Plan de estabilizaci¨®n 'versus' ajustes selectivos
La autora reflexiona sobre la conveniencia de aplicar una pol¨ªtica de ajustes selectivos como alternativa al plan de estabilizaci¨®n que diversos sectores de la vida econ¨®mica espa?ola est¨¢n pidiendo, como pol¨ªtica econ¨®mica b¨¢sica para salir de la crisis.
Desde distintos sectores de opini¨®n se viene propiciando la adopci¨®n en nuestro pa¨ªs de aquel conjunto de medidas de pol¨ªtica econ¨®mica que integran un plan de estabilizaci¨®n.Cabe afirmar que parte de esas medidas han sido ya adoptadas, en lo que se refiere a los tipos de cambio y de inter¨¦s. Serios esfuerzos se han realizado ya en el ¨¢mbito fiscal, donde se ha estabilizado el ritmo de crecimiento del d¨¦ficit p¨²blico, si bien en este campo cabr¨ªan, evidentemente, m¨¢s fuertes ajustes. Restar¨ªa por utilizar la pol¨ªtica de rentas.
Un plan de estabilizaci¨®n consiste en la adopci¨®n de una serie de medidas macroecon¨®micas cuya incidencia sobre el sistema econ¨®mico es, necesariamente, gen¨¦rica, no discriminatoria. El sistema en su conjunto recibe un tratamiento no diferenciado, de forma que las disfunciones que se registran en el mismo, los desequilibrios b¨¢sicos persisten, bien que atenuados por el rigor de las medidas adoptadas. Ello puede dar lugar, en el corto y medio plazo, a una aligeraci¨®n de los desequilibrios que permita creer que los mismos han sido eliminados. Sin embargo, ¨¦stos, en su mayor parte, persisten y mostrar¨¢n de nuevo su profundidad en la medida en que las restricciones den paso a medidas de car¨¢cter m¨¢s expansivo.
La exportaci¨®n, inel¨¢stica
La exportaci¨®n no se muestra el¨¢stica a la depreciaci¨®n del tipo de cambio, y ello cabe m¨¢s atribuirlo a la aton¨ªa del comercio mundial que al impacto compensador que de la devaluaci¨®n puedan estar teniendo las alzas salariales. De hecho, la pol¨ªtica de tipo de cambio practicada viene permitiendo la depreciaci¨®n de la peseta en cuant¨ªa suficiente para compensar el diferencial de la inflaci¨®n entre nuestro pa¨ªs y los pa¨ªses desarrollados, de forma que los productos espa?oles de exportaci¨®n han venido manteniendo su competitividad frente a los de tal conjunto de pa¨ªses.
Cabe pensar en medidas de fomento a la exportaci¨®n, campo en el que indudablemente queda mucho por hacer. Es preciso recordar que el esfuerzo realizado en t¨¦rminos de apoyos financieros es ya muy importante, si se considera que en 1982 un 41% del cr¨¦dito oficial se destin¨® a este fin.
En tal contexto no se ve c¨®mo una pol¨ªtica salarial restrictiva pudiera tener efectos relevantes sobre la exportaci¨®n, cuando adem¨¢s una parte importante del coste de tales productos resultar¨ªa encarecida, dada la elevada proporci¨®n de productos importados que los productos espa?oles de exportaci¨®n incorporan y del encarecimiento sufrido por los bienes de importaci¨®n como consecuencia de la devaluaci¨®n.
Medidas estabilizadoras de car¨¢cter fiscal repercutir¨ªan negativamente sobre la demanda interna. Y ello ser¨ªa as¨ª aun cuando se contemplase ¨²nicamente la reducci¨®n del gasto p¨²blico y no el incremento de los ingresos fiscales, como se razona a continuaci¨®n. La demanda p¨²blica de consumo e inversi¨®n ha sido en los ¨²ltimos a?os determinante del crecimiento de la demanda interior, siendo el bajo crecimiento de ¨¦sta causado por la baja pulsaci¨®n de la demanda de consumo e inversi¨®n privados. Procede destacar, adem¨¢s, la positiva incidencia que en la demanda privada han tenido las cuantiosas transferencias p¨²blicas.
Es conocida la pol¨¦mica suscitada en torno a que ha sido precisamente la expansi¨®n de la demanda p¨²blica la causante del bajo crecimiento de la demanda privada de inversi¨®n, en la medida en que -se afirma- la necesidad de financiar el d¨¦ficit ha expulsado al sector privado de sus fuentes tradicionales de financiaci¨®n. Pues bien, el cr¨¦dito facilitado por el sistema crediticio al sector privado ha venido creciendo durante los ¨²ltimos a?os -una vez ajustado de evoluci¨®n del tipo de cambio, financiaci¨®n a no residentes y editada la financiaci¨®n v¨ªa mercado de letras y otras modalidades intermedias por el sistema bancario del orden de un 3% en t¨¦rminos reales.
