El gran arte de Aurora N¨¢tola

Con el estreno del Concierto para violonchelo y orquesta n¨²mero dos, de Alberto Ginastera, ha clausurado sus series de abono la Orquesta Nacional de Espa?a. Y al inter¨¦s de la nueva obra se sum¨® la actuaci¨®n de su destinataria, Aurora N¨¢tola Ginastera, y del director chileno Maximiliano Vald¨¦s.Una primera audici¨®n de Ginastera constituye, en principio, un acontecimiento musical; pero en el caso del segundo concierto violonchel¨ªstico adquiere mayor significaci¨®n, dado el valor de la importante partitura, una de las mejores salidas de la invenci¨®n del m¨²sico argentino en su etapa de madurez.

El fin ¨²ltimo del concerto, y podr¨ªamos decir que de la producci¨®n total de Ginastera, es de puro orden est¨¦tico, como intencionalidad y humano-expresivo, como inevitabilidad. El hombre, su pensar po¨¦tico, su sentir sereno, su mirar y su recordar, se asoma por los pentagramas ginasterianos desde sus primeras composiciones.

Un valor simb¨®lico

En las m¨¢s recientes -y el concierto adquiere, por ahora, valor simb¨®lico de todo un estilo creador- adquieren ¨²ltimo sentido trascendente. Ya en el amplio primer tiempo (Metamorfosis de un tema), la imaginaci¨®n se despliega a trav¨¦s de una verdadera selva musical habitada por aves andinas, coloreada por vivas tonalidades que, sin embargo, se filtran y estilizan hasta el m¨¢ximo.

Como Falla, Ginastera parece obedecer al deseo de evocar, entre otras cosas, la impresi¨®n que siempre le produjo un tema que se unir¨ªa en su biografia a la voz del violonchelo, la voz musical de Aurora N¨¢tola: me refiero al lied del tiempo lento en el segundo concierto de Brahms; a su vez, de procedencia popular alemana. M¨¢s que metamorfosis es mero, aunque hondo, punto de partida para una larga invenci¨®n.

Otro concepto po¨¦tico: el que anima el tercer tiempo, Nottilucente; esto es, la nocturnidad cruzada de nubes y encendida por la luz lunar hasta tornarla clara y vibratoria.

Ginastera ha trasladado la impresi¨®n a sus pentagramas a trav¨¦s de una teor¨ªa fisica y emocional de bellezas, en las que -como sucede en todo el concierto- quedan asumidos siglos de evoluci¨®n musical, desde girones precolombinos hasta las m¨¢s recientes tendencias.

Lenguaje natural

Despu¨¦s, el compositor habla con naturalidad en su lenguaje y con su acento. Es en ese momento justo cuando puede aludirse a una definitiva madurez, no ya alcanzada, sino superada por el compositor de Buenos Aires.

La espl¨¦ndida y original cadencia -formidable homenaje a Aurora N¨¢tola y a su poder¨ªo violonchel¨ªstico- es tan sustancial como el a¨¦reo scherzo; el vivo final renueva la biograf¨ªa del Ginastera m¨¢s racial, al jugar sutilmente con algunos elementos populares, paisaj¨ªsticos y ac¨²sticos de Latinoam¨¦rica dentro de un esp¨ªritu exultante.

Aurora N¨¢tola toc¨® su concierto de manera prodigiosa: su t¨¦cnica mec¨¢nica, su sonido c¨¢lido y pujante, su extraordinaria y casalsiana flexibilidad de arco se unieron a las vivencias que unen int¨¦rprete y obra, con lo que aplaudimos un estreno fuera de serie.

A ello contribuy¨® en alto grado el estupendo director Maximiano Vald¨¦s, una batuta en alza mundial, que a su t¨¦cnica f¨¢cil une una seguridad de conceptos, una inteligencia y una sensibilidad que se acusaron con esplendidez tanto en Ginastera como en la Primera sinfon¨ªa de Mahler. ?De cu¨¢nta vana ret¨®rica la despoja Vald¨¦s!