El asesinato de los dos guardias en Pamplona gravit¨® sobre la celebraci¨®n del D¨ªa de las Fuerzas Armadas en Burgos

El asesinato de dos guardias civiles en Pamplona el pasado s¨¢bado fue el acontecimiento que estuvo ayer presente en las mentes de las autoridades y p¨²blico asistentes al desfile con que culmin¨® el D¨ªa de las Fuerzas Armadas en Burgos, presidido por el rey don Juan Carlos. Al paso de las unidades de la Guardia Civil que participaron en la parada, todas las autoridades militares se pusieron de pie, gesto que fue seguido por la mayor¨ªa de autoridades civiles, incluido el presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea. Buena parte del p¨²blico arroj¨® flores y cintas con los colores nacionales a los guardias que desfilaron.

La habitual puntualidad con que comienzan los actos militares se rompi¨® ayer en la capital burgalesa, debido a que el Rey, el ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo; el presidente de la Diputaci¨®n Foral de Navarra, Juan Manuel Arza, y el director general de la Guardia Civil, general, Jos¨¦ Aramburu, se desplazaron por la ma?ana a Pamplona para asistir a los funerales celebrados por los dos agentes asesinados, y llegaron a Burgos pasado el mediod¨ªa, un cuarto de hora despu¨¦s de la hora fijada para el inicio del desfile. La llegada de la familia real a la tribuna central fue recibida con aplausos en la calle de Vitoria, por donde desfilaron las tropas.

En la tribuna central se situaron, adem¨¢s del Rey y su familia, el presidente del Gobierno y el ministro de Defensa, y, algo detr¨¢s, los cuatro tenientes generales integrantes de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Por primera vez desde que se celebra el D¨ªa de las Fuerzas Armadas, en la tribuna central estuvieron presentes miembros civiles del Gobierno. En la tribuna de la izquierda se situaron, por este orden, los presidentes del Congreso y del Senado; los del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judi

cial; los ministros de Justicia, Interior, Administraci¨®n Territorial, Presidencia, Transportes y Cultura, y los presidentes de las comunidades aut¨®nomas de Castilla-Le¨®n, Pa¨ªs Vasco, Cantabria, Navarra y Rioja. En la de la derecha figuraban altos cargos del Ministerio de Defensa, las primeras autoridades de la VI Regi¨®n Militar y los m¨¢ximos jefes de las unidades que participaron en la parada.

El desfile lo abri¨®, a bordo de un jeep, el capit¨¢n general de la VI Regi¨®n, teniente general Juan Vicente Izquierdo, seguido en otro veh¨ªculo por varios miembros de su Estado Mayor, entre ellos el co

mandante Juan Batista, quien fue procesado por su presunta participaci¨®n en el 23-F y result¨® absuelto.

En el desfile, que se inici¨® alas 12. 10 horas y concluy¨® a las 13.15, participaron grupos de 20 unidades motorizadas, 22 a pie y 13 a¨¦reas, con 4.800 hombres y varios centenares de veh¨ªculos acorazados y convencionales. Por su vistosidad y marcialidad, las tropas que m¨¢s inter¨¦s despertaron entre el p¨²blico fueron las de La Legi¨®n, Regulares, Infanter¨ªa de Marina y Paracaidistas de los Ej¨¦rcitos de Tierra y Aire. Asimismo, muchos asistentes prestaron gran atenci¨®n

al paso de los aviones de combate Phamton, Mirage y Harrier que sobrevolaron la zona.

No obstante, los aplausos del p¨²blico s¨®lo arreciaron al paso de las tres compa?¨ªas de la Guardia Civil -de Guardia J¨®venes, Guardia Civil Auxiliar y Grupo Antiterrorista Rural- que pr¨¢cticamente cerraban el desfile. A su llegada a las tribunas centrales, casi todas las autoridades civiles, se pusieron en pie, mientras alguno de ellos, como Barrionuevo, aplaud¨ªa el paso de las fuerzas. Las autoridades militares tambi¨¦n se pusieron de pie, mientras varios centenares de asistentes, sobre todo desde tribunas reservadas a familiares de militares, arrojaron gran cantidad de claveles rojos y amarillos, as¨ª como cintas y peque?os papeles con los mismos colores.

Garaikoetxea

Concluida la parada, los Reyes y las primeras autoridades abandonaron en autom¨®vil la zona entre numerosos aplausos. Carlos Garaicoetxea, sin embargo, fue silbao por varias decenas de personas cuando se alejaba en su coche oficial. Se da la circunstancia de que Garaikoetxea fue el ¨²nico de los cinco presidentes de auton¨®micos presentes en la ceremonia que no llevaba en su autom¨®vil la ban

dera de su regi¨®n.

Durante las horas del s¨¢bado y domingo en que permaneci¨® Garaicoetxea en Burgos fue ostensible la escasa atenci¨®n que le prestaron las autoridades militares. El vac¨ªo al que se vio sometido fue m¨¢s notorio durante la recepci¨®n que la noche del s¨¢bado ofrecieron los Reyes en el monasterio de San Juan. En un momento de la recepci¨®n, el propio presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba, lleg¨® a pedir a uno de los invitados que procurara atender a Garaikoetxea, "porque lo ve¨ªa muy solo", seg¨²n explic¨® el invitado. En el mismo acto, algunos militares criticaron el que Garaikoetxea no hubiera inclinado su cabeza ante la ense?a nacional durante el Homenaje a la Bandera. Sin embargo, la mayor¨ªa de los dirigentes pol¨ªticos presentes destacaron el hecho de que el presidente del Gobierno vasco hubiera asistido a los actos de Burgos, a pesar de las supuestas cr¨ªticas que pudieran hacerle algunos grupos pol¨ªticos vascos.

Hac¨ªa las siete de la ma?ana de ayer, y a pesar de las fuertes medidas de seguridad estall¨® en Burgos un artefacto colocado junto al hotel Espa?a. El artefacto, compuesto por un kilogramo de p¨®lvora prensada, no caus¨¦, da?os personales ni materiales.