Las se?ales del 8 de mayo
A quienes discrepan de esta idea y se empe?an en relativizar la significaci¨®n del 8-M y en ce?irla al ¨¢mbito municipal cabe recordarles que, en el curso de la campa?a, todos los partidos bajaron a la arena pol¨ªtica para tratar de los problemas del Estado y de la sociedad. El propio Gobierno comprometi¨® sus mejores efectivos en la confrontaci¨®n en puntos y momentos decisivos: con Alfonso Guerra, en C¨®rdoba, y Felipe Gonz¨¢lez, en el ¨²ltimo de los cinco espacios, cinco, con los que el PSOE cont¨® en Televisi¨®n Espa?ola.No pod¨ªa ser de otra manera. Se quisiera o no, convocadas a los seis meses del 28-O, estas elecciones iban a quedar marcadas por consideraciones pol¨ªticas que rebasan el ¨¢mbito municipal. As¨ª se pon¨ªa de manifiesto en una encuesta realizada por la facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa, en Madrid, durante la campa?a, y en la que el 48,4% de los madrile?os anunciaba su intenci¨®n de votar pensando en el pa¨ªs, mientras un 37,8%, declaraba su disposici¨®n a hacerlo en el barrio o en el municipio.
No est¨¢ en mi intenci¨®n restar importancia a los factores locales en la determinaci¨®n de los resultados electorales del 8-M. Y a¨²n menos a la influencia que han desempe?ado algunos candidatos, incluso en ciudades grandes. Ah¨ª est¨¢n los votos obtenidos por Julio Anguita en C¨®rdoba, por Tierno Galv¨¢n en Madrid y, en general, los que han obtenido los alcaldes salientes comunistas y socialistas por encima del score atribuible a su partido. En esa misma direcci¨®n cabe interpretar los triunfos de algunos independientes en tres o cuatro capitales de provincia. Pero quiero subrayar el hecho de que un an¨¢lisis global y pol¨ªtico del comportamiento electoral debe contemplar simult¨¢neamente el escenario municipal y el de los problemas de car¨¢cter m¨¢s general. Es m¨¢s, los resultados espectaculares obtenidos por algunas candidaturas comunistas, que superan no s¨®lo los resultados del 28-O, sino tambi¨¦n los de las anteriores elecciones municipales, ponen de manifiesto que el sistema de partidos surgido de la transici¨®n no cuenta, en Espa?a, con la estabilidad propia de otros pa¨ªses europeos, en los que una mayor fijaci¨®n ideol¨®gica o partidaria del voto impide que se produzcan disparidades tan acusadas entre unas elecciones municipales y las legislativas.
Votos contra el bipartidismo
La mayor¨ªa de los observadores ha destacado la recuperaci¨®n electoral del PCE como el dato m¨¢s relevante del 8-M. Y as¨ª es, efectivamente, puesto que mientras todos los partidos pierden algo o mucho de su electorado, el PCE supera en m¨¢s de 600.000 los votos obtenidos el 28-O. Pero no comparto la tesis, interesada, seg¨²n la cual ¨¦ste ser¨ªa el ¨²nico movimiento electoral pol¨ªticamente significativo que arrojan las ¨²ltimas elecciones. Creo que, al contrario, los votos perdidos por los grandes partidos tienen un valor pol¨ªtico complementario en cierto modo del que se ha atribuido a la recuperaci¨®n del PCE.
Esta p¨¦rdida generalizada de votos ha encontrado, hasta el momento, interpretaciones tautol¨®gicas que pretenden rehuir su alcance pol¨ªtico: se han perdido votos -suele decirse-, porque ha aumentado la abstenci¨®n. Pero, en mi opini¨®n, los votos que engrosan la abstenci¨®n tambi¨¦n responden a motivaciones pol¨ªticas, aunque ¨¦stas sean, por as¨ª decirlo, motivaciones pasivas. Existe, por supuesto, una abstenci¨®n pol¨ªticamente neutra, atribuible a la naturaleza de estas elecciones y a su convocatori¨¢ dominical. Sin embargo, ser¨ªa equivocado no buscarle mayor explicaci¨®n al hecho de que se han. abstenido o hayan ido a parar a candidaturas independientes m¨¢s de un mill¨®n y medio de los electores del PSOE del 28-O, 850.000 de los que obtuvo entonces la Coalici¨®n Popular y una buena parte del mill¨®n y medio alcanzado por UCD y el CDS el 28 de octubre.
En mi opini¨®n, estos votos perdidos que van a la abstenci¨®n o a candidatos independientes, y que suman cerca de cuatro millones, revelan la existencia de muchos ciudadanos hu¨¦rfanos de opci¨®n pol¨ªtica. Dicho de otra manera, la oferta bipartidista heredada del 28-O con la que se han afrontado estos comicios ha resultado insuficiente para atraer y / o retener una parte significativa del electorado. Ser¨¢ necesario un examen mucho m¨¢s detenido para caracterizar definitivamente este fen¨®meno, pero no creo que sea aventurado afirmar que el contingente m¨¢s homog¨¦neo de estos votos perdidos pertenece a una opci¨®n de centro que no encaja en ninguna de las dos formaciones pol¨ªticas surgidas del 28-O y que tampoco se ha visto representada por ninguna de las siglas que pretend¨ªan cubrir este espacio en estas elecciones. Son, de alguna manera, votos contra el bipartidismo.
