La traves¨ªa del desierto del Partido Laborista
Moderados e izquierdistas luchan, tras la derrota, por convertir el laborismo en una alternativa de poder en el Reino Unido
![Soledad Gallego-D¨ªaz](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F59d0121e-34c2-42ae-9720-96991394acc9.png?auth=9618d8510e6d38fb4af0fc3320ebbd584c15c5aa49a79f467985675046e6d666&width=100&height=100&smart=true)
Los moderados del partido, encabezados por Denis Healey, vicel¨ªder, y por Roy Hattersley, preparan su l¨ªnea de ataque: el fracaso laborista se debe fundamentalmente, seg¨²n ellos, al radicalismo de su programa. Los socialistas afirman, han dado la imagen de un partido de extrema izquierda, con propuestas que atemorizan al ciudadano normal. Es urgente revisar esa pol¨ªtica y volver a una l¨ªnea m¨¢s centrada, especialmente en cuestiones de defensa y de econom¨ªa. S¨®lo as¨ª se podr¨¢ recuperar la confianza de los electores y eliminar la amenaza que supone la alianza liberal-socialdem¨®crata.Los izquierdistas, por el contrario, afirman que el fracaso se debe a dos causas: un programa incoherente, que ha querido satisfacer a todos los sectores y que s¨®lo ha servido para desconcertar al elector y a la absoluta incapacidad de los l¨ªderes del partido, Healey y Michael Foot incluidos, para explicarlo con suficiente vehemencia y claridad.
Enfrentamiento laborista
La batalla no es nueva. Ya en el congreso de 1980, en el que result¨® elegido Michael Foot, qued¨® de manifiesto el enfrentamiento entre dos importantes sectores del partido. Foot fue aupado al liderazgo precisamente para intentar recomponer la unidad, pero tal vez por falta de tiempo (Margaret Thatcher anticip¨® las elecciones casi un a?o), por incapacidad o porque el problema es, hoy por hoy, insoluble, no consigui¨® su objetivo.
Unos y otros admiten ahora que hay que analizar a fondo lo sucedido y revisar las l¨ªneas fundamentales de la oferta socialista. Una vez m¨¢s ambos sectores se enfrentar¨¢n, probablemente en la pr¨®xima conferencia anual del partido, prevista para el mes de octubre, si es que no se decide adelantarla. El problema es que hasta ahora la batalla entre moderados e izquierdistas no ha tenido ni vencedores ni vencidos y que, como consecuencia de ello, los laboristas no le han reciclado, como otros partidos socialistas europeos, ni han podido tampoco volver a las esencias de d¨¦cadas pasadas.
Los a?os se han ido en permanentes discusiones y enfrentamientos personales que ocultaban una crisis de fondo sin resolver. La pr¨®xima conferencia anual puede ser la decisiva, espoleados como est¨¢n ambos sectores por la humillante derrota que han sufrido ante un l¨ªder tan extremadamente conservador como Margaret Thatcher. La batalla se presenta, sin embargo, muy dif¨ªcil, tanto para los moderados como para los izquierdistas, porque hay que contar con infinidad de factores: ?c¨®mo modificar la pol¨ªtica de desarme nuclear unilateral precisamente cuando van a llegar a Gran Breta?a los primeros misiles de crucero norteamericanos y cuando los movimientos pacifistas van a mostrarse m¨¢s activos?, ?c¨®mo intentar controlar a los sindicatos e imponer la primac¨ªa e independencia del partido, cuando las Trade Unions se van a ver sometidas a un acoso sin precedentes por parte del Gobierno conservador?
La pol¨ªtica de desarme unilateral, denostada por los moderados como una de las causas de la p¨¦rdida de confianza del electorado, es, mal que les pese, la l¨ªnea que han defendido mayoritarianiente los delegados laboristas en infinidad de congresos. Responde a una aut¨¦ntica tradici¨®n pac¨ªfica del Partido Laborista y no puede ser cambiada de un d¨ªa para otro, sin provocar marejadas incontrolables. La soluci¨®n, afirman algunos destacados miembros del partido, es elaborar una alternativa coherente de defensa convencional y moderar, al mismo tiempo, los ¨ªmpetus de los partidarios del desarme nuclear, convenci¨¦ndoles de que la l¨ªnea del partido debe ser negociar los Polaris brit¨¢nicos en la mesa de Ginebra.
El papel de los sindicatos
La discusi¨®n sobre el papel de los sindicatos dentro del Partido laborista es otra de las batallas cl¨¢sicas de los socialistas. las Trade Unions han tenido, y tienen, un
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enorme poder dentro del partido. El comit¨¦ nacional ejecutivo, por ejemplo, est¨¢ integrado por doce miembros elegidos por los sindicatos, cinco elegidos por las secciones del partido, uno por las organizaciones profesionales y cinco mujeres elegidas por el congreso en pleno. Como afirma el escritor Anthony Sampson, el Partido Laborista es el ¨²nico en toda Europa occidental que depende tan estrechamente de los sindicatos.
En teor¨ªa, esta privilegiada relaci¨®n deber¨ªa permitir una colaboraci¨®n muy estrecha entre los Gobiernos socialistas y los representantes de la clase trabajadora, pero en la pr¨¢ctica esta suposici¨®n se ha demostrado falsa.
El ex primer ministro laborista James Callagham fue incapaz, en el invierno de 1978-1979, de llegar a acuerdos con las Trade Unions (o los sindicatos no quisieron llegar a compromisos con ¨¦l) y e pacto social salt¨® por los aire
Los brit¨¢nicos recuerdan todav¨ªa con irritaci¨®n que el pa¨ªs se vio sacudido por una ola de huelgas que hizo su vida cotidiana inc¨®moda y dif¨ªcil. Cuando Callagham convoc¨® unas nuevas elecciones, el camino estaba abonado para la victoria del Partido Conservador, dirigido por una mujer, Margaret Thatcher, que promet¨ªa, antes que nada, "meter en cintura" a los sindicatos, como efectiva y realmente ha hecho.
Ser¨ªa err¨®neo suponer que los sindicatos apoyan autom¨¢ticamente, en el seno del partido, al sector izquierdista. De las cinco Trade Unions m¨¢s importantes, tres apoyaron a Denis Healey como vicel¨ªder frente al representante del sector radical, Tony Benn. En lo que todos coinciden es en la necesidad de mantener su fuerte influencia dentro del partido. Los pol¨ªticos, por su parte, no pueden tampoco prescindir de los l¨ªderes sindicales porque un Partido Laborista sin relaci¨®n con las Trade Unions podr¨ªa verse abocado a la desaparici¨®n frente al reci¨¦n nacido SDP. Para saber lo que puede suceder en la pr¨®xima conferencia laborista habr¨¢ que esperar a conocer el an¨¢lisis que hagan las Trade Unions de su fracaso electoral. Al parecer, algunos l¨ªderes sindicales han empezado ya a elaborar una plataforma moderada.
En cualquier caso, si el Partido Laborista deja pasar la pr¨®xima conferencia sin lanzarse a una guerra abierta en la que unos ganen y otros pierdan, habr¨¢ desperdiciado una de sus mejores ocasiones de hacer frente a su prolongada crisis y de volver a emerger como una alternativa viable de poder.
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