El franco franc¨¦s vuelve a dar signos de debilidad en los mercados
Resucitan las acusaciones contra EE UU
El debate monetario replanteado por el presidente de la Rep¨²blica francesa, Fran?ois Mitterrand, con motivo de la reciente reuni¨®n de los ministros de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), sit¨²a en el plano internacional las prioridades que defender¨¢ Francia en la cumbre que dentro de tres semanas escasas celebrar¨¢n los siete grandes pa¨ªses industrializados en Williamsburg. En Francia la mediocre acogida a la proposici¨®n de Mitterrand, consistente en crear un nuevo sistema monetario internacional, revigoriza otra vez las tesis de quienes, en el seno de la mayor¨ªa de izquierdas, son partidarios de que el franco franc¨¦s abandone el sistema monetario europeo (SME). La divisa francesa vuelve a dar signos de debilidad en los mercados.
Mitterrand, d¨ªas pasados, aprovechando la reuni¨®n de los 24 pa¨ªses de la OCDE, propuso la reuni¨®n de una conferencia monetaria para fundamentar un nuevo sistema monetario internacional que reemplazar¨ªa al sistema de monedas flotantes actual, forzado por la supresi¨®n del de Bretton Woods hace una docena de a?os, cuando se suprimi¨® la convertibilidad en oro del d¨®lar. Desde entonces, las tres monedas-pivote de los intercambios internacionales son el yen japon¨¦s, el ecu (o unidad de cuenta europea) comunitario y, sobre todo, el d¨®lar americano.Seg¨²n las tesis de Mitterrand, el ascenso constante del valor del d¨®lar es excesivo respecto al de las dem¨¢s monedas, y esto debido a una pol¨ªtica artificial de altos tipos de inter¨¦s del dinero. Como consecuencia, las elucubraciones incontrolables del d¨®lar americano en los mercados de cambios desbaratan el comercio entre los pa¨ªses industrializados y entre estos ¨²ltimos y los del Tercer Mundo. Mitterrand estima que ha llegado el momento de regular las fluctuaciones monetarias por medio de ese sistema internacional, que ¨¦l preconiza.
Los americanos no piensan as¨ª. Para ellos la cotizaci¨®n creciente del d¨®lar es consecuencia de las leyes del mercado y no del desorden monetario. Para las autoridades de Washington el valor de una divisa no se decreta, sino que es establecido por la relaci¨®n de fuerzas econ¨®micas entre los pa¨ªses. Y, en segundo lugar, que la manera de yugular la inflaci¨®n. realmente consiste en someterse a la ley de la oferta y la demanda.
En resumen, para Mitterrand, si se quiere vencer la crisis econ¨®mica actual, hay que empezar por controlar las monedas. S¨®lo esto, en su opini¨®n, permitir¨ªa el restablecimiento normal del comercio entre los pa¨ªses ricos y, a su vez, ayudar¨ªa a los pobres a planear su desarrollo. Los americanos, por el contrar¨ªo, creen en las Virtudes del comercio, pero a partir de pol¨ªticas econ¨®micas sanas que supriman la inflaci¨®n para empezar.
El planteamiento de este debate monetario, acogido con educaci¨®n o con escepticismo por los europeos y rechazado por los amencanos, coincide con las v¨ªsperas de la cumbre de Williamsburg (EE UU), donde los siete grandes pa¨ªses industrializados celebrar¨¢n a finales de este mes su reuni¨®n anual. Los americanos, en vez de centrar la tem¨¢tica de las conversaciones en las variaciones del d¨®lar y en la reactivaci¨®n convertida de las econom¨ªas, quieren profundizar sus tesis sobre las virtudes del comercio mundial sin trabas como barreno de la crisis.
Mitterrand se ha situado en su terreno con la proposici¨®n de un sistema monetario que, a largo plazo, nadie rechaza, pero que no se considera de actualidad. El hecho de que Francia hoy sufra de la hipoteca que supone una deuda exterior de 400.000 millones de francos, le resta fuerza a su actitud.
Nueva fase en Francia
Mitterrand sab¨ªa de antemano que su iniciativa, de momento, no pasar¨ªa de ser el alimento de un debate monetario ya antiguo. Son las razones de la pol¨ªtica interior francesa las que tambi¨¦n explican que el presidente haya escogido la ocasi¨®n que le proporcion¨® la cumbre de la OCDE para preparar a la opini¨®n, nacional e internacional, ante una posible nueva fase de la estrategia econ¨®mica francesa. En efecto, la poca incidencia pr¨¢ctica de la intervenci¨®n presidencial ha servido para que reincidan en sus teor¨ªas los socialistas y comunistas, que no creen en la pol¨ªtica econ¨®mica actual y no esperan m¨¢s que su fracaso para iniciar una etapa de proteccionismo que empezar¨ªa por el abandono del franco del SME.
Si el plan de austeridad realizado por el ministro de Finanzas, Jacques Delors, no alcanza sus objetivos (reducci¨®n de la inflaci¨®n al 8% y del comercio exterior a 45.000 millones de francos), los comunistas y la fracci¨®n m¨¢s extremista del partido socialista (PS) atacar¨ªan de nuevo para ¨ªniponer una pol¨ªtica de voluntaris mo econ¨®mico y.nacionalismo en la que la fuerza del Estado primar¨ªa respecto a la que hoy se funda en una Francia europea, moderna, abierta a la competencia.
La poca fe de una fracci¨®n de la mayor¨ªa gobernante de izquierdas en su propio plan econ¨®mi¨¦o, adem¨¢s del mediocre entorno internacional, son las razones por las que el franco franc¨¦s, vuelve a inspirar la desconfianza de los med¨ªos financieros internacionales.
Las consecuencias mec¨¢nicas de la ¨²ltima devaluaci¨®n del pasado mes de marzo parecen haberse agotado ya. Durante la semana ¨²ltima, el d¨®lar, el marco, el franco suizo, el flor¨ªn holand¨¦s, volvieron a alcanzar cotizaciones record.
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