La familia fundadora quiere recuperar Loewe
El negocio de tiendas de lujo, fundado por el bisabuelo, cay¨® en manos de Rumasa y ahora puede ser reprivatizado
La expropiaci¨®n del grupo Rumasa por parte del Estado puede ser la gran oportunidad para que la familia Loewe recupere en su totalidad la herencia del bisabuelo, la cadena nacional e internacional de tiendas de lujo, ampliada a lo largo de los a?os, que las diferencias de criterio entre parientes de Madrid y Barcelona arrojaron a las manos extra?as de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos en 1980, por el simple m¨¦todo de la venta de acciones. Hoy, tras haber trabajado durante algo m¨¢s de dos meses en una empresa nacionalizada, los descendientes madrile?os de Enrique Loewe Roesberg, aquel avispado emigrante alem¨¢n originario de Kassel que en 1847 abri¨® un taller de artesan¨ªa de la piel en la capital de Espa?a, aspiran a tener de nuevo el dominio sobre las tiendas portadoras de su apellido, y para ello conf¨ªan en la futura reprivatizaci¨®n del grupo Rumasa.
"La familia Loewe quiere recuperar la propiedad de la empresa si ¨¦sta vuelve al sector privado. Tenemos la absoluta intenci¨®n de comprar las acciones si se ponen a la venta", afirma pausadamente Enrique Loewe Lynch, director general del grupo Loewe y presidente de un consejo de administraci¨®n paralizado, en una empresa "que sigue funcionando por s¨ª misma". Aficionado a los paseos, a los perros y a la m¨²sica cl¨¢sica, Enrique Loewe Lynch se define a s¨ª mismo como un ser sensible y un artista frustrado, que admira la elegancia de Pitita Ridruejo y parece encontrarse m¨¢s relajado al hablar de creatividad, imagen y filosofia que de finanzas, acciones y estructuras de propiedad."En empresas como Loewe, lo importante es la filosof¨ªa, la imagen, el producto, la voluntad de hacer una determinada cosa, y quiz¨¢ es menos importante la estructura de capital, que se rompi¨® al entrar Ruiz-Mateos en la empresa. A lo largo de toda la historia de Loewe ha habido una continuidad familiar y un n¨²cleo alrededor de la familia que ha hecho posible la empresa. El papel mas bonito de la familia en este proceso es el de haber creado un grupo de gente ilusionada e integrada alrededor de una idea existente a lo largo de todo este tiempo. Si la familia Loewe recupera el control de Loewe, mi padre tiene intenci¨®n de vertebrar una nueva empresa alrededor de un grupo de antiguos y nuevos accionistas para hacer que sean posibles los objetivos por los que se ha intentado luchar y que para nosotros constituyen algo m¨¢s que un negocio".
Delicado con la familia
"Hasta 1980, la familia Loewe de Barcelona y Madrid controlaba conjuntamente un 51% de las acciones, correspondiendo aproximadamente la mitad a cada una de las ramas. Sin embargo, ese a?o se produjeron en el seno de la familia divergencias sobre el futuro de la empresa, que se materializaron en la venta de las acciones por parte de la rama de Barcelona". Enrique Loewe se muestra extraordinariamente cauto al hablar sobre las diferencias entre los Loewe de Barcelona -su t¨ªo paterno, Germ¨¢n, y los seis hijos de ¨¦ste- y los Loewe de Madrid, a los que ¨¦l representa como cuarta generaci¨®n activa, tras haber relevado a su padre, cuyo nombre es tambi¨¦n Enrique, a finales del a?o pasado. Unas anteriores declaraciones suyas, al parecer mal recibidas por los parientes de Barcelona, est¨¢n en la ra¨ªz de esta gran prudencia "Quisiera ser lo m¨¢s delicado posible en temas familiares. La venta de las acciones de la rama de Barcelona en 1980 fue un hecho traum¨¢tico que repercuti¨® en un cierto enfriamiento de las relaciones entre miembros de la familia. Las relaciones se mantienen, pero estas cosas siempre dejan secuelas. Las discrepancias, sin embargo, est¨¢n a nivel de la generacion anterior a la m¨ªa. Dentro de la actual generaci¨®n, las relaciones son excelentes. La familia de Barcelona, en t¨¦rminos empresariales, debe ser considerada como un grupo de accionistas que en determinado momento decidi¨® que le conven¨ªa m¨¢s hacer otra cosa"."Probablemente la principal diferencia fue el deseo de crecer y de sacar a la empresa fuera de las fronteras espa?olas y la agresividad del planteamiento. El grupo de accionistas que no estaba de acuerdo con la pol¨ªtica global de desarrollo vendi¨® sus acciones a Rumasa, que en un principio tuvo una participaci¨®n del 25% o el 30%, pero que despu¨¦s, y precisamente debido a la expansi¨®n, lleg¨® a tener una participaci¨®n mayoritaria, ya que se necesitaba un apoyo y un respaldo finaciero fuerte."
