Alain Tanner presenta 'En la ciudad blanca' una historia de evasi¨®n y de vida quim¨¦rica
En diciembre cumplir¨¢ 54 a?os y tiene aspecto de pirata. Lo m¨¢s lejos del suizo que una le presume ser. Alain Tanner, que acaba de estrenar en Espa?a En la ciudad blanca, una historia de evasi¨®n y de vida quim¨¦rica, ha venido a promover este filme y ha estado entre nosotros con talante amansado. Barba indecisa, ojos de halc¨®n y esa tranquilidad que infunden los que hablan franc¨¦s sin habla de lo franc¨¦s. Alain Tanner es uno de esos tipos que se har¨ªan querer aunque no conocieras sus pel¨ªculas, simplemente sabiendo que su bisabuelo era un armador austro-h¨²ngaro que hab¨ªa sido violinista z¨ªngaro antes de ir a buscar oro en el Klonduke en 1880.
Para empezar le digo si es consciente de que La Salamandre (1971) fue una pel¨ªcula generacional, tal vez poco espectacular, pero dej¨® marcados a muchos. "Ah, s¨ª, eso es viejo. Es una generaci¨®n desaparecida, por lo menos como p¨²blico cinematogr¨¢fico. Porque no era una generaci¨®n de cin¨¦filos. Les gustaba mucho el cine, iban mucho, pero estaban condicionados, sobre todo, por razones ideol¨®gicas. De otra forma, ?c¨®mo se explica uno la desaparici¨®n del p¨²blico que uno cre¨ªa cin¨¦filo? Estaban politizados, y no me parece mal, pero como la pol¨ªtica es algo muy vol¨¢til... En fin".A este hombre dan ganas de seguirle. Como ¨¦l ha seguido a esa generaci¨®n, no en tanto que p¨²blico, como en tanto que personajes. "Porque Paul, el protagonista de En la ciudad blanca, pod¨ªa haber estado en La Salamandra". "Bueno, yo no tengo una afici¨®n especial, una Fijaci¨®n con los personajes. Ellos han cambiado, ?o no?". "Desde luego". Es una persona suave, suave. Y aprovechando la suavidad le pregunto c¨®mo se las arregla uno como ¨¦l para vivir en Suiza. La respuesta, seg¨²n c¨®mo se mire, es estremecedora: "Bueno, lo que es Suiza, hoy, est¨¢ un poco en todas partes, ?no? Es muy duro en unos aspectos, muy f¨¢cil en otros. Hoy en d¨ªa, en todo el mundo occidental se plantean los mismos problemas, se dirige uno al mismo sitio. Est¨¢n los problemas metaf¨ªsicos, existenciales, personales. Pero el gran problema externo, de superficie, es el mismo para todos. Estamos en una cultura muy estandarizada, muy americanizada". Y a?ade que el verdadero problema de Suiza, el m¨¢s caracter¨ªstico, es su peque?ez: "Porque no hay mercado cultural suficiente".
Y a continuaci¨®n nos enfrascamos en una instructiva conversaci¨®n acerca de la situaci¨®n del cine suizo, y del cine en general. Tal vez lo que pasa all¨ª es nuestro futuro: que los empresarios est¨¢n vendiendo las posibilidades del cine de autor a la televisi¨®n por cable mientras se reservan el derecho a los grandes espect¨¢culos, tipo Spielberg o Lucas.
Pero hay que hablar de En la ciudad blanca, que es una hiriente pel¨ªcula sobre el desarraigo, la hu¨ªda. Tanner, que fue marino en su juventud, tal vez sabe por qu¨¦ Paul, su protagonista, que interpreta como un maestro herido Bruno Ganz, se pierde en una ciudad del Sur, qu¨¦ tiene el Sur, en este caso Lisboa, para recoger como un ¨²tero los restos del feto de la gente que la ama.
Tanner dijo una vez, refiri¨¦ndose a Messidor, hermosa par¨¢bola acerca de la imposibilidad de escamotearse a lo establecido, que hac¨ªa pel¨ªculas sobre la p¨¦rdida del discurso. Le pregunto si es ¨¦ste el caso de Paul de En la ciudad blanca. "En esta pel¨ªcula no hay discurso, pero no es voluntario, es que no hay nada que decir. Las cosas son como son". Y le insin¨²o que hay algo de El extranjero, de Camus, en su personaje: "Eso es lo que me han dicho, pero no la he le¨ªdo". A?ado que conozco a mucha gente como su protagonista, que no abandonan su barco por el canto de un duro. "?Es la crisis en general, la crisis del hombre enfrentado con sus cuarenta a?os?".
-No, no. Es la crisis de la relaci¨®n con lo real. Porque lo real se ha convertido en algo tan dif¨ªcil de vivir, tan agresivo... No es una crisis de edad, ni de la relaci¨®n con las mujeres. Es ID real, que cuesta ser vivido.
-Entonces, es la locura.
-Digamos que la situaci¨®n en la que se mete voluntariamente, con todo lo que le ocurre, y no estoy hablando de sus historias con las mujeres, podr¨ªa llegar a una forma de esquizofrenia.
El Sur, la ciudad vieja, la ciudad sucia, la ciudad amada por otros, la ciudad con recuerdos. Lisboa. Por qu¨¦. "No lo s¨¦. Yo no escog¨ª Lisboa, fue Lisboa la que me escogi¨® Un compa?ero, Paulo Branco (productor de En la ciudad blanca), quien me dijo, por qu¨¦ no vienes a rodar a Portugal. Y, bueno, yo conoc¨ªa Lisboa, y no dije s¨ª, pero tampoco dije no. La cultura portuguesa no me es familiar, pero en cuanto me di cuenta de que ten¨ªa que rodar como un extranjero, reflejar la ciudad como un extranjero, dije que s¨ª".
Lo curioso es que su visi¨®n, externa, resulta tan f¨ªsica, tan real como un poema de Cavafis sobre Alejandr¨ªa. "S¨ª, es una pel¨ªcula muy f¨ªsica. Yo quer¨ªa que fuera as¨ª, y por eso escog¨ª a Bruno Gariz, que es un actor que no parte de las ideas, como yo no he partido de las ideas para este filme, sino de las sensaciones. Hablamos poco, Bruno y yo, durante el rodaje, pero porque todo iba bien. ?l entendi¨®, y yo entend¨ª, eso fue todo".
De cualquier modo, debe de ser f¨¢cil entenderse con Alain Tanner, que tiene b¨¢sicas -que no simples- ideas sobre la vida b¨¢sica, que no podr¨ªa hablar de est¨²pidos, ni de burgueses, ni de salones y corbatas en sus pel¨ªculas, simplemente porque no les ama y no les entiende. "Y una pel¨ªcula significa pasarse un a?o y medio con los personajes. Si no los quieres, mal asunto". Trabaja con peque?os equipos, con libertad, manejando su cine como el escritor maneja su pluma. "Es que o se pone uno en las condiciones en que hay que escribir, o uno se convierte en otra cosa. Un capataz".
Qu¨¦ hombre m¨¢s majo.
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