Las c¨¢rceles est¨¢n vac¨ªas, pero no hay paz
La amnist¨ªa de Belisario Betancur, la m¨¢s amplia sin duda de cuantas se han concedido en Colombia durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, ha vaciado las c¨¢rceles de presos pol¨ªticos, pero no ha logrado la paz. Cinco meses despu¨¦s de su promulgaci¨®n, la violencia ha regresado donde sol¨ªa. El M-19 (nacionalista de izquierda) -una de cuyas acciones m¨¢s destacadas fue el secuestro en marzo de 1980 de 14 embajadores cuando asist¨ªan a una recepci¨®n en la Embajada dominicana en Bogot¨¢- acaba de anunciar la reanudaci¨®n de la lucha armada, y las FARC (de ideolog¨ªa marxista) la han reanudado de hecho, con el asalto a dos poblaciones, a pesar de que hace un mes renunciaron a ciertas pr¨¢cticas, como la del secuestro.Este fracaso de su pol¨ªtica de mano tendida ha llevado al presidente Betancur a pedir al Congreso la elaboraci¨®n urgente de una ley antiterrorista. Con ello podr¨ªa gestarse el inicio de una nueva etapa de excepcionalidad jur¨ªdica, al estilo de otras que en el pasado no hicieron sino alimentar la lucha armada, lejos de controlarla.
Salida honorable
La ley de amnist¨ªa del 19 de noviembre constituye, a todas luces, el intento m¨¢s serio por ofrecer una salida honorable a los combatientes que sostienen una guerra iniciada hace ya 35 a?os. Ning¨²n colombiano que no haya cumplido los 40 tiene memoria de una vida pol¨ªtica normal, sin fusiles de por medio, y todo parece indicar que nada va a cambiar en el futuro inmediato.El presidente colombiano enarbol¨® la bandera de la paz en su misma toma de posesi¨®n. Su amnist¨ªa, promulgada tres meses despu¨¦s, no tiene m¨¢s exclusi¨®n que los homicidios fuera de combate cometidos con sevicia e indefensi¨®n de la v¨ªctima, agravantes que no resultan f¨¢ciles de probar y que de hecho dan car¨¢cter universal a la ley. Aunque hay diversas interpretaciones sobre la inclusi¨®n o no del secuestro, lo cierto es que el texto legal no lo excluye, y una posterior instrucci¨®n presidencial parece confirmar esta interpretaci¨®n, al se?alar que la ley no ampara los secuestros cometidos despu¨¦s del 20 de noviembre. Esto es, s¨ª los anteriores.
Otras medidas de gracia (ha habido no menos de cinco en los ¨²ltimos 30 a?os) no amparaban este delito por considerarlo atroz, lo que produjo sucesivos fracasos, ya que los principales dirigentes, a los que siempre pod¨ªa acusarse de ser autores intelectuales de uno o varios secuestros, quedaban fuera del amparo legal.
En esta ocasi¨®n no ha sido as¨ª. Betancur no se ha limitado, adem¨¢s, a instrumentar la amnist¨ªa, sino que ha puesto en marcha todo un esquema de promoci¨®n econ¨®mica en las zonas deprimidas, ha elaborado varios decretos para facilitar la reincorporaci¨®n civil de los guerrilleros en el campo o en la ciudad y ha anunciado una reforma pol¨ªtica que por primera vez puede abrir caminos a nuevas formaciones constituidas al margen de la dictadura de los dos partidos trad¨ªcionales. Temas como la ocupaci¨®n militar de las zonas de combate, que el Ej¨¦rcito y el propio Betancur consideran innegociables, se han convertido finalmente en la raz¨®n de la ruptura. El apoyo un¨¢nime de todos los partidos pol¨ªticos, desde el comunista hasta el conservador, al programa de pacificaci¨®n del presidente no ha bastado para que las principales fuerzas combatientes declaren la paz.
El presidente ha dicho con claridad que no habr¨¢ nuevas medidas de gracia, que se ha llegado al l¨ªmite, aun a costa de muchas cr¨ªticas, pero no pierde la fe en su capacidad de convicci¨®n. S¨®lo que proyectos como el de la ley antiterrorista suponen una vuelta al pasado que, sin duda, la guerrilla interpretar¨¢ como un reto. Algunos de sus l¨ªderes, salidos de la c¨¢rcel por la amnist¨ªa, est¨¢n ya empufiando nuevamente las armas o preparando las bater¨ªas ideol¨®gicas- para justificar su uso.
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