"Cuando la familia de Barcelona, m¨¢s conservadora que la de Madrid en cuanto a estrategia comercial, quiso vender sus acciones a Rumasa, otros peque?os accionistas se mostraron tambi¨¦n dispuestos a vender. Mediante cr¨¦ditos, mi padre consigui¨® comprar una parte de estas acciones y logr¨®, durante un cierto tiempo, estando ya Rumasa dentro de la empresa, una mayor¨ªa transitoria improvisada, que, al no estar bien sujeta financieramente, tuvo que ser vendida a Rumasa, ya que no hab¨ªa m¨¢s remedio que actuar de forma realista".
"Al producirse la expropiaci¨®n, Rumasa ten¨ªa el 66% de las acciones de Loewe. Del resto de los accionistas, el m¨¢s importante es mi padre, que es verdaderamente el art¨ªfice de lo que ha sido el desarrollo de la empresa desde la guerra espa?ola hasta aqu¨ª y que controla en tomo a un 20% de las acciones. Luego hay un grupo de gente m¨¢s o menos vinculada, por diversas razones, a la familia y a la empresa durante los ¨²ltimos 30 o 40 a?os, que controla el porcentaje restante".
Seg¨²n Enrique Loewe, ni la presencia de Rumasa, primero, ni la del Estado, despu¨¦s, han alterado el estilo y la l¨ªnea del lujoso conjunto de tiendas, donde se venden desde prendas de moda de cuero, bolsos, zapatos, abrigos, a objetos de decoraci¨®n para el hogar, pasando por perfumes, ropa, joyas, accesorios, agendas y pa?uelos, en una gama de precios que oscila entre "las 350 o las 400 pesetas por una especie de llavero o algo semejante" y "varios centenares de miles de pesetas por un abrigo de peleter¨ªa o una piel superrefinada".
Las relaciones con Rumasa fueron cordiales
"La l¨ªnea de estilo se ha mantenido al margen de la estructura de propiedad. Las grandes empresas de alta costura francesas son todas de importantes grupos financieros, lo que importa es la creatividad, la filosof¨ªa y la imagen de la empresa, y en este sentido no ha habido ninguna intervenci¨®n. En toda justicia, debo decir que nuestras relaciones con el grupo Rumasa han sido cordiales. El grupo fue enormemente respetuoso con esta empresa, su tradici¨®n y su manera de hacer, no influy¨® absolutamente en nada en la trayectoria de Loewe, como tampoco ha influido ahora la expropiaci¨®n por parte del Estado.""No es desacertado decir que Loewe daba prestigio a Rumasa y a cualquiera que hubiera integrado a Loewe en sus operaciones y adem¨¢s era una inteligente aproximacion a futuras operaciones en el area comercial. La participaci¨®n de los bancos de Rumasa en la estructura de cr¨¦ditos de Loewe era, por otra parte, muy minoritaria. Alrededor de un 20% de esta estructura ven¨ªa de los bancos de Rumasa. El resto era de los bancos con los que Loewe siempre ha estado trabajando".
Cree Enrique Loewe Lynch que la expropiaci¨®n de Rumasa no ha influido en Loewe "de una forma objetiva que se pueda notar en una disminuci¨®n de ventas u otro fen¨®meno medible". Confiesa, sin embargo, que, "en la medida en que Loewe pueda ser una cosa at¨ªpica o inesperada dentro del grupo Rumasa, su asociaci¨®n, cada vez que se habla de la noticia (la expropiaci¨®n), puede que no sea demasiado beneficiosa". Con todo, cree recordar que Ruiz-Mateos era, ¨¦l mismo, cliente de Loewe, aunque no puede asegurarlo de "forma anecd¨®tica". "Muchos bancos de Rumasa sol¨ªan comprar en Loewe cuando ten¨ªan que amueblar los despachos", dice.
