Espa?a-EE UU: un convenio necesario, pero no suficiente
El reci¨¦n aprobado convenio bilateral con Estados Unidos y su anejo de relaci¨®n defensiva en caso de que Espa?a se desvincule de la OTAN son considerados por el autor de este texto como "t¨¦cnicamente aceptables, e incluso buenos, pero pol¨ªticamente insuficientes". La raz¨®n fundamental es "la falta de garant¨ªa de defensa para Espa?a en caso de ataque": dice el autor que "puede que no sea suficiente para impedir que crezca un sentimiento de descontento popular traducible en intentos de llevar a Espa?a tambi¨¦n a una democracia de corte popular".
Se ha aprobado en las Cortes el convenio bilateral con Estados Unidos y el protocolo anejo sobre el r¨¦gimen de la relaci¨®n defensiva bilateral en el caso posible de que Espa?a se desvincule formalmente de la OTAN. Ha habido una gran mayor¨ªa en favor del convenio y del protocolo y s¨®lo unos pocos votos (menos de 10) en contra. Se ha roto, sin embargo, la disciplina de voto socialista, al no haber aceptado un conocido representante de Izquierda Socialista la aprobaci¨®n de los textos propuestos por el Gobierno. Se trata de una quiebra num¨¦ricamente insignificante, pero de honda trascendencia pol¨ªtica. Por parte de los que nos hemos sumado con reticencias al voto de la gran mayor¨ªa han quedado aclarados, en el debate en las Cortes y fuera de ellas, nuestros puntos de vista, que hemos pedido haga llegar el presidente del Gobierno espa?ol a Ronald Reagan cuando en junio pr¨®ximo tenga lugar la anunciada visita de Felipe Gonz¨¢lez a Washington.El convenio bilateral y el protocolo anejo son documentos t¨¦cnicamente aceptables e incluso buenos, pero pol¨ªticamente insuficientes en la situaci¨®n pol¨ªtica de la Espa?a de 1983. El Gobierno socialista ha hecho una d¨¦bil defensa de los mismos, y al ministro Mor¨¢n se le notaba visiblemente modesto por tener que defenderlos en las Cortes. No se ha podido decir esta vez, como tantas otras, que se heredaba una situaci¨®n insoportable del pasado y que las culpas hab¨ªa que buscarlas en la gesti¨®n del Gobierno anterior. Ha habido cr¨ªticas a la decisi¨®n previa de entrada en la Alianza Atl¨¢ntica, pero se ha tenido que aceptar que, con OTAN o sin ella, Espa?a ten¨ªa que firmar un acuerdo de este tipo.
La voluntad de interpretaci¨®n
El problema est¨¢ en que lo importante, por encima de las palabras que figuran en su texto, se centra en el contenido que las partes quieran dar al convenio. Si hay confianza, el 99% de las contrapartidas tecnol¨®gicas y de todo tipo ofrecidas por Estados Unidos beneficiar¨¢n a Espa?a, y si no hay confianza, las palabras de los documentos diplom¨¢ticos s¨®lo servir¨¢n como papel mojado. Para ganar esa confianza no basta la pre sencia fisica de Felipe Gonz¨¢lez ante Reagan, sino que es menester demostrar una clara voluntad occidentalista, y esto s¨®lo se demuestra con hechos.
El protocolo anejo sobre el r¨¦gimen de la relaci¨®n defensiva bilateral en el caso posible de que Espa?a se desvincule formalmente de la OTAN se ha aprobado oficialmente junto con el convenio, pero en las Cortes se ha demostrado, a lo largo de los debates, su escaso valor y significado. Se trata m¨¢s bien de un maquillaje con el que el Gobierno socialista ha querido presentar ante sus bases m¨¢s radicales y ante los representantes de Izquierda Socialista el compromiso al que no ha tenido m¨¢s remedio que llegar en la negociaci¨®n con Washington. La alternativa probablemente hubiera sido la renegociaci¨®n completa del convenio, y el Gobierno socialista sabe que no es capaz ni est¨¢ en condiciones de renegociarlo, y sabe adem¨¢s que t¨¦cnicamente no cabe lograr cotas m¨¢s altas de respeto a la independencia y la soberan¨ªa nacional que las que figuran en el convenio, del que han desaparecido las facilidades en las bases espa?olas, sustituy¨¦ndolas, no s¨®lo a efectos sem¨¢nticos, por autorizaciones de uso, que el Gobierno espa?ol ha de dar en las instalaciones de apoyo (y no bases al servicio norteamericano) que el Gobierno espa?ol presta.