Los votos del PCE
Es conocida nuestra opini¨®n acerca de los efectos negativos de la bipolarizaci¨®n pol¨ªtica, que no supone, en Espa?a, hegemon¨ªa del poder socialista, como gustan decir ahora los dirigentes del PSOE, sino derechizaci¨®n progresiva de todo el cuadro pol¨ªtico, con sus corolarios de radicalizaci¨®n en la derecha y desplazamiento hacia posiciones que no son de izquierda en el partido del Gobierno. En consecuencia, nuestra satisfacci¨®n por los resultados del 8-M no se basa ¨²nicamente en cuanto suponen de reconocimiento a la labor desarrollada por los comunistas en los ayuntamientos, sino tambi¨¦n en que pueden contribuir a generar una nueva din¨¢mica pol¨ªtica en la que el Gobierno, para bien del pa¨ªs, tenga que empezar a mirar a su izquierda.
A ello van a estar destinados los votos del PCE en el futuro inmediato, puesto que ¨¦sta es la intenci¨®n que sin duda han querido dar a su decisi¨®n quienes votaron al PSOE el 28 de octubre y ahora han votado al PCE. No cabe aqu¨ª tampoco soslayar el alcance pol¨ªtico que d¨¦ este trasvase. Aun aceptando que en una proporci¨®n cierta se trata de votos municipales, el examen detenido de los resultados pone de relieve que incluso all¨ª donde el alcalde saliente era del PSOE -y, en consecuencia, el PSOE era quien capitalizaba la componente municipal del voto-, el PCE tambi¨¦n se recupera. Contemplando los 1.000 municipios m¨¢s importantes del pa¨ªs se observa que el PCE multiplica por cuatro los resultados obtenidos el 28 de octubre all¨ª donde el alcalde saliente era comunista; pero tambi¨¦n aumenta en un 39% all¨ª donde el alcalde saliente era socialista, porcentaje que tiene una inequ¨ªvoca significaci¨®n pol¨ªtica.
Por otra parte, el PCE ha hecho. en todo el pa¨ªs una campa?a pol¨ªtica, situando en primer plano la gesti¨®n municipal, ciertamente, pero llamando al electorado a un voto compensador de lo que fueron los resultados electorales del 28-O. Esto es, present¨¢ndose ante el electorado con la idea de que el cambio necesario exige otra pol¨ªtica econ¨®mica, otra pol¨ªtica exterior, otro talante en la consolidaci¨®n y desarrollo de las libertades.
En consecuencia, el voto al PCE, incluso aquel voto que deriva de la popularidad de los candidatos, lo es tambi¨¦n a un mensaje pol¨ªtico contrastado con el de las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas.
Una advertencia para el Gobierno
El PSOE ha ganado las elecciones municipales: y auton¨®micas. ?sta es otra verdad que ser¨ªa absurdo negar. Nadie, por tanto, puede hablar en propiedad de rechazo global de una pol¨ªtica que sigue concitando, si no tantas adhesiones, al menos muchas ilusiones. Pero el movimiento electoral de fondo que el 8-M pone de manifiesto supone una advertencia para el Gobierno. Una advertencia por la izquierda que tiene sus puntos m¨¢s sensibles en una pol¨ªtica econ¨®mica que no atiende prioritariamente al paro y en una pol¨ªtica exterior de inusitado fervor atlantista. Pero tambi¨¦n una advertencia de car¨¢cter m¨¢s general sobre la dificultad de afirmar la hegemon¨ªa en la sociedad mediante la estrategia que el PSOE propugn¨® antes del 28 de octubre.
Desde la izquierda, la p¨¦rdida de m¨¢s de dos millones de votos por parte del PSOE, a pocos meses del 28-O, no produce satisfacci¨®n alguna. M¨¢xime cuando una parte importante de estos votos abandona el campo de la izquierda. Pero la recomposici¨®n del cuadro pol¨ªtico que acompa?a el retroceso socialista -recomposici¨®n en la izquierda y tambi¨¦n, de alg¨²n modo, en la derecha- es del todo positiva. Contribuye a dinamizar la vida pol¨ªtica en la sociedad y en las instituciones; vuelve a poner de actualidad el tema de la unidad de la izquierda; abre la puerta a la impugnaci¨®n de Fraga como l¨ªder exclusivo de la derecha y, por supuesto, de la oposici¨®n; estimula el pluralismo y la diversidad en una direcci¨®n que es positiva sin duda alguna para quienes pensamos que el cambio s¨®lo es posible desde una izquierda unida que afronte la transformaci¨®n de este pa¨ªs desde las instituciones y desde la sociedad.
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