El Ronquillo, en el recuerdo

La Diputaci¨®n ha tenido la estupenda idea de perpetuar el recuerdo de El Ronquillo, colocando una placa en los accesos del tendido 7, que durante tantos a?os ocup¨®, y desde el que emit¨ªa aquellos ingeniosos mensajes de aficionado, generalmente cr¨ªticos de la lidia y m¨¢s frecuentemente dedicados a don Livinio, el que fue gerente de la antigua empresa de Las Ventas.A otro gran, aficionado, el inolvidable Juanito Parra, sus correligionarios le dedicaron hace un par de temporadas un azulejo, que se encuentra en la andanada 8, donde tuvo su abono durante d¨¦cadas. El Ronquillo, Juanito, y don Livinio tambi¨¦n, ya han desaparecido, pero su recuerdo pervive. Lo m¨¢s importante de una plaza de toros es que tenga personalidad (eso lo sab¨ªa muy bien don Livinio), y la de Madrid la posee muy acusada, gracias a estos ronquillos y juanitos, portavoces de la afici¨®n. Otros personajes les suceden ahora con mejor o peor fortuna y ser¨ªa deseable que proliferaran, pues dan ambiente.

Nos dicen, sin embargo, que donde hay aficionados querr¨ªan meter turistas, porque aquellos molestan a los taurinos. Es decir, volver a la torpe pol¨ªtica de la d¨¦cada tur¨ªstica de los a?os sesenta, cuando echaron a la afici¨®n de los cosos, y dejaron a la fiesta sin ambiente y sin clientela. Taurinos: un caso perdido de incompetencia.