Lo importante, sin embargo, es que, aparte del protocolo, que los espa?oles hubi¨¦ramos podido perfectamente ahorrarnos, ni en el convenio ni en ninguno de sus anejos se cita para nada la garant¨ªa de seguridad para Espa?a en caso de ataque. En el debate en las Cortes se han perdido los diputados en disquisiciones sobre el estatuto de las Fuerzas Armadas, su fuero o, como ha destacado alg¨²n viejo l¨ªder hist¨®rico, las facilidades para la importaci¨®n de autom¨®viles exentos de grav¨¢menes; Creo que es un error enfocar de esta forma los hechos. Lo fundamental es que con un convenio bilateral, fuera de la OTAN -y pr¨¢cticamente estamos fuera de la OTAN, a juzgar por la tibia defensa, llena de reticencias, hecha por el ministro Mor¨¢n en el aludido debate-, Espa?a no adquirir¨¢ jam¨¢s estatuto de aliado, sino que s¨®lo seremos, como en el r¨¦gimen anterior, un Estado tercero.
Hay que convencerse de la realidad que tercamente nos demuestran los hechos cuando no somos tenidos en cuenta en las operaciones estrat¨¦gicas, pol¨ªticas, militares y de cooperaci¨®n en general en el mundo occidental y cuando resulta que no somos informados de lo que ocurre en las maniobras conjuntas norteamericano-marroqu¨ªes o con la presencia de una flota brit¨¢nica que planea cerrar al enemigo el estrecho de Gibraltar. La ambig¨¹edad de nuestra pol¨ªtica hace que se recele de Espa?a, y la garant¨ªa de defensa s¨®lo la tendremos integr¨¢ndonos de verdad en la OTAN.
Sin garant¨ªa de defensa igual que la que tienen muchos pa¨ªses occidentales con Gobiernos socialdem¨®cratas no podremos tampoco realizar ning¨²n avance s¨®lido en pol¨ªtica internacional. Recuerdo mis tres a?o¨¢ de estancia en Bulgar¨ªa al comienzo de los a?os setenta, cuando la Rep¨²blica Federal de Alemania s¨®lo pudo realizar la famosa Ostpolitik de apertura al Este concebida por el socialdem¨®crata Willy Brandt gracias a estar s¨®lidamente anclada en la Alianza Atl¨¢ntica. Felipe Gonz¨¢lez, en su viaje a Washington, debe recordar este ejemplo y decirles a los norteamericanos que el convenio que han aprobado las Cortes no debe hacerles olvidar que ya Castiella tuvo una vez que denunciar los acuerdos hispano-norteamericanos, y que la Espa?a democr¨¢tica no est¨¢ contenta con una relaci¨®n que no sea de igual a igual.
La garant¨ªa de defensa, tal y como se presenta el mundo, es fundamental, y s¨®lo esa garant¨ªa ser¨¢ capaz de disipar las dudas de que la democracia espa?ola estar¨¢ cada vez m¨¢s cerca de la democracia occidental. Convenios como el que hemos aprobado en las Cortes se han firmado por Estados Unidos con pa¨ªses que forman parte de la OTAN o que est¨¢n en la ¨®rbita occidental, pero el convenio puede que no sea suficiente para impedir que crezca un sentimiento de descontento popular traducible en intentos de llevar a Espa?a tambi¨¦n a una democracia de corte popular.
Guillermo Kirkpatrick es secretario general adjunto de Alianza Popular.
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