Debe destacarse, adem¨¢s, que con crecimientos del cr¨¦dito al sector privado del 3%, la formaci¨®n bruta de capital del sector privado ha venido arrojando tasas reales negativas de crecimiento en los ¨²ltimos ejercicios, 1982 incluido, salvo que se confirmen para este ¨²ltimo a?o las estimaciones apuntadas por el profesor Julio Alcaide en el diario Cinco D¨ªas. Ello no s¨®lo corrobora que el cr¨¦dito del sistema crediticio al sector privado ha sido destinado a gasto corriente por las empresas privadas (pago de n¨®minas, gastos financieros, etc.) al menos en igual proporci¨®n en que el gasto p¨²blico ha sido gasto corriente -aspecto este tan denostado-, sino que, en defecto de los niveles conocidos de d¨¦ficit e inversi¨®n p¨²blica, la actividad econ¨®mica de este pa¨ªs hubiera entrado en clara recesi¨®n.
Ni la devaluaci¨®n, ni la reducci¨®n de d¨¦ficit per se, ni el incremento de los tipos de inter¨¦s, ni la adopci¨®n conjunta de estas tres medidas tendr¨¢ los efectos esperados en t¨¦rminos de la recuperaci¨®n de un nivel adecuado de actividad. Los beneficios de a?adir a ese paquete de medidas una pol¨ªtica salar¨ªal restrictiva tendr¨ªa una incidencia positiva sobre el nivel de inflaci¨®n, siempre que la misma no fuese absorbida por los mayores costes financieros. La desaceleraci¨®n del ritmo de inflaci¨®n no garantizar¨ªa el relanzamiento de las exportaciones en cuant¨ªa suficiente para compensar la depresi¨®n de la demanda interior, obtenida v¨ªa ca¨ªda de la renta disponible de los asalariados y de la inversi¨®n p¨²blica. Ello deteriorar¨ªa las expectativas empresariales, gravadas adem¨¢s por los mayores niveles de tipo de inter¨¦s, niveles que s¨®lo se adecuar¨ªan a los menores ritmos de inflaci¨®n a m¨¢s largo plazo y siempre que la evoluci¨®n de la balanza de pagos lo permitiese.
Aumento de los tipos de inter¨¦s
Del incremento de los tipos de inter¨¦s, medida integrante del paquete de disposiciones de una estabilizaci¨®n, cabe esperar, a trav¨¦s del menor crecimiento de las disponibilidades l¨ªquidas, un efecto positivo sobre el nivel de inflaci¨®n. Se producir¨ªa, no obstante, una incidencia negativa sobre la demanda de inversi¨®n, hoy fuertemente condicionada por los costes financieros dada la deficiente estructura financiera de nuestras empresas. Nada se lograr¨ªa, por el contrario, en el campo de los eifectos beneficiosos que una econom¨ªa de mercado supuestamente tiene. En teor¨ªa, la asignaci¨®n de recursos mediante mecanismos de mercado propiciar¨ªa el saneamiento de nuestra econom¨ªa. La empresa marginal, inviable, no competitiva, no tendr¨ªa acceso a la financiaci¨®n por ser su rendimiento interno inferior al coste de los recursos financieros, con lo que estar¨ªa abocada a desaparecer. Los recursos financieros existentes, siempre escasos, se asignar¨ªan, dado su elevado coste, a proyectos de alta rentabilidad, propici¨¢ndose v¨ªa tipos de inter¨¦s la necesaria reestructuraci¨®n de los procesos productivos.
La realidad es muy otra. En parte porque la dependencia econ¨®mica que la empresa tiene del capital ajeno hace que la retirada de ¨¦ste ponga en peligro su supervivencia, encontr¨¢ndose el prestamista motivado -en orden tanto a consideraciones laborales como de recuperab¨ªlidad de los antiguos cr¨¦ditos, cuando no coexisten otros intereses por tratarse de empresas vinculadas a la entidad financiera de una u otra forma- a proceder a renovaciones sucesivas a tipos de inter¨¦s inferiores a los de mercado. Y, en parte, tambi¨¦n debido a la debilidad de la demanda que se ha dado en llamar solvente de cr¨¦dito por el sector privado, lo que inhibe al prestamista de reasignar fondos desde las empresas no competitivas hacia las actividades de futuro, de alto riesgo.
Es evidente que en este orden de ideas, diversas medidas pueden y deben ser abordadas, tales como la prohibici¨®n de pr¨¢cticas discriminatorias de acceso al cr¨¦dito y de concesi¨®n de pr¨¦stamos a tipos inferiores a los de mercado o preferenciales. Medidas puntuales de reducci¨®n de la concentraci¨®n de riesgos y de limitaci¨®n de pr¨¢cticas de renovaci¨®n sucesiva de los instrumentos en que se materializan los fondos cedidos. La incorporaci¨®n decidida de los intermediarios financieros al proceso de reindustrializaci¨®n debe ser propiciada mediante el establecimiento de figuras de cr¨¦dito que permitan canalizar fondos que por sus condiciones de plazo y retributivas puedan ser asociados a los fondos propios, lo que contribuir¨¢ a la mejora de la estructura financiera de las empresas. La batalla frontal, no obstante, deber¨¢ darse en el terreno de la diversificaci¨®n y mutualizaci¨®n del riesgo. Abandonar viejos esquemas productivos, para adentrarse en los nuevos procesos de producci¨®n que dotar¨¢n a las empresas espa?olas de los niveles de productividad y competitividad necesarios a fin de recuperar los equilibrios b¨¢sicos de nuestra econom¨ªa es una tarea que por su magnitud incorpor¨¢ un elevado nivel de riesgo, riesgo que, evidentemente, no puede asumir aisladamente la iniciativa privada.
