La controversia de los precios agrarios
La reciente aprobaci¨®n por el Consejo de Ministros de los precios de los productos agrarios sometidos a regulaci¨®n tras la fase previa de negociaci¨®n en el marco del FORPPA, con participaci¨®n de las organizaciones profesionales agrarias y representaciones de otros sectores econ¨®micos han situado nuevamente en primer plano de la actualidad el controvertido tema de los precios agrarios.
Es conveniente la puntualizaci¨®n de que el paquete de precios recientemente aprobados afecta s¨®lo a 17 productos, que, si bien su ponderaci¨®n no alcanza la mitad de la producci¨®n final agraria, sin embargo, por la fuerte implantaci¨®n de algunos en determinadas provincias en r¨¦gimen de cuasi monocultivo, sus precios suponen el elemento m¨¢s determinante tanto de la renta agraria como de la renta total de esas zonas.Conviene asimismo recordar que las actuaciones del FORPPA (Fondo de Ordenaci¨®n y Regulaci¨®n de Producciones y Precios Agrarios), seg¨²n dispone su ley fundacional, est¨¢n llamadas a conseguir tanto la suficiente rentabilidad de los productores como la defensa del poder adquisitivo de los consumidores, compensando con subvenciones cuando fuese necesario para el equilibrio de ambos objetivos y operar, por tanto, seg¨²n los casos, con precios de intervenci¨®n o de garant¨ªa, pero asimismo fijando los precios de entrada que posibiliten las importaciones precisas para limitar tambi¨¦n el techo de los precios internos.
No ha sido siempre f¨¢cil para el FORPPA compatibilizar objetivos tan contrapuestos como dar respuesta a los productores de modo que queden satisfechos los costes de producci¨®n y a su vez garantizar el poder adquisitivo de los consumidores, en debilidad permanente, sobre todo si para hacer posible este milagro se requiere primar con subvenciones o bien a productores o bien a consumidores, y para ello no siempre las disponibilidades presupuestarias han sido suficientes.
Y cabe afirmar que, para la fijaci¨®n de los precios agrarios de 1983, el Gobierno ha manifestado mucha m¨¢s sensibilidad a su preocupaci¨®n por los problemas presupuestarios y su compromiso de inflaci¨®n al 12% que por la "necesaria rentabilidad de los productores".
Coincidimos con las manifestaciones repetidas del actual ministro de Agricultura que los precios agrarios no son el ¨²nico instrumento que resuelva la persistente p¨¦rdida de rentas del sector agrario.
Crisis del campo
Es efectivamente necesario complementar con otros instrumentos que corrijan los desequilibrios denunciados en la propia Constituci¨®n en su art¨ªculo 130, pero otros mecanismos operan s¨®lo a medio plazo, y la crisis del campo, que ha visto en sus ¨²ltimos a?os crecer sus precios en el 53,5%, incremento a todas luces insuficiente para compensar el mucho mayor incremento del 77,5% de los costes de producci¨®n, requiere inexcusablemente unos precios agrarios que permitan posibilitar al sector su necesaria aportaci¨®n al empleo, al producto interior bruto, a la balanza comercial y demanda alimentaria.
Los consumidores, en cambio, para este mismo per¨ªodo, han tenido que soportar un incremento del ¨ªndice de precios al consumo (IPC) del 73,7%, frenado este incremento por la mayor moderaci¨®n de los productos alimenticios, que s¨®lo evolucionaron en el 56,7%.
La crisis del campo es profunda, y su causa m¨¢s inmediata es precisamente la pol¨ªtica de precios de los ¨²ltimos a?os, que no han compensado sus costes. Nos satisface avalar esta afirmaci¨®n con las opiniones repetidamente vertidas por profesores y economistas de reconocido prestigio nacional. Para prueba nos remitimos a los trabajos publicados por Fuentes Quintana, Julio Alcaide, P¨¦rez Blanco, Arturo L¨®pez, etc¨¦tera, muchos de ellos en el diario EL PA?S.
La negociaci¨®n de precios de 1983 desarrollada en el seno del FORPPA ha adolecido de los mismos vicios que la de a?os anteriores, derivados del leonino reglamento de votaciones, del que la Administraci¨®n sale siempre vencedora, as¨ª como de la irregular composici¨®n de la mesa negociadora, que permite una participaci¨®n igualitaria de organizaciones agrarias, siendo ¨¦stas desiguales en su representatividad real entre los agricultores y ganaderos.
La medici¨®n de la representatividad a trav¨¦s del pr¨®ximo proceso de elecciones a c¨¢maras agrarias, ofrecida por el ministro, supone la mejor garant¨ªa para el campo en las futuras negociaciones. Pero las organizaciones agrarias no resuelven s¨®lo con ello la totalidad del problema si no aciertan asimismo a conseguir transmitir a la opini¨®n p¨²blica la comprensi¨®n de la situaci¨®n real del sector.
Porque afirmaciones y juicios de valor como los vertidos con repetici¨®n por el editorial del diario EL PA?S (21 de abril) evidencian, cuando menos, el desconocimiento de la realidad agraria.
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