Aire sereno y luz no usada
Desgajada de todo soporte s¨®lido -tabla o papel-, la pintura de Eusebio Sempere derrama, desde esa suspensi¨®n virtual, una armon¨ªa extrema, imborrable y dulc¨ªsima. Hija del aire, encuentra su luciente regi¨®n en el oreo: all¨ª donde la mano sensitiva deja transparentar el paisaje. Jean Arp lo caz¨® al vuelo: "Ha pintado Sempere las intenciones m¨¢s ¨ªntimas del aire", cuando ¨¦ste se serena y viste de hermosura y luz no usada.En su Carta de noche a Eusebio Sempere, el poeta Eduardo Chicharro supo tambi¨¦n hallar el paradero (en los aires), la hora (entre dos noches), la intensidad (entre dos luces) y el car¨¢cter (la bondad) del pintor: "Ah¨ª te escribo entre dos noches, / buen Sempere, / y es que estando quieto e intento / me veo ahora entre dos luces, como en vilo, / y a ti mismo sustent¨¢ndote en los aires". Elementos esenciales del ¨¢ngel para el rito sagrado de quebrarse las alas pintando: aire y luz. Materiales mentales que fluyen de Leonardo y Vel¨¢zquez, pero que se amoldan al ritmo de otro sue?o con Klee, Kandinsky y Mondrian. El camino y la huella sin mancha del p¨¢jaro que parpadea desde nuestros ojos.
Hojas, l¨¢grimas, cristales, llamas, c¨ªrculos, diagonales y espirales alcanzan en la obra de Sempere esa quietud oscilante de toda realidad suspendida, creada, libre de ataduras: como la estrella o el destino.
No hay decisi¨®n en la empresa, sino hermosa coincidencia. ?Podr¨ªa Sempere pintar de otra manera? Conviene recordar la a?eja certidumbre de Jen¨®fanes de Colof¨®n: "Si los bueyes, los caballos o los leones pudiesen pintar, cada especie representar¨ªa a los dioses seg¨²n su propia figura".
No otra cosa determina en Sempere, hombre a¨¦reo por generosidad y pudor, su fidelidad a ese espacio visionario, herm¨¦tico y sentimental a un tiempo.
Junto a la solitaria geometr¨ªa del suspiro, m¨¢s pr¨®xima del romanticismo barroco que de la masiva exterioridad cin¨¦tica, la herencia fr¨¢gil de Vermeer: la luz. Una luz desdoblada bajo el canto de B¨¦cquer: "De la luz que entra al alma por los ojos / los p¨¢rpados velaban el reflejo, / mas otra luz el mundo de visiones / alumbraba por dentro". Despliegue musical del destello cor¨¢nico: una luz dentro de la luz.
Al aire luminoso de Sempere, la pintura espa?ola recupera la serenidad y transparencia. Ensimismadas, misteriosas, las rayas semperianas brotan despacio y con cuidado: nocturnas, quebradas, grises, arabescas, amarillas, m¨®viles, profundas, floreadas, cereales, onduladas, babil¨®nicas, jubilosas, doloridas, piramidales, azules, esperanzadas e inconfundibles.
Esas rayas nos sorprender¨¢n siempre, parpadeantes de gratitud y admiraci¨®n. Y luego, al t¨¦rmino de la visi¨®n, tenemos que decir con Lezama: "Cerramos los ojos; la nieve cae". Cae: sin caer. Con la inocencia del amor.
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