Lo anteriormente expuesto desaconseja la opci¨®n de la estabilizaci¨®n strictu senso, sin perjuicio de que se persevere en el control de los instrumentos que la definen y se apliquen las medidas de car¨¢cter general m¨¢s arriba apuntadas.
La reestructuraci¨®n de los procesos productivos nacionales debe producirse, no obstante, por v¨ªa de lo que he denominado ajustes selectivos.
La pol¨ªtica de ajustes selectivos debe contemplar dos campos diferenciados. Debe someter a reconsideraci¨®n, por una parte, la viabilidad de los sectores productivos existentes. Primero, como tales sectores, globalmente considerados. Y, en segundo lugar, a nivel microecon¨®mico, de cada empresa integrante del sector. El principio a establecer es muy simple: no s¨®lo los fondos p¨²blicos destinados a la reconversi¨®n de los sectores industriales deben ser optimizados. Tambi¨¦n deben serio los fondos privados, habida cuenta de que unos y otros integran la masa total de recursos prestables de la econom¨ªa, hoy tan escasos cuando la participaci¨®n del ahorro en la renta nacional sigue en descenso.
Debe integrar el conjunto de medidas destinadas a fomentar la aparici¨®n de nuevos empresarios, de empresas, en aquellos sectores industriales que por incorporar una tecnolog¨ªa adecuada, y/o atender a aspectos tales como capacidad exportadora, generaci¨®n de empleo y contribuci¨®n al desarrollo regional puedan merecer el calificativo de sectores punta de la actividad econ¨®mica nacional.
Es evidente que los amantes de la mano invisible del mercado ven con prevenci¨®n las actuaciones puntuales sobre la econom¨ªa. Se prefiere desde tal posici¨®n la implementaci¨®n de medidas gen¨¦ricas, no arbitrarias, entendidas como no intervencionistas, tales como las que conforman un plan de estabilizaci¨®n. Y ello con independencia de que la realidad permita constatar que todo el peso del ajuste acaba recayendo finalmente sobre los tipos de inter¨¦s, lo cual no contribuye a la recuperaci¨®n de la actividad econ¨®mica.
Debe adem¨¢s se?alarse que, incluso en la opci¨®n estabilizadora, no cabe hacer exclusi¨®n de la adopci¨®n de medidas concretas. ?stas, no obstante, faltas de un esquema coherente de referencia, se adoptan en forma precipitada y en respuesta a la presi¨®n ejercida por los intereses sectoriales, lo que impide el ejercicio de una aut¨¦ntica pol¨ªtica industrial. Se registran as¨ª disfunciones graves, como -a t¨ªtulo de ejemplo- las que se producen cuando una empresa perteneciente a un sector en reconversi¨®n queda libre de acogerse al plan o no, pudiendo, en el segundo caso, dirigirse al sistema financiero para obtener los fondos con los que financiar proyectos que, desde la perspectiva de la reconversi¨®n del sector, son indeseables.
Para terminar, concretar¨¦ diciendo que un plan de estabilizaci¨®n, lejos de contribuir al proceso de reformas estructurales que necesita nuestro pa¨ªs, sumir¨ªa la econom¨ªa en una profunda depresi¨®n. Que tales reformas estructurales deben ser abordadas con medidas decididas de car¨¢cter puntual y sectorial. Y, finalmente, que este pa¨ªs s¨®lo se incorporar¨¢ al tren de la recuperaci¨®n de las econom¨ªas occidentales si procede previamente a realizar las reformas estructurales pertinentes, reformas que esos pa¨ªses han ido abordando durante los a?os de la crisis y que Espa?a, en su dificil transici¨®n pol¨ªtica, no pudo hacer. El momento actual se muestra, por lo dem¨¢s, claramente propicio a la adopci¨®n de este tipo de medidas de saneamiento econ¨®mico. El capital pol¨ªtico que re¨²ne el Gobierno y la oportunidad que da la elaboraci¨®n del plan econ¨®mico y social de corresponsabilizar en el dise?o de las l¨ªneas de actuaci¨®n a las fuerzas sociales del pa¨ªs, avalan suficientemente tal pol¨ªtica. Generar expectativas de recuperaci¨®n inducida por el relanzamiento de las econom¨ªas occidentales es alentar la falta de consenso social para asumir los costes del saneamiento y ser¨ªa un error pol¨ªtico y econ¨®mico de graves dimensiones precisamente en estos momentos, cuando EE UU pretende obtener de la cumbre de Williamsburg "el reconocimiento de que la recuperaci¨®n depende de las pol¨ªticas individuales de cada pa¨ªs y no de un plan global de expansi¨®n".
es economista.
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