same las doce arrobas de optalidones a ver si acabo con la cucaracha del trastero". Me las ech¨®, as¨ª, en un furr¨²s, y yo se las cog¨ª al vuelo. Mientras la cucaracha se agarraba un coloc¨®n que ni Mick Jagger, me puse a entrenar para el pr¨®ximo concurso de aizcolaris del barrio. Hecha una fiera, estoy.
A lo que iba. Que no me he puesto yo poco contenta al saber que, a partir de ahora, gracias a que han colocado las cosas en su sitio, no me van a despreciar el sexo cuando me tiren del bolso, me agarren por los pelos o se lancen a realizar cualquier otra travesura que se les pueda ocurrir.
Por fin somos todos iguales.
Y esto me recuerda lo que le sucedi¨® hace dos d¨ªas a la hija de un amigo. La ni?a tiene catorce a?os y desde los ocho est¨¢ estudiando para cintur¨®n negro porque m¨¢s o menos a esa edad su hermano le peg¨® el primer cap¨®n y tuvo clara cu¨¢l era la verdad de la vida.
Pues la otra tarde, a la ni?a, a quien le est¨¢n creciendo pechitos porque adem¨¢s de lista es normal, un compa?ero judoka la meti¨® mano sin preguntarle previamente si estaba de acuerdo en entregarse con ¨¦l a semejantes toqueteos. La cr¨ªa no se lo pens¨® y le aplic¨® la llave n¨²mero 17 del primer cursillo: no necesit¨® m¨¢s.
Al chaval est¨¢n desenrosc¨¢ndolo a¨²n, con la ayuda de un encantador de serpientes. Y ?a qu¨¦ no saben qu¨¦ le pas¨® a la ni?a? Sencillamente, el director de la academia llam¨® a su padre para decirle que como vuelva a anudar a un compa?ero le despiden.
D¨¦biles o no, habr¨ªa que cambiar lo de alrededor antes de empezar a desarbolar los agravantes. Porque como sigamos as¨ª, sin seguridad social para el aborto, sin igualdad de salarios ni funciones, sin presidir Gobiernos, con los ni?os colgados de las sayas, y encima perdamos los privilegios de una sociedad paternalista, m¨¢s nos valdr¨¢ que nos compre directamente el jeque Yamani y nos ponga una tienda de guipur en Arabia Saudita.
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