"El papel del Estado dentro de Loewe no se ha notado en absoluto. El tipo de negocio, su trayectoria, su filosof¨ªa, lo hacen poco accesible a los cambios bruscos. Lo que se nota, a trav¨¦s de una participaci¨®n muy m¨ªnima, es un absoluto respeto y deseo de que las cosas marchen bien. Loewe no es una empresa que tuviera dificultades econ¨®micas.
En la actualidad trabajan en Loewe unas 800 personas, divididas entre un sector fabril, que ocupa a 500 operarios en talleres instalados en Madrid y Barcelona, y un sector comercial, que da trabajo a las 300 personas restantes en distintas dependencias comerciales en Espa?a y el extranjero. Loewe, dice su director general, es una empresa con "escasa conflictividad laboral", aunque "no es ya la trastienda de una farmacia".
La situaci¨®n econ¨®mica de la empresa es "francamente satisfactoria", afirma Enrique Loewe, que pone especial ¨¦nfasis en el tiempo transcurrido desde el inicio de esta d¨¦cada. Las ventas han aumentado un 20%, las exportaciones han crecido entre un 15% y un 17% en los ¨²ltimos tires a?os, de tal forma, que la cifra de ventas de Loewe se ha consolidado en 3.500 millones de pesetas en Espa?a, y la de exportaciones, en 600 millones de pesetas. La empresa posee tiendas en Londres, Bruselas y una cabeza de puente en Am¨¦rica, con el local de la Quinta Avenida en Nueva York. Est¨¢ adem¨¢s una treintena de tiendas en Asia, que funcionan con el sistema de franquicia. Al director general le parece, sin embargo, "un poco superficial y gratuito" relacionar los buenos resultados de los ¨²ltimos a?os con la presencia de "un capitalista importante" dentro de la empresa. Para ¨¦l, se trata m¨¢s bien de una "cristalizaci¨®n" de la marca.
Pero la marca se paga. Vestir a una mujer de pies a cabeza en Loewe en ¨¦poca primaveral -es decir, ahorr¨¢ndose el abrigo o la gabardina- y sin extras que disparen el presupuesto puede costar entre 80.000 y 150.000 pesetas, seg¨²n c¨¢lculos aproximados que realiza Enrique Loewe. "Una blusa de seda puede valer entre las 12.000 y las 17.000 pesetas, que es m¨¢s o menos lo que vale en cualquier sitio. Un conjunto de chaqueta y pantal¨®n puede valer entre las 50.000 y las 80.000 pesetas, si es de piel, y un 2051. menos si es de tela. Unos zapatos, entre las 8.000 y las 14.000 pesetas.
"Yo no dir¨ªa que no se est¨¢ pagando la marca. Pero lo que se puede estar pagando por la marca resulta un porcentaje peque?¨ªsimo. F¨ªjese en las agendas: el papel, que parece amarillito y normal, tan fino y resistente a la vez, no se encuentra en Espa?a, hay que importarlo. Y as¨ª, hay mil peque?os aditamentos que podr¨ªan justificar... Yo no creo que Loewe est¨¦ cobrando en absoluto en sus m¨¢rgenes m¨¢s de un 10% del precio total del producto por su imagen, y en much¨ªsimos casos, ni eso".
Loewe ha hecho "una religi¨®n" del control del producto, ha buscado materiales nobles, de alta calidad, investiga el cuero en la tradici¨®n artesanal heredada de los ¨¢rabes; sin embargo, no ha podido rehuir el pl¨¢stico. "El pl¨¢stico, en la cultura del siglo XX, es casi un material natural", dice Enrique Loewe, relaj¨¢ndose y reclin¨¢ndose hacia atr¨¢s en la butaca, y luego, sonriendo suavemente, agrega: "Yo me atrever¨ªa a ser respetuoso con el pl¨¢stico".
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